¿Por qué no culpar a la suerte por nuestras desgracias?
Eso era lo que hacía todo el tiempo Jennie Kim, una mujer sin muchas cosas en la vida que de pronto se queda sin trabajo y todo gracias a su mala suerte.
En una noche de soju puede cambiar todo...
Su nerviosismo estaba a flor de piel y más al escuchar a su jefe a través del altavoz. La secretaria le hizo un gesto simple con la cabeza para que siguiera.
« Muy bien, no hay porque asustarse »
Jennie ingresó a la oficina sin hacer ruido alguno más que el producido por el dióxido de carbono al salir por su nariz y quizás eso le jugó en contra, tenía alrededor de dos o tres minutos de pie frente al gran escritorio caoba esperando alguna respuesta de parte del hombre.
Le estaba resultando torturador el no saber que esperar de ese encuentro y lo único que quería era acabar lo más pronto posible con eso, así que tomando fuerza se atrevió a hacer un ruido desde su garganta para llamar la atención del jefe Min. Quizás no fue lo suficientemente alto porque el hombre ni se movió a verla, seguía metido en unos papeles, otra vez lo intentaría.
— Señor — dijo un poco más fuerte y gracias a eso se ganó una mirada severa de su parte.
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El jefe Min dejó lo que estaba haciendo para prestarle atención y le hizo un gesto para que tomara asiento frente a él. Se le veía más calmado, al contrario de hace un segundo atrás, quizás ese ceño fruncido no era por ella, quizás solo era el trabajo que lo tenía así, quizás solo estaba teniendo una imaginación muy fatalista. Eso quería pensar mientras escuchaba a su jefe hablar.
— Señorita Kim, como sabrá la economía en este país y en el mundo está atravesando un declive a raíz de la pandemia y eso a afectado hasta a las más grandes empresas, la nuestra no se escapa de eso.
Jennie le prestaba atención a las palabras de su jefe refiriéndose un poco al panorama mundial que había dejado está pandemia y que aún seguía afectandonos a todo, por supuesto que entendía muy bien lo que le explicaba, lo que no comprendía era que tenía que ver con ella toda esa información.
— ... Es por eso que nos estamos viendo en la situación de quedarnos con el personal indispensable para el funcionamiento de la empresa ¿Me explico? — Negó con la cabeza, definitivamente no estaba entendiendo a dónde iba todo esto.
— Usted lleva trabajando para nosotros ¿Cuánto? ¿Cuatro años?
— Cincuenta y tres meses Señor — contestó.
—Bien, delante de los demás empleados usted es la que lleva más tiempo aquí, aunque su rendimiento es bueno no ha logrado aún escalar a un mejor puesto y eso se debe a su falta de ambición — cada vez estaba entendiendo menos, pero tenía un muy mal presentimiento del rumbo de esa conversación — le falta más sentido de pertenencia por su lugar de trabajo.
— No logró entender a qué se refiere Señor, si bueno... — decía un poco cansada de tanta palabrería. Su cuello había comenzado a tensionarse y mira que eso sí la preocupaba.
— Está despedida.
— ¿QUÉ?
« ¿Despedida? »
— ¿Despedida? ¿Por qué? Se supone que soy la que lleva más tiempo aquí — la preocupación la invadió al instante, no podía quedarse sin trabajo ahora — Por favor Señor dígame qué hice mal, deme otra oportunidad...
— No se moleste Señorita Kim, no se trata de que hizo mal y que no, es que la empresa ya no la ve como un elemento clave para su crecimiento.
El jefe Min colocó delante de ella la carta de despido, no había vuelta atrás al parecer. Jennie la tomó con sus manos temblorosas, iba a comenzar a llorar en cualquier momento y no era precisamente por su amor al trabajo, pero no quería pensar en la vida de una desempleada en medio de esta pandemia sin fin.
— Diríjase a recursos humanos para arreglar lo de su liquidación, ahora sí me permite — levantó los documentos que había dejado a un lado, dándole a entender que saliera de la oficina cuanto antes.
Ella se levantó, llevando consigo la poca dignidad que tenía ahora, hizo una breve inclinación y salió de allí. La secretaria la miraba compasiva, ella sabía desde un principio lo que pasaría. Era una completa injusticia su despido, no lograba dar con razones de peso por la cuál la elegirían a ella. Pero lo hecho, hecho estaba y lo único que podía hacer ahora era buscar el dinero de su liquidación.
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« ¡Necesito comenzar a ahorrar desde ayer! Adiós casa nueva... Debo seguir viviendo con Joo-hyun ¿Otoke? Ni siquiera voy a poder comprarme nada en un buen tiempo, a ver... Piensa Jennie ¿cómo vas a hacer para ahorrar tanto dinero hasta conseguir otro trabajo? Nooo, de nuevo trabajos de medio tiempo... ¿Debería cambiarme el nombre a ver si me suerte cambia? »
Sus pensamientos fueron interrumpidos con el aviso de última parada que hacía el bus en el que estaba montada.
« ¡Maldición! »
Al parecer la suerte nunca estaba de su lado, el conductor había llegado a la última parada y ella debió bajarse hace cinco.
— Señorita, debe bajarse ahora, necesito regresar a mi ruta — decía el señor mayor.
— Ahjussi ¿va a volver por la misma ruta? ¿Puedo irme con usted?
— No señorita, baje ahora o me reportaran en el trabajo por llegar tarde a mi turno, dese prisa ¡Pali, pali! — comentaba el hombre comenzando a impacientarse.
— Bien, bien no se moleste — Jennie se levantó a regañadientes, su enfado no era con el conductor, era con su distraída mente que ahora la iba a hacer caminar una mayor distancia hasta su casa.
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Estaba de pie frente al ascensor, ansiando poder llegar a su cama y terminar ese día tan fatal, no quería pensar en nada más, solo deseaba quedar noqueada enrollada en su cobija. Se abre la puerta del ascensor y ella cabizbaja estaba apunto de entrar cuando es empujada hacia atrás.
— ¡Aish!
Miró con furia a quien la empujó, pero al ver a la pelinegra allí entendió todo.
— ¡Ay! espere mucho por tí, estaba por irme sola — comentó la amiga tomándola por el brazo y comenzando a caminar hacia la salida.
— Espera — Jennie no tenía ánimo de nada — ¡espera Unnie!
La nombrada se detuvo por un segundo a mirarla, pero al ver que su amiga más pequeña no dijo nada, continúo arrastrándola al primer puesto callejero que encontrarán para beber soju.
« ¿Y ahora que Unnie?
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Hola✨ Espero estés bien La suerte de nuestra Jennie no está muy bien
