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[ TW: Relaciones sin protección!
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Volteó a verle, ahí seguía en sus aposentos recostado, había llevado su propia consola portátil y no se despegaba de ella en ningún momento, no decía nada, llevaba días merodeando como un gato al pescador, pero en silencio, entraba como si nada a su residencia y subía a su habitación invadiendo su espacio y privacidad con tal de quizá tener compañía.

Nahoya en verdad no estaba molesto por el gesto, es más, se sentía acogedora su presencia en los momentos que debía estudiar, la soledad le desagradaba y desde que Souya había empezado a entrenar con el Haitani menor sus tardes eran más amargas sin su mitad azul.

Volvió a dirigir su mirada al cuadernillo de cálculo, tenía su tiempo atrapado en uno de los ejercicios, siguió mascando la punta de su lápiz y un fuerte suspiro de molestia escapó de sus labios, era el último y el más difícil. Agitó ligero su cabeza y se puso de pie en dirección hasta la cocina, quizá algo de agua le ayude a despejarse la cabeza.

Reposó su cuerpo en una de las encimeras de la cocina y bebió lento de su vaso, el restante lo lanzó a su cara y frotó para relajarse.

Aunque igual estaba preocupado por Ran, no le dirigía mucho la palabra pero aún así se mostraba interesado en pasar tiempo a su lado. Cada vez que le preguntaba qué le pasaba su respuesta era un vacío e insensible.

“—Nada.—”

La paciencia no era su virtud, pero no quería esforzarse en hacerle sentir peor, más bien esperaría hasta que se dignara a terminar su berrinche y volvieran a estar como siempre; Jugando juntos a los golpes, besarse y tener su ya añorada intimidad.

Bufó y dejó el vaso a un lado, salió de la cocina y volvió a las escaleras para subir a su cuarto.

Abrió la puerta y el escenario era el mismo, Ran dándole la espalda y pegado a la partida en juego.

Rodó los ojos y se sentó en la silla de su escritorio, tomó su lápiz y sin muchos ánimos volvió con lo suyo.

Aunque el ejercicio estaba resuelto.

Eso fue bastante aliviante, apartó la silla del escritorio y giró con ella hasta quedar viéndole.

Ahí estaba, aún concentrado tocando ágil los botones de su psp, intentando derrotar algún enemigo de su juego. Su cabello no estaba trenzado, estaba esparcido hacia atrás en las blancas sábanas que combinaban con su sueter de misma tonalidad.

—¿Gracias...?—

—No es nada...—

Su estupidez de respuesta le cabreó, una ligera vena se enmarcó en su mejilla pero aún así no alzó la voz ni actuó de manera violenta, sólo se quedó ahí observándole con algo de pena y molestia.