04.

600 65 6
                                    


Komaeda había evitado a Hinata toda una semana, bueno, a toda clase de persona, había faltado ya una semana al colegio y no sabía cuándo sería un bueno momento para volver. Solo estaba seguro de una cosa.

Las raíces dentro de él habían crecido, el dolor dentro de él era imposible de ignorar.

Y el vomitar sangre con esos molestos pétalos se estaba haciendo rutina.

Los ojos de Komaeda estaban hinchados y rojos, no sabía que hacer, estaba muriendo lentamente y tenía una forma de salvarse, pero con un costo más grande que el dinero.

Porque el no quería olvidar a Hinata, tampoco quería borrar todo ese amor que sentía por el, era doloroso, pero lo sería más el no poder sentir nada por él. Hinata, Hinata, Hinata, Hinata, todo tenía que ver con el.

El timbre de su casa fue tocado, sin esperar a alguien, abrió la puerta sin más, pero se asustó al sentir el peso de una persona encima suyo. Y luego el dolor de haber sido golpeado en su cabeza. Su corazón se encogió al escuchar esa voz que tanto le gustaba.

“Estúpido, ¿por qué ignoras mis llamadas y mensajes? ¿Y por qué has faltado tanto?”

“Hinata-kun...”

Komaeda, rendido, dejó entrar a Hinata, este lo examinaba de arriba abajo, preguntando y preguntando cosas. Komaeda le mintió, inventado qué estuvo enfermo, pero que ahora ya se encontraba mejor y que regresaría pronto. Aún así, no sé salvo del golpe en su cabeza que le dio el castaño por ignorarlo.

Hinata se negaba a irse, y Komaeda lo habría recibido con los brazos abiertos, pero ahora no sabía cómo sentirse, tampoco estaba seguro de sí empeorará su situación, pero todo pensamiento negativo se fue cuando vio al castaño acostado en su sofá, durmiendo plácidamente.

Komaeda se acercó a él y se puso de rodillas, admirando el rostro de su amigo. Tocando su cabello con cariño, se aguanto las ganas de llorar cuando Hinata movió su cabeza, como si fuera un gatito, en busca de más caricias. Hinata abrió levemente sus ojos.

“Que alivio verte bien... Estaba preocupado por ti, tonto.”

Y volvió a caer dormido. Komaeda siguió acariciando la cabeza de Hinata, hasta que el dolor en su garganta volvió a aparecer, haciendo que saliera corriendo nuevamente al baño.

Hanahaki Where stories live. Discover now