Historia Con...Ha~ Sugar Da~ddady!... (+18) [Editando]

Muerte y Resurrección.

Último capítulo (parte 1)

Todo parecía perdido, aquel demonio había sido derrotado por su mayor y actual rival, la herida dolía y mucho, aunque su mayor dolor era aquel corazón, uno que llevaba en su pecho por miles de años y que por primera vez lo usaba.

Al subir su mirada, lograba divisar a la chica que corría peligro...

El ya no podía hacer nada

Todo iba directo al fin y no sólo de ellos, si no de la humanidad, de todas las vidas, de todos los sentimientos e incluso de la existencia misma.

Aquella pelirroja mujer estaba por enterrar su daga más afilada a esa humana, justo entre sus ojos...

Pero no sucedió...

P. O. V. Tad

Por una extraña razón comencé a moverme, todos a mi alrededor estaban petrificados y no literalmente, caminaba entre todos sin saber que hacer, hasta que la escuche...

M- Tad, parece que viene siendo nuestra hora... - ella me miro.

Muerte o como me gusta llamarla, Merry, me miraba sonriendo un poco para no hacer notar sus nervios.

-parece que si, pero... Hay que apresurarnos-

M-tengo miedo-

-shhh- interrumpir abrazando la -yo también, pero es necesario-

M- ¿volveros a vernos? - dijo derramando ya varias lágrimas y con su voz entrecortada.

-solo si vas por mi-

M-echo... -

Ambos caminamos y salimos al jardín, una vez cruzando la puerta me encargue de detener todo el tiempo, todo estava congelado, incluso las pequeñas gotas de la reciente lluvia se habían quedado en pausa, flotando en medio del aire.

Mire a Merry

Fue la primera en actuar, tomó con cuidado a la chica y la llevó del otro lado de la pequeña cerca, se colocó en posición mirándome de reojo.

M- Tad- sonrió comenzando a sangrar de la frente - también te amo... -

Y en ese instante todo volvió...

Solo pude divisar como era vilmente asesinada por la secuas de Luzbel, su hermoso vestido se había manchado de rojo, sus labios comenzaron a secarse y su mirada ya no estaba...

La había perdido...

Pero no era momento de ir por ella, con una punzada en mi pecho desapareci de ese lugar para llegar a mi Rosal.

Todas esas flores las había echo solo para ella y ahora debía cortar las, despedazarlas y dejarlas morir y con suerte yo también iría con ella.

Así que inicie...

Comencé a arrancar las, mis manos se llevaban de espinas, mi ropa y zapatos comenzaban a pintarse de rojo por la sangre que escupia...