Capítulo 6.

31 9 7
                                    

Mi primer día, ¿y ya me odiaban?

—¿Están listos? —Se escuchó un grito de mi tío desde la puerta.

Ambos nos separamos, yo más rápido que él. Mi tío hizo presencia en la sala y Nelson le asintió tomando su bolso del mueble y desapareciendo por el pasillo de la cocina.

—¡Acomódate esa ropa, carajito! —Le gritó.

—Sí, sí, yo sé —Dijo fastidiado.

—Vámonos. Busca a Alejo —me ordenó, luego que se acomodara sus lentes.

Caminé hacia las habitaciones y cuando iba a tocar la puerta de Ale, se abrió de repente.

—¡Anoche estuve conversando... Con mi cigarrillo!Venía cantando una canción de señoras, así que le hice una cara de desagrado.

—¿Es en serio? —Arrugué mis cejas y luego reí.

—Me encanta cantar estas canciones de señoras despechadas, sin yo estarlo —Procedió a quitar la música de su celular y acomodó su bolso en el hombro —. ¿Nos vamos?

Asentí. El me esperó ahí. Entré a mi habitación y tomé mis cosas.

—Ahora sí.

Bajamos hacia el estacionamiento.

Estaba nerviosa, muy nerviosa.

Odio eso de siempre ser la nueva.

Los tres estábamos camino al liceo en el carro de mi tío; yo iba atrás con Nelson, cada uno en cada ventanilla.

—Me avisan cuando salgan —Dijo mi tío desde el carro, cuando ya nos estábamos bajando.

El portero amablemente nos abrió la reja y pasamos junto a otro grupo de estudiantes.

Okei, estaba más nerviosa.

—Al entrar a la cancha, te formas. Ahí cantamos los himnos y todo eso... —Mi primo me hablaba mientras íbamos por los pasillos —Tú tranquila y ya.

—No tengas miedo, perfectica —Rió Nelson, al ver mi cara de tragedia.

Recuerdo que el lugar era grande y muy bonito... Me gustaba, la verdad, me encantaba.

Sólo esperaba que al entrar a mi clase siguiera pensando lo mismo.

—¡Primer día y vienes con ese corte, Castillo! —Una mujer bien vestida -supongo que alguien superior ahí- le llamó la atención a mi primo — ¡Arréglate la camisa, Farías! por favor.

Daba vibes de una persona muy irritante...

A mí me dió miedo.

—¿Otra vez? —Se fastidió Ale —Profesora Jina, yo no tengo la culpa de que mi cabello sea así.

—Las reglas del liceo Castillo, no lo digo yo —Se veía muy antipática —. ¡O te lo cortas, o te lo cortas!

Dicho eso se retiró.

—Que ladilla con esta mal cogía, nojoda —Exclamó, pero Nelson de inmediato le golpeó el hombro para que se callara.

La mujer se había regresado y escuchó todo.
Se acercó riéndose irónicamente tocándole el hombro a mi primo.

—¿Me puede acompañar y le repite eso al director, Castillo? —Enarcó una ceja —Camine.

Se lo llevó casi que arrastrado.

Nelson se quedó conmigo y ofreció a cargar mi bolso mientras nos dirigíamos al patio.

—Jina siempre le da la bienvenida a Alejandro —Rió.

Inalcanzable Where stories live. Discover now