Seis

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''Apuntada''.


Jamás, en toda mi vida, había utilizado un arco. Jamás. Yo no podía cazar animales en las afueras del Distrito Doce por toda la sangre y el repugnante sonido de la carne siendo cortada por algo punzante. No obstante, el hecho de que la primera vez en mi vida utilizando un arco, o cualquier arma, saliera tan bien me hace repasar todo lo que sé de mí misma. ¿Es verdad que no soy una asesina sin corazón? ¿O quizás eso es lo que yo quise pensar?

Dejo el arco resbalarse de mis dedos en cuanto lancé la primera flecha. No sé como he lucido para los demás tributos y, probablemente, he echado a perder todo mi plan de ser discreta y débil. Ahora deben estar apuntándome como primera en su lista a matar. A menos que sea su aliada. Y eso no pasará.

Al principio, miro al suelo y muevo mi cuerpo lentamente en media vuelta, pero, al darme cuenta de que todos me están viendo, alzo la cabeza y camino con pasos seguros hasta otro puesto. En cuanto me instalo en el puesto de nudos, dejo escapar aire que no sabía que retenía. ¿Qué he hecho?

Pienso que quizás Kristoff falló a propósito así me dejaría a mí con el peso de tener que hacerlo mejor para mostrarle a los otros tributos, pero sé que, aunque puede ser verdad, no lo creería tan cruel.

- Lo hiciste muy bien allí afuera -oigo una voz suave a mis espaldas y me volteo con tanta brusquedad que parece que estoy asustada. La voz proviene de la chica de cabellos rubios del Distrito Nueve-. Los profesionales se quedaron callados después de eso y casi todos te tienen miedo.

Lo dice con tanta naturalidad que me cuesta creer que sea verdad. Miro encima de su hombro y compruebo lo que ella dice. Muchos tributos nos miran disimuladamente, susurrando cosas a sus compañeros de distrito. Siento un extraño rubor subir por mis mejillas y niego con la cabeza varias veces, regresando mi vista a la chica rubia.

- No creo que los profesionales me tengan miedo-comento, juntando mis cejas. Los ojos verdes de la tributo sonríen.

- Bueno, la mayoría lo hace. Los del Cuatro te quieren como aliada, los del Uno te temen, el chico del Dos piensa que eres un chiste y la del Uno te quiere matar.

- ¿M-me quiere matar? -pregunto, asustada hasta los huesos. Las piernas me tiemblan. ¿Qué he hecho?

- Yo no me preocuparía por Mérida, honestamente. La razón de sus amenazas es porque usas la misma arma que ella -dice la rubita y mira fugazmente sobre su hombro, buscando a la pelirroja con la mirada. He visto la mirada decidida que Mérida tiene. Si ella me quisiera matar, es una razón para perder el sueño.

- ¿Usa el arco?

- Pues claro, no me la imagino con otra cosa- dice la chica y se acerca a un pedazo de soga color arena sobre la mesa de metal -, me llamo Rapunzel, como la flor, y tú debes ser Elsa -al decir esto, me ofrece la mano, para estrecharla. Yo la tomo brevemente antes de dejarla caer.

- ¿Cómo sabes mi nombre? -pregunto, estúpidamente atando un nudo sobre la cuerda enfrente de mí.

- Querida, aquí todos saben tu nombre -al ver que mis ojos se abren como platos, ella añade rápidamente-, por tu traje en el paseo. La chica en llamas, o así es como te llaman los presentadores.

- ¿Chica en llamas? -pienso, asqueada. No podría ser la chica en llamas, yo soy puro hielo y frío.

Rapunzel se encoge de hombros con gracia.

- Fue bastante alucinante.

- Sí, pues créeme, yo no soy de fuego.

- Claro que no, eres la chica en llamas no la chica de llamas -explica y me mira como quién mira a una boba. Me encojo ante su mirada verde. Soy más alta que ella, y tenemos la misma complexión de cuerpo, pero su cabello es más dorado y tiene la piel mucho más bronceada.

Juegos del Hambre {Jelsa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora