𝖕𝖗𝖔́𝖑𝖔𝖌𝖔

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Todo en él desprendía ingenio, valor, picardía, y lo más importante: confianza.

-Doblo la apuesta -indicó.

Tenía una de esas voces en la que podías estar seguro de que jamás temblarían. Incluso en mitad de un tiroteo seguiría manteniendo la misma postura fría y segura de siempre.

La mesa central estaba sumergida por un sin fin de billetes y monedas relucientes. Los participantes se miraban entre ellos. Algunos con nervios, otros con ansias. Pero nadie con total seguridad, como lo hacía él.

Hizo un leve gesto para dividir sus cartas.

Era un suicidio separar dos jotas, en un momento tan crítico de la partida. Las posibilidades de que ganara eran mínimas. Sin embargo, nadie se oponía a sus movimientos, ni siquiera los cuestionaban.

Podía estar haciendo una estupidez, arriesgando más de la mitad de su patrimonio. Pero todos tenían la certeza de que acabaría ganando. Daba igual como empezasen las cosas, o si se retorcían, tarde o temprano el final siempre sería el mismo:

-Blackjack -anunció.



Para Ganar Hay Que ApostarWhere stories live. Discover now