𝘁𝗵𝗲 𝗸𝗶𝗻𝗴: 𝗲𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮𝗹 𝗺𝗼𝗻𝗮𝗿𝗰𝗵 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻
[pausada]
El rey lleva dos décadas buscando a la propietaria de un anillo.
Hyo-Ri lleva el mismo tiempo, pero fingiendo ser un hombre.
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— No me gusta. —se quejó Hyo-Ri arrugando la nariz. Yeong no contestó— Tiene un aura que... Uhm, no me gusta, no sé.
— Es la Primera Ministra. —dijo su amigo, como si aquel título fuera suficiente para convertirla en una persona intocable.
— ¿Y? —Yeong la miró de reojo tras las gafas— Además, si sabía que la reunión iba a ser en las clases de equitación de Su Majestad, por qué demonios lleva tacones ¿eh? —Yeong se alzó de hombros, desinteresado— Te lo digo yo, hay algo que... —Hyo-Ri calló de golpe, viendo asqueada como la mujer se acercaba al monarca para susurrarle algo al oído— Ah, bueno... —ironizó al ver como el hombre hacía lo mismo segundos después.
— Deja de cotillear como una anciana.
— Necesito entretenerme con algo, llevamos tres horas aquí. —dijo su amiga con obviedad— ¿Vendrás el fin de semana a comer a casa? —preguntó después de un largo silencio. Yeong suspiró agotado— Mi madre te echa de menos. —Hyo-Ri esperó pacientemente una respuesta que no tenía intención de llegar.
— ¡Auch! —se quejó el hombre tras recibir un manotazo en el hombro— Iré ¿de acuerdo? Iré, Jesús...
Hyo-Ri sonrió ampliamente por primera vez en el día. Solamente el imaginar el rostro de felicidad de su madre, le aliviaba un poco la presión que llevaba constantemente en el corazón. No obstante, su sonrisa se esfumó en el instante en el que regresó la vista al monarca y este la estaba mirando. Se acercaba llevando en una mano las riendas del caballo. A lo lejos la Primera Ministra regresaba al interior del coche en el que había llegado minutos atrás.
— ¿Tiene hambre? Casi es la hora de comer Su Majestad. —Yeong extendió la mano para recibir las riendas del animal, sin embargo, el rey movió el brazo hacia Hyo-Ri.
"Definitivamente, no le caigo bien" se lamentó la chica intercalando la mirada entre el caballo y los ojos del monarca.
Carraspeando sonoramente, Hyo-Ri terminó estirando una mano con temor. Finalmente, decidió tomar las riendas con ambas, aterrada ante la idea de que el animal echara a correr en dirección opuesta.
