Capítulo Nueve

59 7 0
                                    

Por una vez en estos años al lado de Javier, había logrado dormir bien por una noche. Algunas de esas pesadillas que tenía desaparecieron cuando dormí al lado de Daniel.
Me levanté a las 9:59 am y vi a Daniel levantado. Lo que más me sorprendió fue ver que traía el desayuno en una bandeja.
―Buenos días ―le dije.
―Buenos días, Martina ―me respondió.
―¿Por qué te has molestado en traer el desayuno?
―Porque se recibir bien a mis invitadas.
―Pues tu invitada tiene que irse. Puedo volver a tener problemas.
―Desayuna antes de irte.
Sin embargo, me levanté de la cama y me volví a poner las sábanas por encima.
―Martina, no estas obligada a regresar con él.
―Lo sé. Pero tengo asuntos que atender y también darme una ducha.
―Prométeme que saldrás de esa rutina.
―No te lo prometo. Pero intentaré hacerlo y visitarte más a menudo. Pero hoy tengo que ir a la empresa.
Él asintió.
Después me marché de su habitación y volví a sentir esa angustia que sentí el día anterior cuando Javier me dominó. Pues sabía lo que me esperaba al llegar a La Fortaleza.
Cuando llegue en pocos minutos al coche, respiré profundamente y arranque mi coche. Marchándome en breve de allí.

Al llegar a La Fortaleza media hora después, vi a Hugo en la puerta. Supe que me estaba esperando por órdenes de Javier.
Cuando bajé del coche, me dirigí hacia el hombre que me esperaba, mientras respiraba profundamente.
Ante él nos miramos. Pero no hubo ninguna palabra por nuestra parte.
Entré en La Fortaleza y me calmé. Ya que sabía que tendría problemas con Javier. Como también solucionar la situación.
En pocos segundos, entre al salón y vi que Javier estaba ante la chimenea con un vaso de licor en las manos. Algo que me puso los pelos del brazo de punta.
―¿Dónde has pasado toda la noche, Martina? ―me preguntó y después se giró. Fue cuando me percate que estaba muy enfadado―: Te he hecho una pregunta y espero una respuesta.
―He dormido en mi coche toda la noche, Javier ―le respondí―. No he querido volver a casa para que me volvieras a dominar de esa manera.
―No te creo, Martina.
Él se acercó a mí y me eche hacia atrás. Intentando impedir algo mucho peor.
―Ya sabes que no puedes huir de mí, Martina.
―Y lo hago para evitar algo mucho peor que lo que paso ayer.
Cuando él estuvo ante mí, nos miramos a los ojos y volví a sentir ese miedo. un miedo que me paralizaba el cuerpo.
Javier me besó y no pude echarme hacia atrás. Fue cuando supe que ese beso no sabía al mismo que Daniel me dio.
Él dejó de besarme y le miré desafiante. Sin embargo, fue su sonrisa malévola lo que me hizo pensar en el pasado.
―Ya sabes quién manda en ti. No vuelvas a esquivar algo que es mio por derecho.
Pero no le dije nada.
Me marché del salón hasta la habitación. Solo pensé en acabar con todo aquello de una vez.
Al llegar a la habitación en pocos segundos, me fui hasta el cuarto de baño para darme una ducha. Ya que tenía cosas que hacer en la empresa hasta por la tarde.
Cuando salí en pocos minutos, me puse algo de ropa y bajé a desayunar. Aunque me arrepentía de haber rechazado el desayuno de Daniel.
Tras desayunar media hora después, me marché a la empresa. Ya que quería desconectar un poco.

En la oficina sobre las doce de la mañana, estuve haciendo varios documentos que tenía pendientes desde hacía varios días. Unos documentos que tenía que entregar a finales de semana.
Mi teléfono móvil comenzó a sonar de pronto.
Cuando miré hacia el teléfono y vi el nombre de Daniel, no quise cogérselo. Pues me daba un poco de vergüenza de hablar de lo ocurrido la noche anterior.
Mi teléfono móvil dejo de sonar y me alivie un poco.
Continue haciendo aquel informe de la empresa y deje de pensar en lo que pudo ocurrir la noche y no sucedió. Fue cuando entendí que Daniel seguía respetando mis decisiones y mi intimidad.
De pronto, el pitido de mis mensajes de texto sonó.
Cogí mi teléfono móvil y vi que era un mensaje de Daniel: Te llamaba para saber si estabas bien. Que no has tenido problemas con Salazar. Espero tu respuesta. D.
Pero no quería decirle que las cosas estaban mucho peor que cuando me escape la noche anterior de La Fortaleza: Todo está bien, Daniel. No hay ningún problema. Gracias por preguntar. M.
Continue trabajando tras enviar el mensaje. Pero fue otro pitido lo que me hizo para de nuevo: En ese caso, ¿te gustaría cenar esta noche por la noche en mi casa?
Pero a mi siquiera le respondí. No era por no querer hacerlo, si no, por temor a otro castigo de Javier.
Continue haciendo aquellos informes sin pensar en la proposición de Daniel de ir a cenar a su casa. Ya que tenía motivos para no hacerlo. Aunque tenía que reconocer que cuando lo conocí hacer algunos años, lo pasábamos tan bien que ni siquiera llegué a recordar el daño que me hizo un día Javier.

Volví a La fortaleza de noche cuando todo estaba muy tranquilo.
Entre en la casa y vi que también había silencio. Supuse que Javier estaba en el despacho o en algún otro lugar. Eso me alivio un poco.
En el salón, fui a buscar una copa de licor y relajarme tras un día de trabajo.
Cuando me la serví, me tomé mi primer sorbo y comencé a pensar en la proposición de Daniel. Algo que me interesaba hacer. Pero a la vez no. Ya que desconfiaba de todo.
―Pensé que aún no había venido de la oficina ―escuché.
―Pues ya ves que si ―se acabó mi tranquilidad―. Pensé que tu no estabas aquí.
―Le estaba dando órdenes a Hugo.
Pero no le dijo nada.
―Siento lo que paso esta mañana ―me dijo―. Pero es que me importa lo que te pase, Martina. ¿Y si te hubiera pasado algo?
―Si te llegara a importar lo que me pasase, no me castigarías por no tener una noche de pasión ―le respondí―. Además, ya ves que no me paso nada.
Hice una breve pausa.
―Me doy cuenta de que estas volviendo a ser el mismo hombre que hace años atrás ―le dije segura.
En pocos segundos, sentí como me tocaba. Por lo que me aparté enseguida de él y me marché hacia la habitación sin cenar. Ya que se me había cerrado el estómago tras su roce.
Cuando llegue a la habitación, me cambie de ropa. No tenía ganas de discutir de nuevo con Javier y quería evitarlo, durmiendo toda la noche.
Antes de meterme en la cama, mi teléfono móvil comenzó a sonar.
Cuando vi que era Daniel de nuevo, no le di importancia. Ni le llamé y ni le escribí. Ya que necesitaba estar a solas con mis pensamientos.
Me metí en la cama y cerré mis ojos. Así estos se ordenarían de nuevo.
Me quede dormida un poco más tarde. Y mientras lo hacía, noté un beso en mi cara y como alguien me abrazaba. Y por el olor que desprendía el perfume, supe que era Javier. Que se había metido en la cama para descansar a mi lado.

Yo Gano. Ya No Soy Tuya (Algo Prohibido #2)Where stories live. Discover now