28. Sumar y restar cosas

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Rylee

Repórtense aquí, diga hola.

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Estaba perdidamente enamorada de ese hombre.

Del mismo que iba a mi lado riéndose de nada, pasado de algunas copas y rebosando de felicidad por el simple hecho de haber puesto un anillo sobre mi dedo. Su felicidad era tan genuina y contagiosa, que no pude evitar mirarlo con adoración mientras lo arrojaba sobre el sofá. No sabía en que momento la tolerancia al alcohol se había convertido a algo mínimo para Alaric, pero solo se había bebido las dos botellas de vino de la cena –ya que yo no quise —, una parte de mi se negaba a beber cualquier cosa que pudiera ser dañina para...Digamos que Alaric  y yo teníamos tres semanas teniendo sexo sin protección, hacía dos años que había dejado las pastillas de planificación y no tenía intensiones de volver a tomarlas. No tenía miedo, nunca tendría miedo de traer al mundo un bebé producto del amor que Alaric y yo nos profesábamos.

—Alaric, ¿cómo es que un vino te ha emborrachado? —Me burlé entre risitas.

Negó, con los ojos achicados de la sonrisa que pintaba sus labios.

—N-no... —murmuró —, yo no estoy borracho. Estoy perfectamente cuerdo y feliz.

Faltaba poco para la media noche, lo levanté y lo empujé hasta el baño. Comencé a desnudarlo, con la intensión de meternos a ambos en la ducha. Él claramente lo necesitaba más que yo.

—Nos daremos un baño y a dormir, ¿bien?

Se quejó con ruidos amortiguados.

—Lo siento —musitó —. Solo me atontó, pero no estoy muy muy borracho. Creo que me llevé de la emoción.

Arrojé su camisa al suelo, y fui por su cinturón.

—Estas muy feliz, y yo también —apunté.

—No lo entiendes —suspiró, levantando sus manos y enjaulando mi cara. Sus ojos estaban bañados en cariño, volvió a suspirar cuando recorrió los costados de mi cara con sus dedos —. Soy jodidamente el hombre más feliz del planeta, siempre tuve el miedo de que alguien te arrebatara de mis manos y próximamente serás Rylee Findley y eso me hace tan afortunado.

Le sonreí, y me acerqué a dejar un besito sobre su nariz. Quité su cinturón, dejándolo sobre el lavamanos, y fui por el botón de su pantalón y luego bajé su cremallera, dejando caer sus pantalones. El bulto en sus bóxer era extremadamente notorio.

Enarqué las cejas, y le bajé el bóxer revelando su creciente erección.

—¿Qué? —gruñó —. No me mires así, la diosa de mi mujer me está desnudando es obvio que voy a estar muy duro.

—¿Hay algo de mi que no te encienda?

Negó, pareciendo orgulloso.

—Incluso cuando hablas de números, y lo elevado que están los ITBIS me prendes. 

—Vaya es bueno saberlo —acepté.

Una vez Al estuvo desnudo intenté sacar mi vestido por la cabeza sin lograrlo.

—Déjame a mi —pidió, me di la vuelta para darle acceso a la cremallera del vestido en mi espalda. Alaric la deslizó lentamente, rozando mi espalda con el acto, el vestido creó un mar de tela a mis pies y salí de este dándome la vuelta para quedar delante de mi prometido.

Justo a tiempo para ver su rostro contrayéndose y el jadeo que soltó. Una de sus manos fue a su pene sujetándolo con fuerza, y la imagen me hizo estremecer, apreté las piernas sin poder evitarlo.

7661 KM para Besarte [#1] ✓Where stories live. Discover now