Capítulo 2

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Tokyo, 2006

— Shinobu, ¿qué quieres este año para tu cumpleaños? ¿Dorayaki, cierto? — Hanabi le preguntó a su pequeña y preciosa hija de 9 años recién cumplidos, que estaba agachada observando algo en el suelo. La niña se puso de pie y tomó a su madre de la mano para retomar el camino a casa.

— No mamá. Quiero hacer una fiesta en vez de un dorayaki. — Le respondió segura, balanceando la mano de su madre con energía.

— ¿Cuál es la diferencia?

— Ahora quiero un pastel horneado en vez de un dorayaki tradicional japonés. Si no es así siento que mis deseos no se cumplen. — Explicó la niña, haciendo a su madre reír.

— No sabía nada de eso. Te daba esos pasteles porque te gustaban. Pero está bien, tendremos fiesta, un pastel grande y deseos.

— Eres la mejor, mamá. Mira, un cachorro. — la niña se acercó corriendo hacia dónde estaba el cachorrito para acariciarlo. Pero su madre no veía nada, solo podía observar con preocupación a Shinobu acariciando un espacio vacío.

En la noche, Shinobu llegó hacia su casa que quedaba cerca del mar y le relató bastante contenta a su madre su día escolar, declarando con orgullo que había obtenido un 100 en su examen de Inglés.

— Estoy muy cansada por usar mi cerebro.

— ¿En serio? — Le preguntó Hanabi, sentada frente a la mesa baja dónde había un pastel con velas. El rostro de la niña se iluminó al notarlo.

— ¡Lo lograste! ¿Tendremos fiesta entonces? — La mujer asintió con la cabeza y sonrió.

— Ven y sientate cariño. Enciende tus velas.

— ¿Está bien que las encienda?

— Puedes hacerlo ahora que eres grande.

— Es cierto, ya tengo 9 años y saqué 100 en Inglés. Esto será pan comido. — Declaró la niña con orgullo, haciendo a su madre reír de nuevo.

— ¿Dónde aprendiste a decir eso?

— No necesitas saberlo. Solo soy buena aprendiendo todo tipo de cosas, es muy probable que sea una genio. — Respondió la niña con alegría mientras prendía un fósforo y encendía las nueve velas del pastel. Hanabi sentía el picor en las orillas de sus ojos por las lágrimas que retenía al ver lo inteligente, linda y astuta que era su pequeña Shinobu. Sin embargo, algo cambió en el semblante de su hija cuándo esta la vio con detenimiento.

— ¿Qué pasó? Ahora tienes que soplar tus velas y pedir un deseo. Te quiero tanto mi mariposa. — Le dijo sonriente, aún así, Shinobu la veía con duda y preocupación.

— ¿De verdad eres tú? ¿Mamá, te fuiste al cielo? Dime, ¿eres un fantasma? — Shinobu le preguntó con voz llorosa y sus bonitos ojitos lilas humedeciéndose a punto de lagrimear.

— Tú, lo ves todo, ¿verdad? — Preguntó en un susurro, sintiendo que también estaba a punto de llorar.— Estaba esperando que no me vieras.

— ¿Mamá? ¿Te moriste, no? — Hanabi solo pudo asentir con la cabeza, mirando las lágrimas que bajaban por el rostro de su pequeña, humedeciendo sus regordetas mejillas. — ¿Mamá, dónde estás? ¿Cómo te veré ahora?

— Estoy camino al hospital. — Le respondió Hanabi, recordándo la imagen de su propio cuerpo siendo transportado en una ambulancia. La tristeza de saber que tendría que dejar a su pequeña mariposa derramándose por sus ojos. — Vas a recibir una llamada. Al hospital llegará tu tía en un rato. Hace frío así que ponte tu bufanda antes de salir. La abuela que vende cosas te acompañará. ¿Sabes cómo llegar a dónde está? — Shinobu asintió con la cabeza a cada una de sus palabras mientras intentaba no sollozar en voz alta.

El Solitario Ser Inmortal [GiyuuShino]Where stories live. Discover now