Pt2; Cap. 11

901 91 20
                                    


Perdida, vagué por la ciudad sin rumbo. No sabía qué hacer o a dónde ir. Todos estaban descansando, mi cabeza seguía siendo un torbellino de dudas y ahora, además, tenía que pensar en la propuesta de matrimonio.

¿Estábamos preparados para ello?

¿Lo estaba yo o era demasiado pronto?

Cierto es que ahora mismo no imaginaba a nadie más que a Alarick conmigo, formando una vida juntos, pero ¿Debíamos dar ese paso? ¿Y si luego él se arrepentía?

Di un gran suspiro mientras caminaba.

Siempre quise encontrar a esa persona y sin duda era Alarick. Pero ¿Era yo «esa persona» para él? ¿Y si todo fue un tonto acto impulsivo?

Como ya dije, era un mar de dudas.

Decidí enviar un mensaje a Celia, esperando que lo viese pronto. Tras revisar la hora y ver que ya era medio día, casi la una y media de la tarde, decidí comer algo mientras intentaba aclarar mi mente.

¿La verdad? Estaba evitando afrontar la realidad aprovechando la resaca de todo el mundo. Tenía que hablar con Sonia, disculparme por lo de anoche y hablar sobrias. Tenía que hablar con Alarick sobre su proposición, pero aunque esté claro que hubiese dicho que sí, sin tan siquiera pestañear, no quería apresurarme a responder algo tan delicado a la ligera.

Y luego estaba la maldita de mi hermana, la muy inconsciente, a punto de casarse cuando sentía algo por otro hombre. ¡Mi cuñado!

Bueno, medio... ¿Cuñado?

Sacudí mi cabeza ante ese absurdo pensamiento y volví la atención al desayuno-comida que tenía frente a mí. Me detuve en un pequeño bar para comer y pensar.

Decidí enviar, al final, un mensaje a Alarick para vernos, pero no respondió. No obstante, recibí al fin respuesta de Celia.


CELIA:

¿Dónde estás?


Le mande la dirección. Media hora más tarde, me sorprendí al verla sentarse en mi mesa. Venía con Eva.

Resoplaron nada más tomar asiento.

—Joder, menuda noche.

—Y que lo digas —dijo Eva, estando de acuerdo—. Me costó mucho seguiros el ritmo, ¿Cómo podéis aguantar tanto?

Las tres soltamos una pequeña risa.

—Sí, definitivamente ha sido intensa la noche.

Celia frunció el ceño. Si es que me conocía lo suficiente como para comprender mis tonos de voz.

—¿Qué te pasa?

Mordí mi labio inferior, dudosa, pero es que ya no había nada que perder. Tenía que contárselo a alguien y ellas eran mis amigas. Inhalé profundamente, tomando aire antes de, al fin, liberarme.

—Veréis... Hay algo que debo contaros. Pero no puede salir de aquí, ¿Vale?

Me miraron extrañadas, incluso preocupadas.

—¿Qué ocurre? —dijo Eva.

—Bueno —hice una ligera mueca, ladeando la cabeza de un lado a otro—, dos cosas.

—¿Qué, qué? —insistió Celia, impaciente.

Suspiré, preparándome. ¿Cuál era la mejor manera de decirlo? Y no lo sabía, pero opté por la vía exprés.

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Where stories live. Discover now