6. Sexto fracaso con Sofía

203 27 3
                                    

Juan Pablo estaba esperando ofrecerle a Sofía ir a tomar un café, pero Jude y Villamil le cambiaron totalmente los planes cuando le pidieron amablemente si podía cuidar un rato a Max, pues ambos querían tener un rato a solas como pareja y tal parecía que nadie estaba lo suficientemente disponible para cuidar a su sobrino.

Isaza pudo haberles dicho que no, pero sabía de antemano que desde que nació Max, sus amigos no habían tenido tiempo a solas como pareja, así que decidió que podía hacerles ese favor, además, adoraba a su pequeño sobrino.

—¿Seguro que estarás bien?—preguntó Jude nuevamente y sin dejar de ver de Max a Isaza.

—Que sí, por milésima vez.

—¿No es ningún problema para usted, perro? Porque podemos cancel...—comenzó a decir Villamil

—Ya larguense—bufó Isaza con diversión.

—Bien, cualquier cosa...

—Los llamo—interrumpió Isaza—. Ya váyanse.

Jude le dedicó una última sonrisa a Isaza y un último beso al bebé antes de desaparecer por la puerta principal junto a Villa.

La primer hora transcurrió con tranquilidad, Max estaba profundamente dormido y por unos momentos Isaza creyó que era demasiado fácil cuidar a un bebé, aunque como si Max hubiera adivinado sus pensamientos, decidió despertarse con un potente llanto e irritación.

—Ey, Max, ¿qué pasa?—Isaza lo tomó en brazos meciéndolo—. Mira, tu sonaja—movió el objeto colorido frente a Max, pero el niño ignoró el juguete y siguió en su labor de llorar—. A la ruru niño, a la ruru ya—Max siguió derramando lágrimas.

Juan Pablo revisó su pañal y parecía estar en orden, así que se dirigió a la cocina, dejó a Max en el portabebés y con su brazo sano se dispuso a preparar la mamila, pero fue en vano, el niño no lloraba por hambre. Isaza comenzó a preocuparse cuando tocó su frente y descubrió que estaba demasiado caliente. Ese seguramente era un signo de preocupación.
No quería preocupar a Jude y a Villa, así que diligentemente le envió un WhatsApp a Sofía para preguntarle qué debía hacer.

No pasó ni un minuto cuando Sofía le respondió, le aconsejó llevarlo al hospital para descartar cualquier cosa, la fiebre era peligrosa y aún más en infantes. Isaza maldijo preocupado antes de salir con el bolso de Max y colocarlo en la sillita para bebés que tenía su auto. Desde que Villamil supo que sería papá, prácticamente obligó a todos sus amigos a comprar una silla para bebés y a que la pusieran en su auto, por aquello de las veces que Max tuviera que subirse a sus vehículos, además, su mejor amigo era medio obsesivo y protector con su primer hijo. Nadie quería sacarle el lado dramático a ese hombre.

Entre llantos y nervios, Isaza llegó al hospital, que justamente era el mismo donde trabajaba Sofía y donde se encontraba el pediatra de Max. Fue un alivio cuando la chica se acercó a él.

—Tienes que estar tranquilo—le pidió Sofía—. Me tomé el atrevimiento de hablarle a Jude y dijo que en cinco minutos estarían aquí.

—Gracias, Sofi.

—No hay de qué—le sonrió—. Dame al bebé—pidió ella.

Sofía sostuvo en sus brazos al pequeño Max, tratando de tranquilizarlo mientras esperaban que el pediatra Ramos llegara a atender la urgencia de su paciente. No pasó mucho hasta que una muy preocupada Jude apareció junto a un nervioso Juan Pablo. Ambos parecían que estaban a punto de colapsar.

—¡Ay, mi bebé!—Sofía le pasó a Max—Mamá y papá ya están aquí, Max—lo meció suavemente.

Villa se acercó por detrás y también empezó a susurrarle palabras tranquilizadoras a su hijo, aunque Isaza sospechaba que más bien se estaba tratando de tranquilizar a él mismo.

—¿Cómo fue tu experiencia de niñero? Dejando de lado esto—dijo Sofía.

—Bastante normal. Llevábamos una hora tranquilos, Max es el crío más tranquilo—respondió él.

—Sí. No creo que sea algo demasiado grave, aunque cuando es el primer bebé los papás se ponen demasiado nerviosos.

—Sí de por sí Villa ya es nervioso—dijo Isaza.

—Cierto, Jude es igual.

—Por eso son tal para cual—contestó Isaza señalandolos con la cabeza.

El pediatra del pequeño Max llegó, Villamil y Jude entraron al consultorio y luego de unos minutos salieron con expresiones tranquilizadoras en sus rostros.

—¿Qué les dijeron?

—No es nada grave, una pequeña infección—respondió Villa—. Le han aplicado una inyección, ha montado un circo por la aguja, pero la fiebre empieza a disminuir.

—Igual de dramático que el papá—dijo Jude medio bromeando—. Gracias por cuidarlo, Isaza.

—No es nada, me alegra que esté bien.

—Bueno, debemos irnos a casa, te vas a quedar, supongo—Villa subió las cejas en modo sugerente dirigiéndole una mirada pícara a su amigo.

—Eh... sí. Adiós, que les vaya bien.

—Lo mismo para tí—dijo Jude guiñandole un ojo.

Ese par no se detenía nunca.

—Uhm, estoy de guardia toda la noche, así que... ¿quieres acompañarme por un café?

—Seguro—dijo él sin pensarlo.

No sabía qué tenía Sofía, pero su presencia parecía ser algo tranquilizadora, le estaba gustando mucho estar cerca de ella.

14 citas antes de San Valentín | j.p. isazaWhere stories live. Discover now