4 Las pruebas de la Diosa

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La fortuna y el amor favorecen al valiente. [Ovidio]

Posdata: este es el capítulo más largo de esta obra, ¡espero les guste! ^u^ <3

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Escena I - [monte Olimpo]

Personajes:

Elaine como Selene, diosa de la luna

Diane como Demeter, diosa de la tierra

Merlín como Era, reina de los dioses

La hermosa diosa de pelo rubio y ojos ámbar lloraba sin poder detenerse, rasgando la orilla de su vestido hecho de luz de luna.

—Es que, no puedo creerlo, ¡es tan injusto! —Ella había sido testigo de la tragedia. La diosa de la tierra, quién había fallado en tratar de consolar a su amiga, farfullaba furiosa y también al borde de las lágrimas.

—Esa mujer, ¿no se supone que es la diosa del amor? ¿No se supone que ama a su hijo y desea su felicidad? Ahora él nunca, jamás... —En cambio, la pelinegra sentada frente a ellas no mostraba ninguna angustia. En su lugar, tenía una aterradora mueca de enfado, y estaba cruzada de brazos mientras reflexionaba el asunto con seriedad—. Merlín, ¿no hay forma de que convenzas a tu marido para que enfrente un juicio?

—Me temo que el rey de los dioses está muy ocupado, querida. Además, tampoco nos conviene hacer enojar a la Deidad de amor. No queremos que se desate una guerra.

—¿Entonces qué haremos? —La diosa de la luna se levantó de su sillita de oro y comenzó a dar vueltas por la habitación, totalmente angustiada—. ¡No podemos dejar esto así! Puede que sea ella mortal pero, ¡ama de la misma forma en que amamos nosotras! La siento en mi corazón como si fuera una amiga.

En realidad, todas se sentían así. La bella Elizabeth, esposa del dios del amor, siguió muy bien el consejo que su marido le había dado. Siempre fue respetuosa de los dioses, pero desde que supo que estaba embarazada, su adoración por las tres se había convertido en una misión. Dedicó hermosos altares nuevos para cada una, les dejaba ofrendas de flores, fruta y prendas que ella misma tejía, e incluso cerraba los ojos para charlar con ellas en las largas horas en que más extrañaba a su amado. Lo único que hacía era rezar con todo su corazón, sin esperar nada a cambio, en un humilde gesto de gratitud. Sin proponérselo, había convertido sus antes distantes figuras en sus más queridas confidentes.

—Pues yo tengo uñas muy fuertes de tanto trabajar la tierra —apuntó Diane—. ¿Qué les parece si voy a casa de esa mujer, y le arranco los ojos para que nos diga donde tiene preso a su hijo?

—Querida, calma. No podemos hacer nada en su contra, tal vez termine desquitándose aún más con Elizabeth.

—¡¿Entonces qué?! —dijeron las más jóvenes al unísono. La elegante pelinegra se quedó pensando un momento más, y lentamente, una sonrisa inteligente se extendió por su rostro.

—Esperemos un poco más para actuar. Estoy segura de que la princesa no se quedará sin hacer nada. Cuando ella regrese a confrontar a su suegra, nosotras estaremos listas para brindarle apoyo sin que nadie se entere. Solo necesitamos un pequeño golpe de suerte...

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Escena II [bosque entre el reino mortal y celestial]

Personajes:

Elizabeth como Psique

Ban como Pan, dios de la naturaleza salvaje

Deidad Suprema como Afrodita

Eros y Psique - Especial de San Valentin 2020Where stories live. Discover now