El bosque

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Era una tarde fría, lluviosa y nublada, Tania estaba sentada esperando a su mamá, como de costumbre cada vez que ella iba al trabajo. Limpió, ordenó y barrió el suelo de su pequeño hogar, para tener ya 14 años sabía hacer muchas cosas, no era algo nuevo, en esos tiempos las niñas debían aprenderlo desde muy chiquititas.

-Mamá!, ¿tuviste un buen día?-

Elisa, su madre, sólo la observó desganada y por lo visto, molesta.

Tania estaba más que acostumbrada, su madre nunca fue apegada a ella, la última vez le dejó clara la razón, no la quería, pero aún así soñaba con que viniera y le dijera perdoname.

Luego de que su madre fuera a su habitación, tomó su gran abrigo y salió, a la lluvia, por alguna razón le encantaba salir esos días aún así sabiendo que al final queda empapada. Caminó diez minutos, hasta llegar al hermoso lago, que por las gotas de agua chocando se veía el doble de bonito.

-Tus zapatos están llenos de lodo-

Tania se asustó, dió un salto hacia atrás al ver a la bonita niña que había hablado. Bajó su cabeza y en efecto, tenía sus zapatos llenos de lodo.

-uhum- respondió.

-Soy Margaret, ¿y tú?- preguntó la niña de trencitas rubias, cómo el perfecto y hermoso oro.

-Tania- susurró, la verdad es que hablar con niños y niñas para ella era muy difícil e incómodo ya que no sabía cómo actuar.

-Tannie, ¿tienes algún problema con que te llame Tannie?-

Su estómago se revolvió, sintió un calorcito en sus mejillas.

Nunca nadie le había puesto un apodo, ni si quiera su madre.

Tania sólo asintió sonrojada.

-¿quieres ir a jugar al bosque?- preguntó Margaret mientras jugaba con sus manitas, ansiosa por escuchar un sí.

Tania sabía el castigo que podrían darle si no llegaba a la hora de la cena, pero no sentía miedo, desde hace semanas que perdía cada vez más el miedo hacia su madre.

Asintió.

Margaret le dió la mano con la excusa de que no quería que se perdiera, así que fueron tomadas de las manitos mientras pasaban por en medio de los árboles.

-¿Donde vamos? Dijiste que vendriamos a jugar - habló Tania ya un poco nerviosa.

Margaret siguió llevándola de la mano, más lejos, parecía que ni ella sabía dónde iban.

-Necesito que toques la tierra y me digas cómo la sientes, Tannie-

La niña la miró confundida, demasiado. Tocó la tierra de todos modos, no era algo que no haya hecho antes.

-Está fría, húmeda y tiene piedras pequeñas-

Margaret la miró con una sonrisa, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le daba un gran abrazo.

Margaret tartamudeaba cosas sin sentido, Tania no entendía nada, era todo tan confuso.

Tania comenzó a sentir un miedo extremo, sensación de que iba a morir, de que tenía que alejarse de todo.

Se lanzó al suelo soltandose del abrazo, se apretaba la cabeza con sus manos cómo si fuera a explotar, y en dos segundos, todo se volvió blanco.

Su cabeza trabajaba, pero sus ojos se sentían pesados.

Logró abrir uno, vió una televisión con el escenario de hace un minuto, sólo que Margaret no estaba en el.

Estaba procesando todo, hasta que alguien gritó al lado de ella.

-¡Despertó, El proyecto 38 despertó!

¿Proyecto?

Una mujer caminó hacia ahí , la niña  sentía miedo, quería a su madre para salvarla.

-Hola Tania, Soy Margaret- Habló la mujer rubia sonriendo.

Tania sabía que ella no era Margaret, no podía ser, La niña se sentía mal, muy mal.

-¿Quién eres? Tú no eres Margaret, ella es una niña cómo yo- Susurró Tania con los ojos llenos de lagrimas.

La sonrisa de la mujer rubia se borro automáticamente, cómo si le hubieran tirado un balde de agua fría, muy fría.

-Soy la verdadera Margaret, mamá, se suponía que me recordarias si llevaba a la pequeña tú a pasear al bosque-

Libro de cuentos que escribí para ti <3Where stories live. Discover now