Capítulo XV

2.1K 69 21
                                    

*Lo siento si tiene errores ortográficos, espero te guste*

Capítulo XV

Alice

Estoy demasiado nerviosa por salir a cantar, quizás parte de ello sea que hoy no vino nadie cercano a verme. Mateo debe estar ahora con mi padre en algún proceso culinario, Zaira me comentó que estaba cansada después de muchas entrevistas de trabajo, Cristobal e Ian están en algún lugar del hermoso Vancouver, agarrándose de las manos y besándose apasionadamente, y Stive, pues de él no sé mucho.

Siento un escalofrío cuando el encargado del bar dice mi nombre con demasiada euforia. Pienso en mamá y en lo tan feliz que debe de estar por verme cantar y con toda la imagen de ella contenta, salgo al escenario.

Es la segunda vez que canto en público, pero trato de controlarme y pensar en cosas positivas, puesto que a las finales esto es lo que amo. Con todo el cariño al arte de la música empiezo a tocar mientras comienzo a cantar aquella canción que le canté a Mateo.

Mis nervios desaparecen en el instante en que agarro confianza conmigo misma, permitiéndome disfrutar lo que hago y capturando la atención de todo el lugar en sí.

*

—Estuviste fantástica, cariño— Carlos, el dueño del lugar, me abraza con demasiada alegría al bajar del escenario.

—Gracias. ¿Cuándo podré venir nuevamente?

Carlos con una enorme sonrisa en sus labios se aparta de mí, sujetándome de los brazos. No me siento incomoda o algo parecido a ello pues su cercanía no es con una doble intención, lo puedo notar por su mirada inocente.

—Te quiero contratar para que cantes aquí dos veces por semana, al menos por un tiempo, ya luego podemos agrandar tu estancia en el bar.

—¿De verdad? ¿Estas bromeando? Dime que no lo estás haciendo, porque moriré aquí mismo— digo tan rápido, sin perder la emoción de mi voz con cada palabra.

¡Me van a contratar!

—Por supuesto, cariño. Igual debemos de hablar algunas cosas— sus ojos achinados empiezan a brillar con una emoción inexplicable. —Primero, tengo que hablar con tu padre para que me dé el permiso para que puedas trabajar, ya sabes, son normas— asiento con la cabeza porque entiendo que soy menor de edad aún. —Segundo, me gustaría que variaras con las canciones que cantas.

—¿Variar?

Asiente.

—Sí, proponer diferentes géneros de música. ¿No te gusta la idea? Siento que sería increíble.

La idea no me parece escandalosa, en lo particular me encanta poder experimentar otro tipo de géneros, así como lo hacía mi madre. Puedo ser un poco insegura con muchas cosas, pero jamás con mi talento con la música, se de lo que soy capaz de dar y por ello acepto la propuesta de Carlos.

Después de coordinar algunas cosas, como, por ejemplo: Hablar con mi padre para el permiso. Me dispuse a despedirme y salir del bar, quiero alcanzar a Mateo antes de que se vaya. No lo he visto en todo el sábado y muero por hacerlo.

Es extraño lo mucho que deseo tenerlo conmigo, hasta podría decir que puedo soportar su estúpido ego con tan solo tenerlo frente a mí con ese cabello blanco, esa mandíbula bien marcada y eso maravillosos ojos grises.

No quiero adelantarme a nada y muchos menos a establecer una etiqueta a lo que siento por él, porque honestamente no lo sé. Estoy en un limbo sin respuestas ante mis emociones. Soy consciente de que me gusta. Carajo, claro que me gusta. ¿A quién no le gustaría Mateo? Sin embargo, tengo miedo de que ello se convierta en algo más, porque no sé lo que él siente por mí y tampoco quiero ilusionarme sola.

LA APUESTAWhere stories live. Discover now