9 | A 286,349 kilómetros de la luna.

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HUNTER

Mi espalda choca contra la pared de la regadera, se me corta el aliento cuando coloca una mano contra la pared junto a mi cabeza. ¿Qué diablos estaba haciendo este tipo? Se notaba a kilómetros de distancia su gran afán por querer hacerme la vida imposible. Respiro profundo, manteniendo la compostura para que no vea que el miedo está comenzando a invadirme todo el cuerpo.

Acerca su rostro al mío, dejando apenas pocos centímetros para que el aire fluya y pueda respirar. Una sonrisa malévola se dibuja en sus labios y su mirada me taladra la mía.

—¿Qué quieres, tarado? —Le pregunto mirándolo con indiferencia.

—¿Fuiste tú quien entró al cuarto cuando estaba teniendo sexo con Nicole?

Alzo una ceja, curioso.

—¿Y yo como por qué quisiera verte tener sexo con esa engreída?

—No lo sé, quizá porque te quedaron ganas de seguir tocándome... —murmura bajando su mirada a su entrepierna tan solo unos segundos, después vuelve a centrarla en mis ojos y frunce el ceño—. ¿Qué viste exactamente?

—¿Te digo qué vi? —Respondo con una pregunta, enderezándome y haciéndolo quitar la mano de la pared. Retrocede unos pasos hasta caer sentado sobre el inodoro—. Vi que estaba buscando algo porque era tan diminuto que necesitaría lentes de contacto para verlo.

Aprovecho que se queda unos segundos procesando lo que he dicho para tomar el pomo de la puerta. Pero, apenas tocarla, lo siento tomarme la mano con delicadeza, como si estuviera dudando en hacerlo. Desvío mi mirada de la puerta hacia su agarre y después a sus ojos, que no se muestran molestos por lo que le he dicho segundos antes.

—¿Ahora qué, por qué me agarras?

—Dime algo —dice poniéndose de pie, sin soltarme. Camina hacia mí hasta hacerme recargar la espalda contra la puerta. Se relame los labios y noto cómo hace el esfuerzo por ocultar una sonrisa—. ¿Por qué te engañas a ti mismo? Digo, porque semanas atrás en el laboratorio no se notó que necesitaras lentes de contacto para encontrar esa cosa que Nicole estaba buscando hace rato...

Me sonrojo. La verdad es que vi cómo ella le practicaba sexo oral sin cesar y sus gemidos se quedaron grabados en mi memoria. Elimino esos sonidos de mi mente y aprieto la mandíbula.

—Te recuerdo, gran Harry Baker, que tú pusiste mi mano en...ahí. —Señalo con el dedo índice su entrepierna. Después me cruzo de brazos—. De no ser así, créeme que en mi vida te hubiera puesto una mano encima porque ni con un microscopio lograría encontrarlo.

No me había dado cuenta que seguíamos tomados de la mano hasta que siento su pulgar acariciarme los nudillos una y otra vez, tranquilamente. Acerca poco a poco más su rostro, cortando casi por completo los pocos centímetros que había entre nosotros. Cierro los ojos cuando veo cómo acerca lentamente su rostro al mío, pensando que va a besarme. Me estremezco al sentir la punta de su nariz rozar la mía y después me empuja contra la pared, soltándome la mano.

Abro los ojos, confuso.

—¿Ves cuántas ganas me tienes, Elmo?

—¿Elmo?

—Mírate en el espejo y entenderás todo...

No hace falta que haga lo que dice para darme cuenta, por el calor que siento en las mejillas, que estoy rojo como un tomate. Dicho eso, abre la puerta del baño y se gira apenas pisar el pasillo. Su expresión se endurece bastante que siento que podría asesinarme con solo mirarme a los ojos. Vuelve a ingresar al baño, un paso a la vez.

Tan cerca de la luna [UE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora