II

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Algo común en el restaurante eran las reservaciones, las áreas exclusivas son usualmente tomadas para almuerzos de ejecutivos que querían planear reuniones algo informales.

Aunque esta vez se trataba claramente de un negocio de dudosa procedencia.

Las personas que hicieron la reserva fueron muy específicas a cerca de ciertas reglas a seguir, como el hecho de que no querían ser interrumpidos entre tiempos y que se mantuviera cierto tipo de discreción al respecto.

Como la encargada, no tenía ningún problema con ello, después de todo no es como si pudiese negarse a prestar un servicio que sería remunerado de buena manera, dinero era dinero y no podía permitirse flaquear ahora que tenía un nuevo centro de lavado al alcance de sus manos.

Aunque en ese momento la mujer (c/c) no podía permitirse atender mesas, con el restaurante siendo reservado en su totalidad para un evento pequeño, los trabajadores tenían un trabajo menos ajetreado. Era en ocasiones como esas en las que ella aprovechaba para encerrarse en la oficina de su jefe ausente para hacer todo el trabajo burocrático que él se negaría a hacer.

Había muchos papeles esparcidos por el viejo escritorio, en su mayoría listas de pedidos destinadas a los proveedores para el siguiente que debían ser enviadas antes de fin de mes para abastecer el negocio.

El toque de la puerta sacó de su burbuja a la mujer.

- Jefa.-Se trataba de un hombre mayor que ella, con sus años entrados en el negocio.- Le están buscando.

- ¿Ah?- Arqueó una ceja con incredulidad, detuvo su tarea para mirar a la puerta que había estado cerrada durante todo aquél intercambio.- ¿Pidieron hablar con el gerente otra vez?

- No exactamente.- Aunque apagado, el sonido de que había alguien más al otro lado de la puerta de madera era inconfundible, al igual que el nerviosismo del hombre mayor.

Para que alguien como él, que llevaba tantos años de servicio en el negocio del servicio al cliente, flaqueara tanto en sus palabras debía tratarse de algo realmente serio.

- Déjalo pasar.

Al abrir, la conocida figura del empleado fue visible. (__) no se equivocaba al suponer que el viejo hombre estaba nervioso, la forma en la que miraba al suelo con aparentemente temor y el sudor que brillaba de su cabeza calva confirmaban aquella teoría.

- Es por aquí, señor.- Aunque discreto, el temblor en las rodillas del anciano eran notables.

Entrando por la puerta, un hombre de aspecto refinado y debilucho, nada en él parecía lo suficiente como para justificar el pavor del empleado ante esa presencia.

La única explicación posible era si se trataba de un pez gordo de alguna organización.

La ropa que cubría su larguirucho cuerpo estaba segura de que podría pagar sin problemas todo un año de alquiler en su departamento, muy extravagante y claramente ostentoso, pensó la mujer. Su largo cabello blanco caía elegantemente sobre uno de sus hombros, dejando al descubierto un tatuaje en un costado rapado de su cabeza. Aunque vago, la (c/c) tenía el recuerdo de haber visto a alguien de aspecto similar en una de las reuniones de la zona VIP apenas unas noches antes.

Una apariencia peculiar para un cliente de peculiar.

- ¿En que puedo ayudarle?

Esperaba que le hablara con condescendencia, incluso practicó mentalmente un discurso en caso de que él despotricara sobre el servicio o la comida, había pasado tantas veces antes que (__) solo podía prepararse mentalmente para los regaños e insultos que podía recibir de un hombre rico.

Carrusel [Hajime Kokonoi x Reader]Where stories live. Discover now