durazno [Binsung]

frutas?

Otra vez Jisung se encontraba despertándose más temprano de lo habitual para ir a abrir la maldita frutería, tenía tanto sueño, ni siquiera le dio tiempo de desayunar, aparte era raro ver a un joven con el uniforme puesto a las 7 de la mañana siendo que el asistía a clases hasta las 2 de la tarde, pero si no se vestía de una vez, no le daría tiempo de arreglarse para ir a la escuela después.

Claramente más de uno de sus amigos se habían dado cuenta de su trabajo de medio tiempo y ahora le llamaban "homosexual de mrd" aunque tal vez no tenía nada que ver con que atendiera una frutería.

Lo único bueno de esa cosa era que podía robarse una que otra fruta siempre que quisiera, tenía una basta galería de frutas de todos colores y sabores, era su pequeño paraíso terrenal.

Algo que había notado es que su frutería estaba solo a unas calles del gimnasio, solía ver a mucha gente con ropas deportivas pasar al frente de su frutería, esto ayudaba a su negocio en demasia, su padre había sabido escoger bien la locación de su negocio.

Han ya no sabía en que otra cosa distraerse, nadie pasaba por la calle aún y ya eran las 10 de la mañana, ¿por qué la gente es tan floja?, ¿acaso nadie se despertaba antes de las 10 en esta calle?, se encontraba mirando sus uñas cubiertas de esmalte color negro hasta que la voz de un chico lo sacó de su ensoñación. Un cliente por fin.

-disculpa, podrías darme medio kilo de guayaba?- pronunció el desconocido de voz áspera pero suave.

Y ahí fue cuando Han Jisung creyó haberle encontrado sentido a la vida, ese joven que estaba parado esperando una respuesta con sus cejas fruncidas y sus labios apretados era justo lo que estaba esperando.

Era tan lindo, sus ojos se sentían como un mar de chocolate, quería perderse para siempre en ellos, sus labios lucían como dos bonitos malvaviscos rosados, su cabello color negro le recordaba a la oscuridad que imponía con solo escuchar la palabra y esa perforación en su nariz, ¡santo cielo!, ese hombre era precioso.

Quería escribirle mil poemas, cien canciones y veinte cartas, quería verlo todos los días en su casa a la que llamarían "hogar". Tal vez se estaba apresurando demasiado pero habia quedado flechado por ese bajito chico de brazos y hombros anchos vestido con solo prendas de color negro y una gorra que cubría poco de su cara.

Pero no podia decírselo, vaya, ni siquiera sentía que pudiera decirle nada en ese momento, se había quedado pasmado.

-disculpa, no me escuchaste?, podrías darme medio kilo de guayaba?, tengo un poquito de prisa- volvió a hablar con esa voz que podía derretir hasta al mismo sol.

-oh!, sí, lo siento mucho, no había escuchado bien, enseguida te lo traigo- pudo contestar con dificultad y sus mejillas sintiéndose cálidas.

Se apresuró a tomar el pedido topándose con una caja llena de duraznos que, obviamente, también vendían y tuvo una idea.

-aquí tienes!, perdona la tardanza, por favor acepta este durazno en forma de disculpa- dijo Jisung extendiendo sus dos manos llenas hacia el joven.

-muchas gracias, no tenías porque hacerlo, realmente no estaba nada molesto, gracias otra vez- aceptó las cosas que le ofrecía Jisung y le otorgó una sonrisa que dejaba a la vista sus dientes apresados por los brackets.

Una vez el bonito desconocido se marchó, Han pudo dejar de aguantar la respiración, sus manos estaban temblorosas y su corazón palpitaba efusivamente, deseoso de saber quien era ese chico. Sabía que asistía al gimnasio por la ropa que portaba, esperaba poder volverlo a ver algún dia.

UJUJUY, aquí está el otro capítulo!, ojala les guste mucho!.

Gracias por leer tremendas tonterías que escribo kwhhsks, nos vemos en otra historia!.