Capítulo 19

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El mes de enero pasa rápido y agotador. Las horas parecen más largas y pesadas que de costumbre y el hecho de que las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas fueran constantemente presenciadas por Umbridge y sus molestas interrupciones, ya que Hagrid al parecer está en período de prueba, hace que se me revuelva el estómago. Y eso no es para nada bueno puesto que las sensaciones de asco junto con la de vacío, que cada vez se intensifica más, me provocan una ansiedad difícil de superar. 

Antes de poder darme cuenta, el 14 de febrero está retumbando en mi mente. Esa misma mañana cuando abro los ojos solo tengo ánimos para volver a cerrarlos. No me gusta esta fecha.

Cuando era pequeña y vivía en el orfanato, la señora Feller solía estar el doble de enojada conmigo y las palizas eran bastante más dolorosas. Ella se casó un 14 de febrero y, cuando se divorció porque su marido la engañó con una adolescente bastante hueca, cada San Valentín era un infierno.

Tengo una especie de odio a todo lo que esa fecha conlleva, pero cuando George me dijo que quería estar conmigo en Hogsmeade no he podido contestar un no. Es más, he sonreído y me he mostrado feliz. Nunca hablamos de mi vida antes de Hogwarts, de la señora Feller o de las cicatrices pequeñas que tengo en algunas partes del cuerpo por consecuencia de los castigos allí. En el estómago, por ejemplo, bajo el ombligo, tengo una larga cicatriz lo suficientemente grande para ser vista en la cercanía. Y en el muslo derecho tengo la marca de unos dedos poco visibles, pero en mi piel blanca, se nota su color morado. Un moratón que no parece dispuesto a irse.

Suspiro profundamente y me visto con lentitud. No tengo idea qué tipo de ropa debo ponerme así que me decido por unos jeans blancos medio rasgados en las rodillas y una musculosa negra con un suéter oscuro algo grande encima. Recojo mi pelo en una coleta baja y ahueco una mano en mi frente. No quiero hacerlo, no quiero pasar toda una mañana recordando que es San Valentín.

Me encuentro con George en la sala común. Me sonríe cuando me ve bajar por las escaleras y postra un beso firme y alegre en mis labios.

—Hey —saluda cuando me suelta.

—Hey —contesto, simulando una risa encantada.

Me toma de la mano y me encamina hasta los carruajes que esperan fuera del castillo para encaminarnos a Hogsmeade.

El viento es ligero pero frío cuando llegamos a las Tres Escobas. Al entrar, los alumnos de Hogwarts son solo unos pocos y las parejas escasean. Arrugo el ceño, extrañada, y busco con la mirada una mesa. Solo reconozco el rostro de Hermione en una de ellas, está con Luna y otra mujer rubia y con expresión fastidiada. La recuerdo como Rita Skeeter.

—Lee me dijo que casi todas las parejas estarán en el salón de té de no sé quién —dice George junto a mí.

— ¿De Madame Pudipié?  —exclamo sin mirarlo, encaminándome a una esquina apartada —. Lavender me aconsejó ir allí. Dice que es muy acogedor y bonito, y que harán una decoración especial por San Valentín —añado, distraída jugando con mis dedos índices.

— ¿Quieres…? —pregunta en un momento, mirándome el rostro para intentar descifrar lo que deseo.

Bufo entre dientes, casi carcajeando irónicamente.

— ¿Tienes que preguntar? ¿En serio, George?

Alzo la vista con una sonrisa y una ceja levantada. Como si no fuera ya lo suficientemente cursi toda esta situación como para pasarla en un lugar con decoraciones de ángeles en pañales y flores ridículamente grandes y rosas.

Él se encoje de hombros y su sonrisa se ensancha.

—Cada vez te quiero más —confiesa, casi sin ser consciente. No me deja tiempo para responder o para ponerme incómoda cuando agrega: —Iré por las cervezas de manteca y algunos bollos. Vuelvo enseguida.

"Rejas"Where stories live. Discover now