XIV

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En la comisaría encerraron en una celda al Señor Ciga. Estaba sentado en el banco cuando Diego entró.

- Me han dicho que vas a confesar, pero solo delante de mí.

- Fui yo quien mató a mi mujer, me pudo la ira, pero solo a ella.

- ¿Y el Señor Aguirre?

- Se suicidó.

- ¿Y tus hijas?

- La mayor se cayó por las escaleras, solo fue un desafortunado accidente.

- Menuda coincidencia. - A Diego le pareció sospechoso, desaparecieron poco después de su mujer, un mal momento para accidentes. - ¿Qué pasó?

- Maté a mi mujer en el despacho de arriba y la deje allí sin saber qué hacer con ella. Eso empezó a oler y mi hija entró, la vio y salió corriendo, de alguna manera se tropezó y se cayó por las escaleras. Un buen golpe se llevó. Supongo, no estuve allí.

- Si no estuviste allí, ¿cómo sabes que sucedió eso?

- Me lo contó mi hija pequeña, ella sí que lo vio.

- ¿Qué pasó con ella? ¿También se cayó por las escaleras?

- Está en casa, viva. No se atreve a salir fuera. Tiene agorafobia, ya sabes, miedo a salir de casa.

- ¿Y Elizabeth?

- Muerta. - Hizo ademán de recoger los hombros, en señal de que no lo sabía.

- ¿Dónde? - Diego se impacientaba, el Señor Ciga había confesado su crimen y parecía tan normal. - ¿Dónde está?

- Déjame solo.

Diego había golpeado los barrotes de la celda de lo furiosos que estaba, pero el encarcelado no le decía lo que quería saber. Al final le pidió que se marchara sin darle una respuesta. Diego se dio la vuelta pero el señor le pidió que se girara nuevamente. Le dijo que tenía una sorpresa para él en la mesa del porche. Diego desconcertado salió hacia el palacete.


Encima de la mesa del porche había un sobre amarillo. Diego se extrañó porque antes no había nada, pero pensó en la hija del Señor Ciga, él le había contado que todavía seguía viva en su casa. Cogió el sobre y se sentó en las escaleras para leerlo.

Pensando en todo lo sucedido vio a una persona viniendo hacia él, era la Señora Aguirre.

- Al fin te encuentro.

La señora se subió la falda y se sentó a su lado pero Diego no dijo nada, seguía con la cabeza agachada y el sobre en las manos.

- He pasado por la comisaría a ver al Señor Ciga. Pero no me han dejado pasar. - Se quedó parada un segundo esperando una reacción de él, pero no lo consiguió. - Les he preguntado por qué y resulta que se ha suicidado.

- ¿Cómo? - La señora había conseguido que reaccionara levantando la cabeza.

- Pues verás, no te lo vas a creer pero, tenía un pequeño cuchillo escondido en su bastón. La parte de arriba se podía girar y eso era un puñal. - Hizo el gesto de sacar un puñal de un bastón.

Diego volvió a esconder la cabeza, no tenía ganas de hablar y se sentía triste, aunque en el fondo se alegraba de que hubiese muerto. Los dos callaron. La señora miró hacia el cielo y contempló las estrellas hasta que finalmente le volvió a hablar.

- ¿Ahora qué vas hacer?

- No lo sé. - Movió la cabeza para decir que no pero luego la levantó y miró las estrellas, como su acompañante. - En un verano he vivido lo que pocos viven en muchos años. Me he enamorado, me he casado y ahora estoy viudo, sin trabajo y sin ganas de seguir adelante. En dos días.

- Si te suicidas no dejes una nota, todos entenderán porque lo haces. - Le miró y le sonrió.

- No soy tan cobarde como para morir.

- ¿Tú crees? Hay que ser valiente para quitarse la vida. Eres joven, aún puedes empezar una nueva vida.

Diego se rascó la cabeza con la punta del sobre y al verlo la señora le preguntó por él.

- El Señor Ciga me ha dejado su casa, todo su dinero y sus tierras, todo el poder que él consiguió, sus negocios, todo.

- Normalmente cuando se empieza no se tiene nada. ¿Pero quién no quiere un poco de ayuda?

- Me gusta este lugar, me traerán malos recuerdos, pero viviré con eso.

- ¿Y si vendes la casa y te compras una en otro lugar?

- Diego se quedó en silencio.

- Es pronto para hablar de eso. Ahora quiero estar solo.

- Muy bien. Te dejaré solo.

La Señora Aguirre se levantó y se fue dejando solo al joven, como él quería. Un rato después él también se levantó para marcharse. Se fue a casa para descansar pero en toda la noche no pudo dormir.

 Se fue a casa para descansar pero en toda la noche no pudo dormir

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El palaceteWo Geschichten leben. Entdecke jetzt