9. Win

1.5K 210 14
                                    

—No quiero presionarte, —dijo Bright mientras me entregaba una cerveza y se sentaba a mi lado en el sofá—. Y no te he dicho que te amo para llevarte a la cama.

—Ya lo sé, —le aseguré—. Créeme, te amo, no estaría aquí si no fuera así. Sólo... ten paciencia conmigo, ¿de acuerdo?

—Oye, también es mi primera vez, —me recordó—. Sólo prometamos ser brutalmente honestos el uno con el otro a través de todo. Si no te gusta algo de lo que hago, o quieres algo que no hago, dímelo. Y yo prometo hacer lo mismo. Somos nosotros, ¿de acuerdo? Tú y yo.

—Tú y yo, —repetí, asintiendo mientras daba un trago a mi cerveza—. Oye, Bright. Necesito decirte algo.

—Cualquier cosa, —dijo, acercándose y apretando mi muslo.

—De verdad que me he pinchado el ponche en tu fiesta.

—Lo sé. —Sonrió—. Realmente te amo.

—Yo también te amo.

Y eso era realmente todo lo que importaba. Ambos dejamos caer nuestras cervezas al suelo mientras él se lanzaba sobre mí, su cuerpo presionado sobre el mío mientras me empujaba hacia atrás en el sofá, su boca cubriendo la mía en un beso profundo y desesperado.

Nuestras manos recorrían el cuerpo del otro, tirando de los botones que salían disparados y resbalaban por la madera. Nunca iba a recuperar el depósito de ese esmoquin.

—Vamos arriba, —dijo Bright, con la voz ronca mientras se bajaba de mí y me ofrecía una mano para ayudarme a levantarme.

—¿No deberíamos limpiar primero? —Pregunté, señalando las cervezas que aún se derramaban sobre la alfombra.

—El mayordomo lo hará, —dijo, tirando de mi brazo y empujándome hacia la escalera.

—¿De verdad tienes un mayordomo? –Pregunté. Pensé que era una broma. Sí, sabía que era rico, pero ¿un mayordomo?

—Tal vez. ¿Vienes?

Le seguí, los dos nos fuimos despojando, de los zapatos, los calcetines, las chaquetas, las corbatas y las camisas esparcidas por el suelo y por las escaleras como un mapa del tesoro pornográfico, y para cuando llegamos a su dormitorio cada uno de nosotros sólo llevaba puestos los pantalones.

Nos pusimos uno frente al otro junto a la cama, lo suficientemente cerca como para sentirnos extraños sin tocarnos, pero ver el colchón allí esperando por nosotros hizo que todo el miedo que había estado reprimiendo empezara a brotar.

—¿Dónde tienes la cabeza ahora mismo?– Preguntó Bright suavemente. —¿Estás bien?

—Estoy un poco nervioso, —admití—. En realidad no sé cómo llegar desde aquí hasta donde nos dirigimos.

—Creo que simplemente hacemos lo que se sienta bien, —dijo.

Extendió la mano y enroscó sus dedos en mi cintura, atrayéndome hacia su pecho y chocando su boca con la mía. Su lengua se deslizó entre mis labios y gemí dentro de él, mientras mis dedos recorrían la suave piel de sus duros bíceps.

Sus dedos desabrocharon el botón de mis pantalones y me bajaron la cremallera, dejando los pantalones en el suelo a mis pies.

Me quité los pantalones y le devolví el favor, quitándole también los suyos antes de barrerle la pierna y tirarle hacia atrás en la cama, con mi cuerpo inmovilizando el suyo, con nuestras erecciones rozándose a través de nuestros bóxers.

—Eres jodidamente precioso, —dije, besando y pellizcando suavemente su mandíbula con mi boca—. ¿Cómo demonios he tenido tanta suerte?

—Creo que yo soy el afortunado aquí, —insistió Bright—. Desnúdate.

Diablos papi 🙊 ✨BrightWin✨BW✨Where stories live. Discover now