35. Capítulo final.

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Tan erróneo como lo era la simple idea de porfiar e insistir en aferrarse a lo que desde un comienzo fue erróneo, valga la redundancia, lo es decidir entregarse al mismo demonio y escapar del infierno junto a él. 

Jeno no conocía lo que era un "no", y eso se veía reflejado en sus deseos, en su perseverancia que, hasta ahora, solo le ha traído consecuencias funestas. Pero, ¿qué es del error sin un deseo, una corazonada? Porque de eso se trataban sus errores, de un deseo tan nimio como lo era el amor. 

¿Y qué es el amor, sin el deseo? Un sentimiento intangible e inexistente. De eso consiste el amor, en suma, un deseo, unas ansias de dar y recibir algo a cambio. Un sentimiento no necesariamente recíproco, pero que, en su mayoría, funciona así su concepción. 

Mas esto, va más allá del amor. El error cometido va más allá del amor. No hablo de ese error, sino el que están a punto de cometer. Un error que va más allá de sus esquemas, del amor. Un error sofocado por la sed de venganza y justicia que anhelaban alcanzar. Un error... que les podría enseñar algo de lo que ellos aún no son conscientes que carecen, volviendo al concepto nimio del amor... pero un amor que va más allá que el deseo. 

—Sígueme —le dijo Jeno una vez se adentraron en el coche. 

—¿A dónde iremos? —preguntó Sunghoon, dispuesto a cualquier cosa.

—¿La contraseña de la casa de Jaemin sigue siendo la misma?

—Sí, pero... ¿Por qué iríamos a casa de Jaemin ahora mismo? Él ya no está allí... —cuestionó, inclinando la cabeza con una mirada dudosa, no entendía lo que Jeno estaba insinuando.

—Solo sígueme, tengo una idea. —Y pisó el acelerador para marcharse.

Sunghoon obedeció, y al llegar a casa de Jeno ambos se dispersaron por casa.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó el rubio.

—Tú encárgate de crear identificaciones falsas, para los tres. Yo mientras tanto sacaré todo el dinero.

El silencio de Sunghoon fue demasiado ruidoso y su expresión muy confusa. No tuvo necesidad de explicárselo porque Jeno vio su rostro y se lo aclaró de inmediato.

—Sea como sea que se dé esto, va a terminar mal. Y tanto Jaemin, como tú y yo, tendremos, probablemente, que escapar. La policía de seguro ya nos está buscando, no podemos quedarnos aquí más.

La determinación en sus ojos hizo a Sunghoon tragar saliva. Había estado en momentos tensos antes, en conflictos que no siempre tenían desenlaces felices. Pero jamás había sido testigo de una persecución, menos de un escape, ni tampoco, de un ataque a una mafia tan peligrosa como lo era la de Yuta.

Definitivamente, esto no podía terminar bien de ningún modo. Y temía que ese mal término se llevase consigo una vida. O dos, o las tres...

Agitó su cabeza y se centró en su labor. Jeno, por otro lado, corrió hacia la habitación de Jaemin para entrar en su armario.  Hizo los trajes a un lado para descubrir la pared, y se encontró con lo que estaba buscando: su caja fuerte. La encontró de casualidad días atrás cuando Jaemin le prestó sus ropas para trabajar. Solo esperaba que allí estuviese lo que estaba buscando.

No se preocupó de la seguridad, y con violencia arrancó el panel que escaneaba su huella dactilar. La caja se abrió por si sola, y la alarma comenzó a sonar en un fuerte pitido que acribilló sus oídos. Allí dentro se encontró con la caja repleta de billetes...

Y un frasco de porcelana blanco, tallado sobre él el nombre y la fecha de su víctima. Yuqi.

Tragó saliva al verlo, e ignorando la culpa que aprisionó su pecho, tomó un bolso y comenzó a llenarlo con dinero. Lo hizo rápido para salir pronto y no tener que oír más ese pitido, pero fue inútil. La puta alarma estaba sonando en toda la casa.

maverick ー nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora