Uno

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Me llamo Mya Julie

Soy la secretaria del hombre más guapo de la ciudad y por supuesto el más rico, él es poco encantador la verdad pero su belleza opaca eso.

Tengo 25 años de edad y soy una Morena, de ojos café que usa lentes.

Para mi no es un placer trabajar con mi jefe, tiene un nombre hermoso pero intimidante, su nombre es Ashton Ainsworth tiene 32 años de edad.

Sí tuviera que describir a mi jefe en una palabra, seria: playboy.

-¡OH DIOS! ¡QUÉ RICO! -gritó la voz de la mujer que, hace solo unos minutos había venido exigiendo ver a mi jefe, con una actitud petulante y engreída, mirándome por encima de su hombro.

Había exigido ver a Ashton de inmediato, sin siquiera dar los buenos días o presentarse. Era una de sus mujeres, pude adivinarlo por su aire de grandeza y su increíble belleza.

Era alta, muy delgada, esbelta, rubia y con un rostro que tuvo que haber sido hecho por los ángeles.

Pero, así como eran de hermosas, también eran molestas, engreídas y petulantes, creyendo que todo el mundo estaría a sus pies solo por ser hermosas.

Le dije educadamente que no estaba, pero como siempre, ellas no se iban sólo con un no por respuesta.

Por lo que antes de que yo pudiera decir o hacer algo, ella fue directamente a su puerta y entró como alma que lleva a su oficina. Ni siquiera me molesté en intentar detenerla, no iba a lograrlo, además, estaba en mi almuerzo, no iba a correr detrás de una de las amantes de mi jefe sólo porque ella quería coger.

Hubo un silencio por un par de minutos, y luego, ella comenzó a gritar como una posesa.

-¡Eres un Dios Ashton! -gritó de nuevo, y fue suficiente para mí.

Tiré la mitad de mi pan con jamón y queso crema de vuelta al escritorio y gruñí en molestia por mi reciente falta de apetito. Se suponía que yo no tenía que escuchar cuando mi jefe estuviera cogiendo con una chica, pero ellas eran tan totalmente escandalosas, que era un milagro que toda la empresa no las escuchara.

Pero en vista de que mi escritorio estaba justo fuera de la oficina de mi jefe, yo era la "afortunada" de escucharlos tomar.

Tenía que admitir que una parte de mí sentía un poco de envidia, no me gustaba escuchar a chicas chillar de gusto cuando yo llevaba más de un año sin nada.

Y ni siquiera cuando había estado con otros chicos, me había escuchado tan complacida y excitada como ellas, mis encuentros fueron más bien normalitos, tirando a aburridos.

La rubia lanzó un grito de gusto, lo que me indicaba que había llegado. Dios, esto era como escuchar porno en vivo.

Silencio reinó en el lugar, por lo que tomé de nuevo mi pan y le di otro bocado, aliviada de que todo hubiese acabado.

-¡Eres así Ashton! -gritó de nuevo la mujer, esta vez, con rabia.

Gemí y tiré de nuevo el pan. ¿Podría comer en paz alguna vez en esta empresa?

-No puedo creer que me estés haciendo esto ¿me corres de tu oficina después de eso? ¿qué clase de hombre sin sentimientos eres? -Ya que era la única gritando, no podía escuchar las respuestas de él. - No me voy a ir hasta que no hablemos de lo nuestro.

Tomé mi Sprite y le di un sorbo, disfrutando del espectáculo.

No me sentía mal por burlarme de ellas, porque ¿quién en su sano juicio pensaría que Ashton Ainsworth tomaría a alguien en serio?

Ellas estaban muy ciegas, creyendo que él las haría su novia, les presentaría a sus padres y saldría en las fotos con ella de la mano. No, el señor Ainsworth no era ese tipo de hombre.

Él las tomaba, escandalosamente, a veces las llevaba a cenar y luego a un hotel y por último, las desechaba como un envase de Starbucks después de beber el café.

-¡Te juro que te vas arrepentir mucho! -gritó de nuevo.

La puerta de la oficina de mi jefe se abrió, y una muy agitada, enardecida rubia salió a trompicones.

Su vestido rojo, antes muy bien planchado, ahora estaba arrugado y una de las tiras rotas. Su cabello perfectamente peinado ahora estaba engrinchado y su labial rojo era sólo una marca rosa esparcida por sus labios.

Sin quererlo, una risita divertida se me escapó. No se veía igual a la engreída que llegó hace unos minutos, creyéndose la dueña del mundo.

Ella me escuchó, detuvo su camino hacia el ascensor y me miró. Mi sonrisa murió en el momento en que vi la furia en su rostro, como si yo fuera la que acababa de rechazarla después de haberla tomado.

-¿Te parece muy divertido? -preguntó, por lo que me encogí de hombros en respuesta. No iba a discutir con ella. - Seguramente eres una basura igual que tu jefe...

-Camila, pensé que ya estabas fuera de mi empresa -murmuró Ashton, desde el marco de la puerta de su oficina, con los brazos cruzados sobre ella.

Ella frunció el ceño y lo miró con odio. -¡Mi nombre es Camille!

Cuando se subió al ascensor y las puertas se cerraron, pude respirar de nuevo.

Mi jefe, el señor Garret, se me quedó mirando con una ceja levantada. Bien, no había sido mi intención burlarme de la chica, pero si él estaba dándome un espectáculo, no podía pretender después que no lo disfrutara.

-Ve a llevar mi traje a la tintorería -ordenó con voz fría.

Él no era la persona más amable del mundo, mucho menos cuando me burlaba de sus mujeres. No había "por favor" ni "gracias", cuando daba una orden, simplemente tenía que cumplirla y ya, no esperar a que él fuera amable conmigo.

-Por supuesto, en cuanto termine de comer iré -respondí, bebiendo otro sorbo de mi Sprite

Miró su Rolex de última edición y luego a mí. Cuando sus ojos se posaron en los míos, supe que iba a salirme con una de las suyas. Inútil hombre.

-Tu descanso para comer terminó hace cinco minutos. Ve ahora mismo.

La Secretaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora