Sus palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez.
El mundo está cambiando de una manera que no debería hacerlo. Y solo nosotros podemos guiarlo hacia el buen cambio.
Doy vueltas en la cama mientras chirría bajo mi peso. Me duele cada músculo de mi cuerpo, miro el reloj que hay en una de las paredes de la cabaña, son las cuatro y media, aún no me he dormido.
El mundo está cambiando de una manera que no debería hacerlo. Y solo nosotros podemos guiarlo hacia el buen cambio.
Amy no ha resulto todas mis dudas. Pero tendré que descubrir lo demás por mi cuenta. No puedo más. Me levanto para vagar por el campamento sin rumbo. Mis pasos me llevan al círculo rojo dibujado en la arena. Me siento en el centro mirando a mi alrededor. Suspiro. Todo ha cambiado tanto en tan poco tiempo...
—Nos adaptaremos —dice una voz a mi lado; como si me estuviera leyendo la mente.
Giro la cabeza para encontrarme con ese chico de ojos marrones, Joss. Estaba tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera me he percatado de su presencia.
—¿Me sigues? —digo; aunque es evidente que sí.
Sonríe encogiéndose de hombros.
—Yo tampoco podía dormir, te mueves demasiado —me recrimina.
Ahora me toca a mí encogerme de hombros. La cena ha transcurrido sin incidentes. Han hablado del entrenamiento de hoy, como ayer y me han dicho que soy muy mala en todos los aspectos, algo que ya sabía. Al menos Amy me ha defendido. Joss seguía mirándome al otro lado de las llamas. Quizás debería proponerle unirse a mi nuevo grupo, aunque no sé si yo estoy dentro aún.
—¿Qué nivel eres? —le pregunto.
Él emite una risita. No sé qué le hace tanta gracia en esto.
—No uno tan bueno como el tuyo. Soy nivel tres, puedo protegerme, proteger a los demás e influir en los pensamientos de los demás —contesta.
Asiento abriendo un poquito la boca como muestra de asombro.
—¿Y yo qué puedo hacer? —pregunto.
Él se encoge de hombros, por lo que me da que solo sabe hasta donde llega su defecto, quiero decir su ineluctabilidad. Todo esto me parece muy extraño. No puede ser real, seguro que es un sueño, seguro que estoy dormida en el avión, fantaseando una vez más, cuando me pellizque en este preciso instante me despertaré y todo este lío desaparecerá. Volveré a ser rara, pero sin una especie extraña de poderes mentales. Me pellizco, pero no despierto. Él me mira extrañado y luego se ríe. Yo también me rio amargamente.
—¿Qué hacéis vosotros dos aquí? —dice alguien enfurecido a nuestras espaldas.
Por desgracia conozco esa voz, y no es que me guste especialmente. No hace falta que me gire para saber la expresión que tiene, pero aun así lo hago. Unos ojos verdes relucen en la oscuridad con el ceño fruncido. Azul. Se cruza los brazos en el pecho, primero me mira a mí, luego a Joss. Pero después se queda mirándome fijamente. ¿Por qué todo el mundo intenta intimidarme?
—Tú, vete —dice señalando a Joss con la cabeza; sin dejar de mirarme—. Tú, ven conmigo.
Joss me mira extrañado, pero Azul lo regaña de nuevo y le dice que se vaya. Me abandona, dejándome a solas con él. Azul me mira impaciente, me levanto vacilante para acercarme a él con pasos cortos y lentos.
—Eres de nivel diez —afirma, yo asiento, aunque no hace falta que lo haga—. Y no tienes idea de nada —vuelvo a asentir—. Yo te enseñaré, vamos.
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INTO THE ABYSS
Science Fiction«El mundo está cambiando. Y solo yo puedo arreglarlo. Tengo una difícil misión a mi espalda. Y no solo yo, mis compañeros también. Será difícil, pero hemos de conseguirlo. No podemos permitir que suceda lo que está a punto de pasar. El mundo está ca...