IV

0 0 0
                                    

Es viernes por la tarde, estaba un poco entusiasmada porque el lunes ya comenzarían las clases de un nuevo ciclo escolar, ansiaba mucho entrar a clases. Este lugar no es tan malo como pensaba, había comenzado a correr en el bosque, ya habíamos dado un paseo por las tiendas y me estaba agradando.
Correr en el bosque cercano del departamento me hacía pensar que mi familia no se encontraba tan lejos como creía.
Todo es muy tranquilo, se escuchan algunos pajarillos cantar, los árboles se mueven al ritmo del aire suave, con mucha calma como si quisiera arrullarte para dormir, los pinos altos, grandes y frondosos como los que notaba desde la ventana del tren, se mantienen firmes hasta el cielo.
Me detengo para descansar un poco, me siento debajo de un árbol, respiro hondo y observo todo el paisaje verde lleno de su flora, por las ramas dejando solo pasar unas pequeñas ráfagas de luz, el lugar tiene un aroma de caoba fresco que te hace relajar y te ayuda a limpiar tus pulmones con cada respiro.
  Después de un rato comienzo a caminar de nuevo a lo lejos escucho pisadas acercándose hacia mí, pero cada vez que volteaba no se encontraba nadie. Quizás solo es algún animalito que caminaba por ahí.
A lo lejos observé una sombra, creí que la imaginaba, pero en otra ocasión volví lograr ver a alguien que se escondía detrás de un tronco de árbol.  Pregunte quien era el que se escondía, no creí que alguien contestaría, pero un chico musculoso alto con cabellos dorados se quedó observándome, y por alguna razón la paz que tenía desapareció.
 Mi memoria comenzó a mandarme flashazos fugaces de mis pesadillas lo cual me produjo más miedo. No tarde en huir de ese lugar, comencé a hiperventilarme, creo que intenta decirme algo, pero no entiendo bien.
Los cantos de los pajarillos que escuchaba, ya no están más. Mi corazón este acelerado, es igual a mi pesadilla, no veo salida alguna, siento que me falta algo. Y no puedo evitar pensar que puedo llegar a morir.
Sin saber cómo me revuelco en los suelos, mi vista disminuye, veo un poco borroso y escucho que alguien pregunta si me encontraba bien. Al cerrar mis ojos esas mismas palabras se repiten en mi cabeza una y otra vez.
Estoy en el bosque de Sheddermick, creo que busco a Ambeer, pero no la encuentro, escucho una voz que dice << IBIS #127, ¡Búscala! Es tu respuesta>> es una voz fuerte, se me hace conocida de nuevo, es una voz de mujer, ya la he escuchado pero no me imagino de quien puede ser, busco de donde proviene pero solo veo más árboles, <<Rápido se te acaba el tiempo descubre lo que te pasa, tu don, no es un sueño, es real>> aprieto mi cabeza para calmar el dolor, ahí está de nuevo esa voz, <<Por favor despierta, por favor>>, cierro mis ojos, ya no quiero estar más aquí.
Parpadeo varias veces hasta que logro abrirlos, me llevo la mano a la cabeza, miro para checar si hay alguien, pero no lo hay, estoy sola, ¿De dónde venían las voces?, intento ponerme de pie, pero no lo logro, me duele un poco mi tobillo.
Aquello fue un horrible ataque de pánico, lo reconozco porque al enterarme de la muerte de mi padre, comencé a tenerlos. Creí haber logrado eliminar esa fase, pero ya veo que no.
     -¿Te encuentras bien? – aquello me exalto, creí haber estado sola. Es un chico alto, de cabellos negros alborotados.
     -¿Por qué me perseguías? – fue la primera pregunta que se me vino a la cabeza. Se movía de un lado otro mareándome.
     -Yo no te seguía, te encontré aquí en el suelo cuando llegue a este punto – apuntando cada acción- Además ni siquiera te conozco ¿Por qué te perseguiría?
Ni siquiera pude contestar a aquello por el detestable mareo, no sé si era por el horrible golpe que me había dado o por el horrible sentimiento de haber tenido otro ataque de pánico.
Me ofrece su bote con agua sentándose a unos centímetros de mí, con la orilla de mi sudadera limpie un poco de mugre de mi frente.
Comencé a notar al chico un poco más, miraba sus ojos verdes son como un par de esmeraldas brillantes, jamás había visto unos así, vestía con ropa deportiva y tenía rastro de estar corriendo por algunas manchas de sudor, tenía un reloj en su mano izquierda, poco a poco al verlo más me pude percatar que el cabello del chico que vi primero era rubio que el de este chico aperlado.
     -Gracias...
     -Matthew, McGregor
     -Gracias, Matthew, por ayudarme. - la verdad es que comenzaba a sentirme mejor.
     -Y… ¿Pudiste ver quién te seguía? - se toca su barbilla girando a otra parte
    -No- dije casi de inmediato - solo corrí para alejarme... tal vez nadie me perseguía, creo que lo he imaginado.
     -¿Imaginas a menudo personas que te persiguen?
     -Así mi vida suele ser más divertida – comenzó a reírse - Creo que debo de irme.
Pongo el termo en el suelo y con ambas manos intento pararme, por unos segundos me mantuve levantada y lo hubiera seguido estando si no me hubiera mareado por el horrible dolor de cabeza que tengo, por suerte, aunque no sé si llamarlo así, el pasa deprisa su mano por mi cintura antes de que mi pie se doble y vuelva a caerme de nuevo.
     -Creo que tienes que ir a que te chequen eso
     -¿Tú crees? – con tono sarcástico, la verdad aquello no me pareció. – Apártate de mí – lo alejo, pero es más fuerte
     -Entonces eres de las que se hacen a desear.
     -¿Disculpa? ¿Qué fue eso?
     -Lo siento, solo... solo trato de ofrecer mi ayuda porque no planeo dejarte aquí, ¿podrías hacer esto más fácil si cooperas?
     -Nadie está pidiendo de tu ayuda – aclare mientras el gruñía
     -Bien, entonces creo tienes dos opciones: la primera es quedarte aquí hasta que oscurezca tratando de irte sola o la segunda es dejar que te ayude para llevar a revisarte. Tú elijes. 
 
Intento mirar a otro lado, no quiero toparme con su mirada ni siquiera por casualidad, aquello no me gusto en lo absoluto, tal vez no debí de haber aceptado su ayuda, pero si no lo hacía estaba perdida, ni siquiera sabía dónde me encontraba y no podía moverme, me dolía mi tobillo, lo más seguro es que me haya lastimado al momento de caerme.
No podía evitar sentir un poco de desesperación hacia él, sé que estaba ayudándome, pero era un tanto molesto. Aunque de pronto me encontraba apreciando esos ojos resplandecientes, no entendía bien lo que sucedía, creo que me sentía atraída.
Reaccione al pensar que tal vez lo estaba mirando mucho mientras él habla de algo que no entendía y quizás ni me importaba, creo que me habia hecho una pregunta.
     -¿Decías algo? - pregunte como tonta            
     -¿Con quién tengo el placer de caminar por el bosque? – dice como cansado de repetirlo. - Ya te he dicho mi nombre, pero tu...
     -Realmente no camino por el bosque ¿sabes?, tú caminas, mientras yo me apoyo en ti para poder llegar al dichoso hospital…- me quede callada al observar que me ponía los ojos en blanco- Aeryn.
     -Que peculiar nombre, señorita yo me apoyo en ti
     -Si quieres puedo dejar de hacerlo, señor tienes dos opciones.
     -Solo deseo que estés bien, señorita problemática.
     -¿Proble...? Sabes que señor… ¡ah! Estoy harta de esto, estoy cansada, necesito sentarme- quito mi mano de su hombro y brinco hasta poderme sentar en un tronco viejo caído.
     -¿Tan rápido? - pone sus manos en su cintura
     -Sí, me canse tú tienes dos piernas y yo solo puedo usar una-se ríe un poco– no me causa gracia.
     -¡Lo siento! pero me causa gracia lo que te sucede- sacudiéndose su cabello – Jamás había conocido a alguien que imaginara que la están persiguiendo, ¿Tienes algún delirio de persecución?
    -Vaya me alegra ser el payaso de alguien. Y no, no creo haberme enterado de alguno. - molesta
     -Oye no trato de molestarte, solo que creo que es bueno reírte de sí mismo, ¿no crees? – se sienta alado de mí.
     -Lo sé - esa misma frase la usaba muy seguido mi padre y me hizo recordarlo, de una manera extraña me encontraba sonriéndole y él me respondía, cuando me doy cuenta se vuelve incomodo - Bueno hay que seguir- me intento poner de pie.
     -Creo que tengo una idea… Será diferente – se aleja de mi mientras me recargo en un árbol.
     -¿Qué clase de idea?
     -Una en donde no tendrás por qué preocuparte de caminar– observo su rostro de picardía
     - ¡Oh no!, no me cargaras, estás loco si crees...
     -Por favor no puedes seguir así te ayudare eso es todo – Se acerca a mí poco a poco, yo le digo que no, intento moverme, pero él ya me ha tomado por mi cintura y de mis piernas, pataleo un poco, pero me sostiene más fuerte cada vez que lo hago. La verdad es que no soy muy fuerte que digamos.
     -¡Suéltame! Y bájame ¡ahora! – pataleo
     -Entonces también eres mandona, si sigues pataleando, te voy a tirar y te lastimaras más…
     -No te atreverías…
     -No me conoces, lo hare, no importa que suceda. 
     -Puedo hacerlo sola, solo bájame– enojada
     -Dulzura, es mejor que te quedes quieta y disfrutes el viaje – comenzaba a caminar
Discutimos por un largo rato hasta que me di cuenta que tenía razón no puedo caminar si tengo mi pie lastimado podría sucederme algo más grave, aunque no le diré que tenía razón eso sería retractarme de lo que he dicho además desde aquí puedo ver mejor su lindo rostro.
 
 
 
 

El Oráculo: Lápizlazuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora