Felicidad Domestica | MSHD Maryana

1: El después, el comienzo y los gestos uno y dos

La primera vez que se da cuenta de su existencia, respira con dificultad y grita. Es curioso cómo la vida tiene una forma de repetirse , piensa Ana, mientras ha estado alternando entre las dos de nuevo.

Esto se suponía que nunca sucedería. Más bien, está segura de que ella es quien puso en marcha esta cadena de eventos bastante confusa y de alguna manera asombrosamente deliciosa en primer lugar. Porque ¿Qué mujer le pide a otra que se venga a vivir a su casa cuando no puede dejar ir a un bebé del que se enamoró y tiene que aprender a amar al suyo?

Eso es lo que se suponía que iba a pasar. Ana estaba destinada a enamorarse de Valentina sin dejar de amar a Regina. En ninguna parte del patrón lineal de la vida iba a desarrollar una sensación de comodidad con Mariana, a pensar en ella como una extensión de sí misma y de la vida que estaba viviendo. La Ana de antes no habría hecho esto. La Ana de ahora no puede imaginar nada más.

Pero antes de todo esto, antes de todo lo que está sucediendo en este momento, tanto ella como Mariana tenían algunas cosas por las que atravesar. Porque antes de la mayor alegría de su vida, también ha habido el mayor desamor.

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El comienzo realmente debería ser borroso, pero Ana recuerda todo con absoluta claridad. Desde el momento en que rompió fuente hasta el segundo en que está sentada en el auto, rogándole a una mujer que no puede soportar que aparezca con una niña que no es suya para poder oler el aroma de su dulce cabecita nuevamente.

El dolor de no tener a Regina en su vida es insoportable. Como tener la cosa más hermosa creciendo dentro de ti, hacerla florecer, y luego que alguien más venga y la rompa con sus manos. Ninguna parte de ella se quedó atrás. Simplemente se fue como si nunca hubiera estado allí.

Y aunque Valentina (Dios mío, ese nombre que le ha dado) era alguien que Ana conocía desde hace nueve meses, cuarenta semanas y compartido un espacio, la niña no es un alma que conozca ahora. Pensar que estuvieron juntas más tiempo del que estuvieron separadas y, sin embargo, se perdieron por completo en las semanas que se acumularon.

No sabe cómo ahogar el llanto de Valentina, apenas entiende cómo hacer que la mire con otra cosa que no sea consternación u ojos suplicantes que de alguna manera parecen decir, Por favor, devuélveme a mi verdadera Mamá.

Así que sucede lo del auto y le pide a Mariana que  se vaya a vivir a su casa demasiado grande y se una a su vida demasiado perfecta porque, de alguna manera, tener a Regina de regreso supera con creces el hecho de que la chica frustrante la seguirá no muy lejos.

Ana puede hacer esto. Ella puede absolutamente.

... es solo todo lo que después de eso lo que se presenta.

La serie de 'nunca lo haría' se convierte en 'nunca debería haber' y los 'nunca comienzos' se convierten en 'nunca termina' en la mente de Ana. En su corazón.

Mariana, así como la propia hija de Ana, pasa de ser alguien frustrante en el mejor de los casos y francamente demoledora en el peor, a convertirse en algo que Ana nunca entenderá del todo.

No porque le falte empatía y amor en su corazón, sino simplemente porque nunca supo que su pecho podría expandirse de la forma en que lo hace con el paso del tiempo. ¿No se supone que solo hay suficiente para Juan Carlos? (Y los niños, obviamente)

Mariana comienza la espiral, el comienzo de la vida fuera de control de Ana. Ana está tan metida en las vueltas que no puede agarrar la vida que le queda por los lados. En algún momento del camino, descubre que tampoco quiere hacerlo.

Ana tenía a una mujer que provocaba ira a su lado cuando intentaba respirar a través de las contracciones. Le cambiaron a su hija al nacer. Ana no puede hacer que su propia hija la ame, así que le pide a la mujer que su pequeña ama que se mude con ella. Ana descubre que Mariana tiene una posible novia. Ana tiene una aventura. Ana puede tener cáncer. Ana come hongos y besa a Mariana para evitar la vida que le espera (o lo que pueda quedar de ella).