Capítulo 11: Alice y el conejo blanco.

35 2 0
                                    

Desde la perspectiva de Alice Campbell

-Fue una noche y un día increíble, gracias Adam- me despido dándole un beso en la mejilla.

No puedo creer que me esté enamorando. Es algo nuevo para mí, o bueno, no tan nuevo considerando lo que sentía por él desde que éramos pequeños, pero ahora es diferente. Además, no puedo creer lo que hizo mi hermano; en serio es un patán. Sin darme cuenta, ya estoy a unos metros de la puerta de mi casa cuando, de repente, siento una presencia detrás de mí...

-¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?- murmuro, incapaz de ver nada con la venda en los ojos. Me duele fuertemente la cabeza...

Horas antes de despertar

-¡Hey! ¿Qué está pasando?- grito con desesperación, mi voz temblorosa refleja mi miedo.

La persona no dice nada, y eso me asusta aún más.

-¡Ayuda! ¡Por favor, suéltame! - Suplico, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.

Siento cómo me aprieta con sus brazos, pero no puedo ver quién es. Cuando intento girarme para enfrentarlo, me cubre la nariz y la boca con un pañuelo impregnado de un olor extraño. Comienza a invadirme una sensación de cansancio abrumadora, mis músculos se debilitan, mis ojos se nublan, y finalmente...

Ahora

Me siento confundida y aterrada, sin entender qué está sucediendo. Estoy amarrada a una silla, con los ojos tapados, mientras una extraña brisa me envuelve. A lo lejos, escucho una voz desconocida que se acerca lentamente hacia mí. Lágrimas empiezan a brotar de mis ojos, mi respiración se agita y me siento completamente vulnerable.

-Hola, mi querida Alice- susurra alguien detrás de mí, quitándome la venda de los ojos y acercándose a mi oído.

-¿Quién eres?- pregunto con voz temblorosa, intentando mantener la calma aunque el miedo me invade.

-No te responderé eso, pero pronto lo sabrás- responde mientras escucho un sonido metálico arrastrándose, lo cual aumenta mi inquietud.

-¿Qué quieres de mí?- intento mantener la compostura aunque siento que estoy al borde del colapso.

-Acaso, ¿no te han dicho que no te metas con las personas equivocadas?- susurra, esta vez, acercándose a mi otro oído.

Trato de ver su rostro, pero sigue detrás de mí, oculto en las sombras. Su voz suena distorsionada, como si estuviera usando un modificador de voz. De repente, veo que el humo comienza a llenar la habitación, aumentando mi desesperación.

-¿A qué te refieres? ¿De qué personas hablas?- pregunto confundida, luchando contra las ataduras que me mantienen inmovilizada.

-No has cambiado en nada... pero bueno, esto será una lección para que te alejes de esas personas- murmura.

-Pero, ¿de qué hablas, imbécil?- grito con desesperación, intentando liberarme de las cuerdas que me sujetan a la silla, aunque parece algo imposible.

-Pues, por gusto te metes con personas que no debes, querida. Tú y tu familia no debieron volver, ya todo se estaba equilibrando, hasta que llegaron ustedes- susurra la voz, mientras el humo sigue llenando la habitación, sumiéndome en la oscuridad y el desconcierto.

-¿Andrew? ¿Eres tú? Deja de hacer estas estupideces, que en serio no da risa- exclamo con nerviosismo. Pero la persona frente a mí no responde. En cambio, solo escucho un sonido inquietante, como si estuviera afilando un cuchillo o una navaja. La ansiedad se apodera de mí mientras el humo sigue llenando la habitación, y entre las sombras vislumbro la figura que se acerca lentamente hacia mí. Pero algo es diferente; lleva una máscara.

VERDADES & MENTIRAS: Lo que acecha en la oscuridadWhere stories live. Discover now