7 Pecados Capitales (parte 3/?)

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Pecado 2: Gula
Parte 1
L

He dado vueltas en la cama, la cena fue incómoda, yo solo me concentraba en mantener las piernas cruzadas y apretadas, además de evitar la mirada de los padres de E.
Solo puedo pensar en la sensación de la cadena por mi piel, en su mirada mientras yo me retorcía de placer; las ansías me mantienen despierta y estoy pensando seriamente en desobedecer la orden de no tocarme esta noche, no creo que mi imaginación sea suficiente para satisfacer mi necesidad, y tal vez valga la pena arriesgarse a que no lo sepa.
Doy más vueltas y enredo la cobija en mis piernas, la idea no deja mi cabeza, y comienzo a pensar que sería divertido que me escuche desobedecer, tocarme y gemir asegurándome de que sepa que lo hago a propósito.
Pasó la lengua por mis labios varías veces, tocarme en la cama podría ser una opción, pero el baño es compartido con su habitación, si lo hiciera ahí, seguro me escucharía. Comienzo a evocar recuerdos de anteriores encuentros, el maldito altar, yo pegada a su cuerpo retorciéndome contra ese corsé de cuero, el diciéndome la puta de Dios, ¡mierda!, la humedad se acumula en mi poco a poco, las ansias de bajar los dedos por mi vientre y jugar con esa humedad esta matándome; salgo de mis pensamientos de golpe cuando la puerta se abre sin previo aviso, E se queda parado en el umbral y me observa.
—huelo tu necesidad desde mi habitación.
—es culpa tuya, quiero tocarme pero me ordenaste que no lo hiciera.
—y supongo que eres una nena obediente.
—claro que lo soy.
—pero estabas a punto de desobedecer.
—pero no lo hice.
—y tal vez por eso te merezcas un premio.
Observo mientras entra a la habitación y cierra la puerta con seguro, aún trae ropa del día, me sostiene la mirada mientras suelta el broche de su cinturón, tira de él y lo saca del pantalón.
—párate.
Hago lo que pide y me pongo frente a él, pasa la hebilla por mi cara, el frío del metal me causa un escalofrío en el cuerpo, la pasa por mi cuello y coloca el cinturón en el, apretando lo suficiente para que pueda sentirlo y me corte un poco la respiración.

—vamos a alimentarte; de rodillas.

Bajó lento sin romper el contacto visual, y él suelta poco a poco el cinturón para que baje sin problemas, pasa la mano por mi cabello.

—¿crees que te mereces un premio?

—si

—¿porque?

—porque he sido obediente

— estabas a punto de tocarte cuando entré, eso no es obediencia.

—pero no lo hice.

—entonces tal vez merezcas solo un premio a medias.

—¿dejarás que me toque?

—no.

Agacho la cabeza, mentalizándome a tener que aguantar la excitación hasta mañana, a qué tendré que conformarme con el premio a medias.

—alza esa bonita cabeza y abre bien la boca, voy a alimentar a mi obediente niña.

Alzo la cabeza y observo cómo abre su pantalón, mete la mano y saca el falo, está duro y grueso, salivo deseando tenerlo en mi boca y más que premio a medias parece recompensa completa.

Abro la boca y recibo gustosa cuando entra en ella, pasó la lengua por la cabeza saboreando mientras E tira del cinturón para que lo mire mientras recibo mi premio.

E

Alza la mirada y empujó la cadera entrando más en su boca, siento su lengua pasar por el tallo, veo la saliva escurrir de su boca, me gusta lo que veo; me gusta que disfrute que le folle la boca. Aumentó el ritmo, y jalo del cinturón para que levante aún más la cabeza, dándome más acceso a su garganta, metiéndola toda, disfrutando de sus gestos al atragantarse, salgo y la dejo respirar y recomponerse rápido para meterla de nuevo en su boca, la saliva le escurre por ambas comisuras, la lengua intenta moverse pero lo grueso se lo impide, salgo y entro de nuevo hasta su garganta, poco a poco se acostumbra al tamaño y es ella quien mueve la cabeza para seguir follando su boca.

—¿te gusta?

No puede hablar, hace un sonido de confirmación con mi verga en su boca, con la mano libre acaricio su mejilla y luego estrelló la palma en ella, su piel enrojece y un gemido se le escapa, eso solo logra ponerme más.

—vas a tragarte todo, así voy a alimentarte.

Comienza a mover la cabeza con mayor velocidad, pasa la lengua por donde el espacio en su boca le permite, siento la descarga acumularse poco a poco para salir.
Tiro del cinturón y empujó la cadera hasta el fondo de su garganta dejando mis bolas pegadas a sus labios, suelto la descarga y traga disfrutándolo. Salgo de su boca y le quito el cinturón del cuello.

—vendré temprano para darte de desayunar, a ver qué tan obediente eres, porque el que no puedas tocarte sigue en pie.

Salgo de la habitación y entro en la mía, espero que resulte desobediente, quiero que se toque y se corra para poder castigarla, tengo... ideas muy buenas para hacerlo.

Placeres efímeros 2: Di mi nombre  Where stories live. Discover now