Capítulo 20: Vencedores.

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Mutaciones, no cabe duda. Nunca había visto a estos mutos, pero no son animales de la naturaleza. Aunque parecen lobos enormes, ¿qué lobo aterriza de un salto sobre las patas traseras y se queda sobre ellas? ¿Qué lobo llama al resto de la manada agitando la pata delantera, como si tuviese muñeca? Veo todo eso de lejos, aunque lo más probable es que observe otras características más amenazadoras si los veo de cerca.

Cato ha salido pitando hacia la Cornucopia, al igual que Katniss. Yo voy lo más rápido que puedo, teniendo en cuenta mi pierna, que ha empezado a doler horrores, pero a pesar de eso, estoy a unos 15 metros por detrás de Katniss, y tengo la sensación de que los mutos me alcanzan.

Ella se gira y dispara una flecha a uno de ellos, pero el resto de la manada sigue a toda velocidad. No puede hacer casi nada desde el suelo, y lo más probable es que yo no salga de este aprieto.

-¡Vete, Katniss, vete! - Grito con las fuerzas que me quedan, señalando el cuerno.

Eso hace, mientras yo continúo avanzando. La pierna me duele tanto que se me empieza a nublar la vista, y tengo la sensación de que ha empezado a sangrar de nuevo. Se me escapa un grito de dolor cuando ya casi he llegado.

-¡Trepa! - Me chilla Katniss.

Empiezo a hacerlo, a escalar la Cornucopia con pies y manos. La superficie de oro puro ha sido diseñada para parecer el cuerno tejido que llenamos durante la cosecha, así que hay pequeñas crestas y costuras a las que agarrarse, pero, después de un día bajo el sol del campo de batalla, el metal está tan caliente que me salen ampollas en las manos. Apenas puedo hacerlo, no solo por la pierna, si no por el cuchillo que llevo en la mano. Por un segundo, veo a Katniss apuntando con el arco hacia mí, pero la flecha da en un muto tras de mí. A continuación, me agarra un brazo para ayudarme a subir.

Por fin arriba puedo ver a Cato, está tirado en el suelo, con retortijones y, al parecer, más preocupado por los mutos que por nosotros. Tose algo casi ininteligible.

-¿Pueden trepar? - Dice él.

-¿Qué? - Dice Katniss. Apenas se oye nada, por culpa de la tos de Cato y los rugidos de los mutos, y no descartemos el hecho de que ha perdido la audición de un oído.

-Ha dicho si pueden trepar - Respondo.

Los mutos empiezan a reagruparse. Al unirse, se levantan y se yerguen fácilmente sobre las patas traseras, lo que les da un aspecto humano. Todos tienen un grueso pelaje, algunos de pelo liso y suave, y otros rizado; los colores varían del negro azabache a algo que sólo podría describirse como rubio. Hay algo más en ellos, algo que hace que se me erice el vello de la nuca, aunque no logro identificarlo.

Meten el hocico en el cuerno, olisqueando y lamiendo el metal, arañando la superficie con las patas y lanzándose gañidos agudos. Debe de ser su medio de comunicación, porque la manada retrocede, como si quisiera dejar espacio; entonces, uno de ellos, un muto de buen tamaño con sedosos rizos de vello rubio, toma carrerilla y salta sobre el cuerno. Sus patas traseras tienen una fuerza increíble, porque aterriza a tres metros escasos de nosotros y estira los rosados labios para enseñarnos los dientes. Se queda ahí un momento, y Katniss lanza un chillido mientras que dispara una flecha al muto, vacilante. El animal se retuerce y cae al suelo con un golpe sordo.

-¿Katniss? - Digo yo, confuso, mientras la agarro del brazo.

-¡Es ella!

-¿Quién?

Pero no contesta. Parece traumatizada con lo que sea que ha visto.

-¿Qué pasa, Katniss? -insisto, sacudiéndola por los hombros.

Otra Perspectiva. (Los Juegos Del Hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora