Capítulo VI | Pasado Parte I.

932 52 41
                                    

Se lo que es sentirse asustado de tu propia mente.
~Spencer Reid.

Capítulo VI

Sophie Williams

Alemania, Múnich.
Hace unos años...

Joder...

Ese es mi primer pensamiento al abrir los ojos.

Sabía que los tragos con las chicas tendrían consecuencias al despertar.

Intento incorporarme de la cama en la que estoy, pero el simple movimiento consigue que un fuerte dolor de cabeza me ataque.

Pésima idea mezclar tequila con ron.

Un gemido lastimero sale de mi garganta y vuelvo a recostar mi cabeza en la almohada tratando de recordar que sucedió anoche.

Pelee con mis padres, como siempre. Escape de casa en la noche, salí con Rose y con mis amigas, tomamos mucho, cambiamos de discoteca y...

— Mierda...

No, no, no, no, no.

— ¿Que coño pasó anoche?

Un movimiento a mi lado me alertó, por lo que vuelvo la mirada para encontrarte con la agradable vista de un abdomen desnudo.

Jo-der.

No percibía mucho de el individuo, pero tenía que admitir que tenía un abdomen marcado, casi como una tableta de chocolate.

Solo hacia falta alguien que lo lamiera...

Mierda Sophie, concentrate.

Antes de entrar en pánico, cerré los ojos para intentar recordar algo. Mi mente tenía un borrón después de entrar a aquel club.

No tenía caso llamarle a Rose, sería una pérdida de tiempo y solo la alarmaría.

Otro movimiento en la cama me saco de mi pequeño debate mental.

El chico que estaba acostado se movió, lo que ocasionó que la sábana que cubría su torso se moviera, dejando a la vista más de lo que quería ver.

Claroo, como ayer se sentaron a leer la biblia.

Era absurda mi vergüenza momentánea, pero ayer tenía tragos encima, y puedo asegurar que el también, por la forma en la que se sostiene la cabeza como si estuviera a punto de reventar.

Las cortinas estaban entreabiertas, lo que me daba la posibilidad de poder ver un poco más de el, como ya lo había dicho; abdomen marcado, brazos fuertes, piernas igual, al menos se veía que traía un bóxer ... pasemos a lo demás.

Me llamo la atención una pequeña fecha que se encontraba en su antebrazo derecho, el cual en estos momentos se encontraba cubriendo su cara.

1983

Carajo, yo conocía a la perfección ese tatuaje.

— ¿Donde mierdas estoy? — su pregunta me saco de mis patéticos lamentos.

— En una cama.

— No jodas Sherlock.

— Tu culpa por preguntar cosas estúpidas. — me sorprendía la facilidad con la que hablábamos, hacía más de un año que no nos relacionábamos.

Se quito el antebrazo de la cara y sus ojos conectaron con los míos.

Esos ojos por los que era casi imposible no caer...

La carrera [+18 ] Where stories live. Discover now