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αυяοяα

Me subí a mi auto y me dirigí a mi casa. Debería haber dejado a Mateo, o incluso haberlo esperado después de clase.


Pero esos encuentros resultaron ser lo más emocionante que estaba pasando en mi semana.

Ni siquiera se comparaba con el hecho de que los chicos de LaCrosse me habían hablado en la cafetería. Fueron súper piolas y divertidos, pero Mateo tenía razón cuando dijo que solo querían cogerme.

Está bien, esa palabra es demasiado vulgar, pero no hay otra palabra que defina mejor la situación. Pasar el rato con Mateo y escucharlo hablar sobre la universidad hizo que lo odiara menos, y eso no me hacía feliz.

No es lo mismo.

Mateo se olvidó de mí y eso fue motivo suficiente para que yo no quisiera ser su amigo. Además, Mateo era como Rych, y accidentalmente probé su veneno cuando la gente en los pasillos comenzó a notar que yo existía.
Todo esto es por culpa del idiota que decidió hablarme delante de todos.

Pero aún así, disfruté pasar el rato con él. No lo acepté por su mensaje, disfruté leerlo y viendo que llame su atención.

Pero se aseguró de señalar el día exacto en que se fijó en mí, y fue precisamente cuando traté de no ser yo. Cuando buscaba a otra Aurora dentro de mí, y no quería que gusten de mi por ser alguien que no soy.

También me gustó que condujera hasta el otro lado de la ciudad solo para que pudiéramos ir a un lugar que nuestros compañeros no visitaban.
Vergüenza no era exactamente la palabra que sentía, tal vez solo preocupación.

No quería que me vieran con Mateo, porque sabía lo conocidas que eran las chicas que iban al colegio.

Si alguno de ellas tiene suerte, incluso podría convertirse en un juguete oficial.
Como se conoce a Isabellaa.

Se sabe que Mateo ha salido con muchas chicas, pero Isabella es la más cercana a él. Y ella también sale con muchos chicos, así que los dos hacen la pareja perfecta, no es que ella sea la ilusionada en la historia.

La diferencia está ahí, la gente en los pasillos empezó a mirarme, juro que pude escuchar algunas risas. Yo no sería una Isabella, porque lo único que hago en es colegio es moverme entre el salón de clases, la cafetería y la biblioteca.

Después de que Mateo me dejó en mi casa, estaba de tan buen humor y feliz que pasé la noche tomando apuntes sobre el tema para que pudiera estudiar para el próximo examen de biología. Y por eso lo esperé después de clase, pude notar que no entendía por qué yo estaba ahí mirándolo fijamente, tal vez estaba acostumbrado a mis respuestas secas y las indirectas que siempre le tiraba.

Llegué a casa con la intención de ducharme y esperar a Mateo, pero me sorprendió encontrar a mis papás en casa.

Nunca llegaban temprano.

—¿Qué estás haciendo acá? —la frase salió automáticamente y mi voz salió un poco desesperada.

—Salimos temprano hoy, ¿no te gustó la sorpresa? —preguntó mi papá y se acercó a saludarme con un abrazo.

Quería decir que me gustó, pero no estaba nada feliz por esa sorpresa.

Si mis papás vieran a Mateo, lo reconocerían al instante y le dirían cómo ha crecido, que la última vez que lo vieron era tan pequeño y todo eso, bla bla bla.

cliché; trueno ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora