LA OSCURIDAD Y SUS DESAPARICIONES

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15 de mayo de 1995, 00:00 am...

La lluvia nunca había sido de mi agrado. No me gustaba. La odiaba. No podía dormir por ella.

Hacía meses que mis padres me habían enviado a aquella escuela y, por alguna razón, la odiaba.

Me levanté de la cama y, sin despertar a mis insoportables compañeras de cuarto, abandoné mi habitación. Evitando al vigilante que todas las noches se paseaba por allí, me escabullí por los pisos del internado para encontrarme con Alex, mi mejor amigo en ese horrendo y antiguo lugar.

—Hola —saludó él cuando me vio llegar, sonriendo.

Susurré un pequeño saludo igual al de él y ambos caminamos hacia la azotea. Amaba ese lugar. Era... especial. Allí él y yo nos habíamos conocido el primer día en el que había estado allí.

Últimamente, mi mejor amigo había estado de lo más raro. En un principio ni un poco de atención le presté...; sin embargo, por alguna razón, esa vez decidí preguntarle qué le pasaba con exactitud.

—Alex..., ¿me podrías decir qué...?

No terminé de hablar ya que sus labios se posaron en los míos en un dulce beso.

Estaba dispuesta a seguírselo, de verdad... Sin embargo, una total oscuridad absoluta me cegó.

Cuando al fin aquella horrenda ceguera desapareció, ¡me di cuenta de que estaba recostada en el maldito y asqueroso suelo! Mi negro cabello como la noche estaba todo enmarañado y me cubría gran parte de la cara. Algún que otro maldito cabello llegó a parar a mis negros ojos.

Miré a mi alrededor. Alex había desaparecido. La puerta de vidrio por la que había que pasar para entrar a la azotea, estaba totalmente rota. Había vidrios por doquier. Salté evitando pisar alguno y cortarme.

En mi cabeza no dejaban de formularse diferentes preguntas: «¿Dónde estaba Alex», «¿Le había pasado algo?», «¿Quién había roto la maldita puerta?».

Estaba cansada —aquella oscuridad, por alguna extraña y no muy importante razón, me había dejado exhausta—, así que decidí que buscaría a Alex mañana y que averiguaría todo lo que debía averiguar junto a mi mejor amigo.

***

Las chillonas y molestas voces de Sheila y Katherine me despertaron.

—¡¿Podrían dejar de chillar como dos idiotas?!

Ambas me miraron como si estuviese loca y luego siguieron chillando y gritando y riendo impidiéndome seguir durmiendo. Alex llegó a mi mente justo cuando estuve a punto de gritarles nuevamente. Debía buscarlo. Debía averiguar qué había sido aquella oscuridad. Debía saber si mi mejor amigo estaba bien.

Cuando llegué al comedor, busqué desesperadamente a aquel chico de ojos verdes y pelo negro. Lo encontré charlando en una mesa con sus amigos. Me acerqué para hablar con él, preguntarle qué había sucedido la noche anterior...; sin embargo, justo cuando estaba por llegar hasta él, el chico que me había acompañado desde que había llegado hasta allí se levantó de la mesa y pasó por mi lado como si no existiera.

Me quedé sin palabras. Maldición, ¡Alex me había ignorado! ¡El muy idiota me estaba ignorando y yo no sabía por qué!

Decidí que no tenía hambre. La actitud de Alex hacia mí me había quitado todo tipo de deseos por comer.

***

Durante mi día, aquella oscuridad apareció no una, ni dos, ¡sino tres malditas veces! Cada vez que aparecía, me aterraba aún más lo que podría pasar durante mis momentos de inconsciencia. En la última, toda mi tarea de Historia había sido destruida. Estaba segura de que yo no había sido. Alguien más tenía que haberlo hecho.

Tomé la decisión de que volvería a la azotea. Allí había comenzado todo; allí debía finalizar.

Subí los cuatro pisos del internado y, aunque estaba dispuesta a adentrarme a la azotea, la presencia de una persona allí me frenó. Alex.

—¿Qué haces aquí, Mía? —me preguntó él cuando me vio llegar a su lado.

—Algo raro está pasando —le informé.

—¡Claro, tal y como tu comportamiento de ayer!

Lo miré, más que confundida. Ayer... Ayer había comenzado todo.

—¿Qué...?, ¿qué hice ayer, según tú?

Él me miró durante algunos segundos que, en mi opinión, parecieron eternos.

—T-tú de repente comenzaste a comportarte extraño... No —se contradijo—, no eras tú. Parecías..., parecías alguien más. Ni siquiera respondías cuando te llamaba por tu nombre. Te hacías llamar algo así como..., como La Reina Oscura o algo así. Rompiste con el palo de una escoba la ventana —señaló esta—, y luego intentaste golpearme a mí diciéndome que no te volviese a tocar o algo así...

Estaba segura de que yo no había hecho nada de eso. No. Solo recordaba pura oscuridad y luego estar en aquella extraña escena aquí en la azotea del internado.

—Mía... —comenzó Alex a hablar—, ¿sabes tú por qué exactamente estás aquí?

Lo miré, confundida por su pregunta.

—¿Para estudiar no será? —consulté sarcásticamente.

Él se me quedó observando. Aquí algo no estaba bien. Algo no me terminaba de cuadrar...

—¿Me vas a decir que esta no es una maldita escuela secundaria?

Él, sin embargo, me siguió mirando como si nada.

—Mía..., esto es todo menos un colegio.

Me quedé sin habla. Si esto no era un maldito internado..., ¿en dónde había estado viviendo durante esos meses?

Al ver mi sorpresa, Alex tomó mi mano y me guio hacia la que, hasta hacía un par de minutos, era la oficina de la directora. Comprobando que nadie estuviese allí dentro, mi mejor amigo me indicó que entrara junto a él. No lo habría hecho si la curiosidad no me hubiese estado carcomiendo en ese momento.

Alex se llevó el dedo índice izquierdo a la boca indicándome que no hiciera ningún tipo de ruido. Abrió un cajón lleno de papeles y fichas con diferentes nombres y fotos de varias personas que reconocí de los diferentes lugares del edificio; más que nada del comedor.

Buscó la letra J ya que esa era la inicial de mi apellido, Johnson. Cuando encontró mi ficha, Alex emitió un casi inaudible sonido de victoria. Por alguna razón, él me dijo que yo debía ser quien lo leyese primero. Lo hice. Fui leyendo dato por dato:

· Nombre y apellido: Mía Scarlett Johnson Moore.

· Padre, madre y/o tutor/es: Steve Johnson y Gina Moore.

· Fecha de nacimiento: 23/04/1978.

· Enfermedad y/o trastorno: Trastorno de personalidad disociativa.

Ese último dato... Ese último dato, a pesar de explicar bastantes cosas..., era lo que nunca en mi vida me habría imaginado. Ni en un millón de años.

Tenía lógica, ¡claro que sí! Sin embargo..., nunca me hubiese imaginado que aquella era la respuesta al misterio de La Oscuridad y sus Desapariciones.

***

¡Hola!

 Este cuento o relato, como quieran llamarlo, me lo dieron de consigna en el colegio y, tanto que me gustó como quedó, decidí publicarlo en Wattpad.

Espero les guste tanto como a mí el resultado.

Cuando tenga la nota de la entrega se los comunico por aquí.

EDIT

NOTA: DESTACADO (la más alta).

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