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∘☽༓☾∘
𝑨𝒍 𝒗𝒊𝒛𝒄𝒐𝒏𝒅𝒆 𝑩𝒓𝒊𝒅𝒈𝒆𝒓𝒕𝒐𝒏, 𝑴𝒂𝒚𝒇𝒂𝒊𝒓, 𝑳𝒐𝒏𝒅𝒓𝒆𝒔.
𝑾𝒊𝒍𝒕𝒔𝒉𝒊𝒓𝒆, 𝟐𝟕 𝒅𝒆 𝒂𝒃𝒓𝒊𝒍 𝒅𝒆 𝟏𝟖𝟏𝟐.
Estimado vizconde:
Oh, lord Bridgerton... Usted era el único que conocía mi mayor miedo. Lo que no sabe, sin embargo, es que no ha hecho nada más que empeorar en los últimos siete años.
Y es que el tiempo solía aterrarme, pero ahora también es mi peor enemigo.
He descubierto que mata de una manera curiosa. Lo hace lentamente, mas te arrebata el aliento cuando menos lo esperas. Pasan las horas, y los días, y las estaciones, y los minutos te destruyen; te recuerdan lo que has perdido y, sobre todo, lo que nunca podrás tener. Porque es cruel e injusto, y te tortura hasta convertirte en un caparazón vacío, llevándose lo que más quieres sin dar motivos ni explicaciones. Arranca y despelleja, quema y desgarra, y quizás lo peor de todo es que es inevitable.
Tú también lo has sentido, ¿verdad?
¿No es eso lo que me dijiste después de que Edmund muriera, cuando te diste cuenta de que jamás serías el mismo de antes? ¿No era aquello lo que temías cada vez que sacabas ese reloj de tu bolsillo, el mismo que pertenecía a tu padre?
Anthony—tu nombre me persigue día y noche, pero dejaste de ser aquel chico incluso antes de mi partida. Abandonaste al joven divertido para convertirte en un vizconde y, aunque lo sé mejor que nadie, me veo incapaz de mantener las formalidades pertinentes mientras te escribo. Tal vez se debe a que una parte de mí solo desea hablarle al muchacho que me enseñaba aritmética a escondidas, al que me prestaba su caballo cuando me apetecía cabalgar por el campo; el muchacho que le insistía a su madre para que me comprara mejores vestidos, como los que usaban sus hermanas.
Solías decir que tenía un don con las palabras escritas. No obstante, estando aquí, intentando que el pulso no me falle y que la tinta no se derrame, ni siquiera puedo empezar a explicar el porqué de esta carta.
Quiero suponer que es normal que el pecho me duela, que las manos me tiemblen y el corazón se me dispare. Y también quiero suponer que esto no significa nada, que he seguido adelante—que solo te echo de menos, como cualquiera extrañaría a un viejo amigo, pero que no te necesito. Sin embargo, los recuerdos hacen que el alma se me quiebre, y el dolor... el dolor sigue, avanza, se expande por cada parte de mi cuerpo y de mi mente, y sé que nunca escaparé de él, que esto no es más que un infierno cubierto de diamantes y sedas y ni siquiera tú vas a sacarme de él.
Me pregunto si has tenido más suerte que yo. Si alguien ha logrado salvarte, si por fin sonríes como antes.
Eras tan joven, Anthony... No merecías cargar con toda esa responsabilidad. Tu corazón era demasiado grande para tu propio bien, y el amor incondicional que sentías por tu familia acabó convirtiéndose en tu ruina. Quizás ya te lo he dicho, y quizás nunca me escuchaste, pero hoy, viéndome incapaz de conciliar el sueño, sentí la necesidad de recordártelo una vez más. Y comprendo que tal vez nunca signifiqué tanto para ti como lo que tú significaste para mí, que soy y siempre seré la pequeña huérfana que te seguía ciegamente por los pasillos de Aubrey Hall, mas al menos me escuchabas, y me gusta creer que esta vez lo harías de nuevo.
Pero jamás vas a leer esta carta. Se quemará entre las llamas, convertida en cenizas a los pies de mi chimenea. Esconderé la pluma en el cajón, fingiré que el papel nunca estuvo manchado de lágrimas, y aguantaré un día más en esta cárcel. Lo único que me queda es el pasado, porque yo no he olvidado, porque mirar hacia atrás se ha convertido en un remedio adictivo para sanar mis heridas.
Todavía recuerdo aquel día, cuando dijiste que me querías para siempre a tu lado. ¿Acaso he cruzado tu mente desde entonces?
Lamento mucho que las cosas terminaran así, y espero de todo corazón que nuestras penas no perduren para toda la eternidad.
