cap V : la fiesta y mi sonrisa

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La fiesta era como cualquier otra que se le puede hacer a una muchacha que cumple los 15. Todo era rosa.
Era incómodo pensar lo rosa que era todo, pero ella lucía tan bien en ese maldito vestido rosa chicle.

Ahora siento que no era su estilo estar vestida así. Siento que la hacía sentir rara. Aún más de lo que ella, me confesó, se sentía normalmente.

Oh dios, pero eso no quita que se viera tan linda. Y tampoco quita que me intimidó demasiado.
Y menos oculta el hecho de sentirme celosa de aquel chico que la sacó a bailar el vals por un rato.

Pero bueno, pasemos a la parte emocionante de la fiesta: la parte en la que jugamos verdad o reto con una app.
Yo sé, yo sé, esto suena muy cliché de película romance adolescente promedio pero así pasó.

Y la pregunta para ella fue "de los presentes, ¿Con cuál te gustaría casarte/besarte?"
La escribo así porque no recuerdo con claridad como iba formulada la pregunta.
Sin embargo, lo que si recuerdo claramente fue cómo alzó la mirada y la dejó sobre mí. Sus orbes oscuros me cautivaron aún más y, maldita sea, supe que estaba perdida. El cómo me miró es digno de una película de la temática ya mencionada.

Y creo que nunca olvidaré esa mirada. Fue la primera mirada que pudo mover mis intestinos y hacerme sentir un zoológico entero en todo el cuerpo.
Y ella me observó por unos prolongados segundos, mientras yo sonreía a causa de unos cuantos tragos y el hecho de que la noche me hace sentir más libre de ser como soy.

"Eso no cuenta" respondió finalmente. ¿Vieron eso? Son mis esperanzas dando mil vueltas en el maldito inodoro.

Es broma, mi emoción fue más por la mirada que mi pena por la respuesta.
Yo no podía parar de sonreír, era totalmente sincera mi risa y mi sonrisa. Y se las dedicaba sólo a ella.

Luego jugamos una cosa de adivinar. Ya saben, te pones el celular en la frente y los demás te dan pistas para adivinar lo que dice el juego.

A cada momento sentí su mirada pesada sobre mí. Observando cada uno de mis gestos cuando intentaba, muy patéticamente, imitar a un animal.
Y, dios, a mi me encantaba ser acechada por ella. Me sentía en la puta cima del mundo, por sólo tenerla a ella viéndome.

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