Capítulo 8: Momentos de incertidumbre.

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Luciana

Abrazo a mi hija con miedo de perderla, después de que la crisis ha pasado tome mi medicina y luego subí hasta la habitación de mi hija y es donde he permanecido desde entonces. Me aterra la idea de que algo malo le suceda a ella o ha Marcos, esas personas son malas y solo quieren destruirnos. Creí que al morir el infeliz de Montenegro tendríamos paz en nuestras vidas, pero tal parece que tenemos más enemigos sin ser conscientes.

Marcos me calmo diciendo que todo estaría bien, pero tengo el presentimiento de que no será así. Él se veía muy preocupado por mi estado, y lo entiendo, la última vez no fue agradable, e intenté lastimarme, pero ya eso es pasado y esto solo fue un momento de debilidad.

Él ha llamado a todos sus hombres para una reunión, y para nuestra desgracia no confiamos en ninguno de ellos.

Su mejor amigo, y a quien veo como un amigo y como él tío de mi hija se ha ofrecido ha ayudarnos, y es algo que agradecemos.

Pensé que todo iría mejor, pero cuando estoy creyendo que seremos felices algo sucede que lo jode todo.

*

Me concentro en hacer correctamente los golpes, necesito practicar por si llego a necesitar defenderme. Me la he pasado toda la tarde entrenando mientras mi hija trata de imitar mis movimientos.

Marcos desde que ha visto la amenaza se ha encerrado en su oficina y no ha salido de allí, es más, tuve que llevarle su almuerzo y discutir para que se alimentará.

Unas manos me toman desprevenida de la cintura y me hace chocar con su cuerpo, mi respiración se acelera, pero inmediatamente me calmo cuando siento su perfume, es Marcos.

-Se lo que intentas hacer, amor.-susurra en mi oído para que nuestra hija no escuche.-No quiero que vuelvas a tener una crisis así que déjamelo a mí.-me dice adivinando mis pensamientos.

-Necesito defenderlos.-digo en un hilo de voz.

-No, se que te he fallado porque no he estado a la altura de la situación, pero te prometo que está vez lo haré y nadie volverá a meterse en mis narices para atacarlas.-me promete.

-No es algo que esté en tus manos, pero me desespera está situación.-confieso al tiempo que me giro para quedar frente a frente.

-Lo sé, estoy igual, pero debes calmarte o alertarás a nuestra hija.-me explica e inconscientemente dirijo mi vista hasta mi hija y me doy cuenta de que ella nos está observando.-Ella se da cuenta de muchas cosas.-dice y asiento de acuerdo al tiempo que le regaló una sonrisa a mi hija.

-Tienes razón, pero no dejaré de entrenar.-informo y en consecuencia, un suspiro sale de sus labios.

-Bien, seguirás entrenando si eso te tiene más tranquila.-dice resignado.

-No te había pedido permiso.-contrataco y él solo ríe por mi estúpido intento de iniciar una pelea.

-Tú nunca pides permiso para nada.-dice más relajado.

-No tengo porque hacerlo.-digo con seguridad al tiempo que me separó de él para empezar a caminar hacia mi hija que al ver que me acerco se levanta de dónde está para esperarme a que llegue a su lado.

-¿Te aburres, mi niña?-le pregunto a mi hija.

-Si, tengo sueño, mamá.-susurra en medio de un bostezo.

-Bien, iremos a dormir un rato entonces, ya sabes que mañana volvemos al jardín.-le recuerdo a mi luz quien asiente agotada.

-Ven conmigo, amor.-le dice su padre llegando a nuestro lado.

Después  de la venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora