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Zoe no podía recordar cuántos días habían estado viajando.
Pensó que habían sido unos cinco, aunque podrían ser seis. Y cómo Luka
sabía a dónde se dirigían, ella nunca lo sabría. La nieve hacía que todo se
pareciera segun ella. Gracias al cielo que ya no había nevado, algunas
ráfagas, pero nada más. Le dolían las piernas más allá de lo creíble por el
constante caminar en la nieve. Algunas áreas no eran malas, mientras que
en otras Luka tuvo que hacer un camino usando la fuerza de sus piernas
para que ella pudiera seguirlo.
La comida había sido de todo menos abundante, y no había sido por falta de intentarlo. La noche pasada, o quizás la noche anterior, no podía recordar, se había quedado dormida antes de comer el pequeño pez que Luka había logrado atrapar, el cual había terminado de cocinar solo ya que la había despertado y la había hecho comer. No es que él tuviera que forzarla, se había estado muriendo de hambre. Y tenía frío, tanto que no pensó que alguna vez se calentaría de nuevo.
Sin embargo, ella no se había quejado de nada con Luka. Había sido la que
había querido irse a casa, y él la había complacido.
Había estado tan ocupada en sus pensamientos que no se dio cuenta de que él se había detenido y había caminado directamente hacia su espalda. Se giró, su mano tomó su brazo y su dedo golpeó su boca, advirtiendo silencio.

Ella se congeló, una tarea fácil ya que tenía mucho frío, y lo miró fijamente.
Sus ojos se movieron alrededor, y luego su mano fue a la empuñadura de su
daga en su cintura.
Su corazón comenzó a latir rápidamente. ¿Había oído algo que lo había alarmado? Ella obtuvo su respuesta cuando él la empujó detrás de él.

¿Pudo Wayhem haberlos encontrado? Si no, ¿quién se acercó? ¿Ladrones o
matones que atacarían a viajeros inocentes? Muchas de estas víctimas se
vieron obligadas a detenerse en la abadía para pedir ayuda, algunas de ellas habían sufrido heridas graves. Su mente se volvió loca con las posibilidades de lo que iban a enfrentar de una manera u otra.
Deseaba que el suelo no estuviera cubierto de nieve. Podría haber
encontrado una piedra o un palo, cualquier cosa que sirviera como arma.
Chat le había enseñado a usar todo lo que pudiera como arma para defenderse. Otra razón por la que ella deseaba haberse quedado con él, él le
habría enseñado a usar varias armas para protegerse. No le gustaba sentirse
vulnerable, y tenía la intención de hacer algo al respecto una vez que
estuviera en casa, si llegaba a casa.

Un jinete finalmente apareció a la vista, y ella casi soltó un suspiro de alivio. Luka podría fácilmente manejar a un hombre. Entonces, de repente, unos hombres a caballo y algunos a pie salieron del bosque y su corazón se
hundió.

-Ya era hora de que nos encontraras-dijo Luka. Zoe casi se derrumbó de alivio.

-Escondiste bien tu rastro.

Zoe rodeó a Luka y tomó su mano mientras miraba a Felix.

- ¿Estás bien, Zoe? -preguntó Felix.

Ella no conocía bien a Felix. Había acudido a la abadía con Chat en solo
dos ocasiones, y apenas habían intercambiado algunas palabras.

-Estoy bien-confirmó ella asintiendo-aunque con hambre y frío.

-Hemos estableciendo un campamento no lejos de aquí. Ven y veré que te calientas y tengas comida.

Fue a desmontar, pero las graves palabras de Luka lo detuvieron.

-Yo cuidaré de ella.

Felix miró de uno a otro, asintió y luego hizo una señal a uno de los guerreros que, después de haberse ido solo por unos momentos, regresaron con el caballo de Luka.

Luka tomó las riendas, frotó la cara de la yegua, presionó su cara contra la
de ella, y luego le susurró algo.

Zoe observó cómo sus manos se movían sobre la yegua, como si la tranquilizara y le diera la bienvenida y todo lo que podía pensar era que extrañaba ese toque suyo. Tan impactante como lo había sido cuando él la había tocado para calentarla, también había sentido un amor increíblemente maravilloso.¿Un recordatorio de por qué se sentía como ella respecto a Luka?
Un hombre amoroso Un buen hombre. Un hombre de confianza.

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