1. Cuarto grado: El día que no olvidaré

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Olvidas muchas cosas en tu vida, pero siempre recuerdas los eventos más importantes, aquellos que de alguna forma te marcaron y que influyeron en tu vida, para bien o para mal, desde que sucedieron y para siempre. Y yo nunca, jamás voy a olvidar el día que conocí a Tyler Nguyen-Baker.

¿Cómo hacerlo? Si ese mismo día conocí un sentimiento tan fuerte, que mi inexperto corazón de nueve años no había experimentado: el odio.

Y no me lo tomen a mal, solo déjenme contarles y lo entenderán.

Cuando pasé a cuarto grado tuve que cambiarme de escuela, ya ni siquiera recuerdo el motivo, pero fue cuando me inscribieron en la primaria Lester B. Pearson*, donde conocería a las personas que cambiarían por completo mi vida. Ese primer día de clases fue particularmente estresante, discursos de bienvenida, recorrido por la escuela, presentaciones. No solo yo era nueva, así que no me sentía tan sola, ya casi ni extrañaba mi vieja escuela.

Todo iba bien hasta la primera clase: matemáticas. Se espera que ningún niño de primaria disfrute las matemáticas, pero yo no era como todos, mi mamá decía que era una pequeña prodigio y, como yo quería complacerla, me esforzaba por serlo. Lo demostré cuando el profesor hizo una pregunta particularmente difícil, luego otra... Y otra.

­—Muy bien señorita Lee, parece que nos llevaremos muy bien —dijo el profesor ante mi tercera respuesta inesperadamente correcta.

Admito que quizás me pasé. Luego de la primera respuesta correcta escuché un par de niños decir wow, sorprendidos de que respondiera tan bien, lo cual no fue malo. Pero a la tercera ya hay probabilidades de que te consideren... Bueno...

—¡Vaya! Una pequeña nerd —eso. Sabias palabras de un grandísimo bobo.

Esa fue la primera vez que escuché su voz, y cómo deseé que no hubiera abierto la boca. Fue apenas un susurro, pero lo suficientemente alto como para que otros niños lo escucharan y comenzaran a reír, lo cual me hizo sonrojar de vergüenza.

Volteé de la forma más disimulada que pude y fue cuando lo vi: moreno, cabello rizado, unos leves rasgos asiáticos y una sonrisa que a los nueve años solo se me ocurrió llamar "maligna". Tyler Nguyen-Baker, decía su credencial. Cretino, decía yo por dentro.

Pude notar a otra niña, también asiática, matándolo con los ojos y luego dándome una mirada de compasión. Internamente le agradecí, pues fue la única de esa fila que no se rió, pero eso no me quitó la vergüenza. No volví a participar en esa clase.

Y yo amo participar en clases.

El resto del día lo pasé con la mirada baja, cuando eres nuevo y de alguna forma te haces el centro de atención, aunque sea un minuto, sientes las miradas de todos durante mucho tiempo. La niña genio, la cerebrito, la nerd... A veces las palabras duelen...

Quise restarle importancia, pero fue tan humillante que no pude sacarme ese momento de la cabeza. Iba caminando por el pasillo, con la cabeza llena de pensamientos negativos cuando escuché una voz vagamente conocida.

—¡Hola! —volteé y vi a una niña de pelo cobrizo y rizado, me era familiar— Meilin, ¿Cierto? Ahora vienes a esta escuela. Soy yo, Miriam.

¡Claro! Miriam Mendelssohn, había ido alguna vez al templo, de ahí la conocía. Su manera particular de vestir es inconfundible.

—¡Hola! Sí, hoy es mi primer día —expliqué—. No sabía que estudiabas aquí.

—Sí, hace un par de años —no es que fuéramos amigas, pero era bueno tener alguien conocido—. ¿En qué clase estás?

—En la C —respondí.

—Aw, yo en la A, hubiéramos sido compañeras —hizo un puchero del que sobresalían sus dientes torcidos, necesita ortodoncia—. Bueno, otro año será, podemos juntarnos en el recreo si quieres.

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⏰ Last updated: Apr 10, 2022 ⏰

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Hey! That's My Bully! | Mei/TylerWhere stories live. Discover now