Despídete

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Los nervios se sentían en el ambiente, pero nadie daría un paso para retroceder, aún cuando su profesor parecía estar a nada de un infarto por verlos ahí, aún cuando les ordenaron apartarse, todos ahí sabían que ese era el encuentro final, y ninguno se iría sin participar.

Karasuma acercó su mano temblorosa a la manija de la desgastada y maltratada puerta, la colocó con sumo cuidado, como si aquello fuera a hacer que una bomba oculta detonara.

Pero Karma no tenía la misma paciencia que todos los demás, que incluidos los oficiales contenían la respiración, como para esperar a que su profesor decidiera que era el momento justo, por lo que, ignorando la mano que intentó frenarlo, se acercó y, tan siquiera con la consideración de no golpear a su profesor, pateó la puerta derribandola sin esfuerzo.

Los agentes, más que alarmados, apuntaron rápidamente su arma en cuanto la oscuridad casi absoluta del sitio se vió interrumpida por un foco viejo y que no iluminaba casi nada apreció en su visión.

Koro-sensei entró rápidamente chocando su hombro con cierto alumno impaciente, ambos, y tan rápido como les fue posible, llegaron al chico atado en la silla, notando así su pésimo estado e inconsciencia.

- ¡¿Nagisa?! - Llamó alterado el pelirrojo al ver a su amado en esa condición.

El tutor del chico solo veía con horror las heridas infectadas que alcanzaba a ver en las muñecas del chico debido al roce constante con las apretadas cuerdas, seguramente había intentado zafarse muchas veces, al parecer, ninguna con éxito.

Salió de su ensoñación rápidamente con tal de liberar al chico, sin embargo, definitivamente aquello no iba a ser tan fácil.

El "click" producto de quitarle el seguro a una arma de fuego fue lo que le mantuvo en su lugar, y sosteniendo del antebrazo a su alumno pelirrojo, obligándolo a retroceder.

- Takaoka - Pronunció con ira notable, reacción que solo pareció divertir al mencionado pues una retorcida sonrisa de pintó en sus labios.

- Finalmente nos volvemos a ver - Inició con una alegría mórbida a la par que llevaba el cañón del arma a las sienes del muchacho que habían ido a rescatar.

Karma quiso moverse ante la amenaza, pero fue firmemente sostenido por su profesor, que le obligó a mantenerse en su sitio y no dejarse llevar por la impulsividad.

Un tenso silencio se apoderó de la habitación, siendo solo quebrado por las risas y murmullos incomprensibles y enfermizas de aquel que alguna vez fue considerado alguien mentalmente sano. Más no duró mucho aquello, pues pronto el sonido de armas ser cargadas se escuchó desde fuera del pequeño almacén.

Y es que Takaoka no podía estar más divertido con la situación actual, se sentía como una especie de celebridad rodeado de tantas personas, con tantos cañones apuntando y toda la atención puesta en su persona.

Con brusquedad, y sin tener cuidado alguno, cortó las sogas que aún retenían al pobre estudiante. Lo que pasó después fue que lo levantó cual muñeca de trapo de la silla, importandole poco lastimarlo, antes de comenzar a sacudirlo y darle un par de bofetadas, con más fuerza de la debida cabe aclarar, logrando despertar alertado y bruscamente el pobre ojiazul.

- Oye Nagisa, despierta. - Le ordenó antes de, guardando el cuchillo que había usado para desatarlo en uno de sus bolsillos, sujetarlo, reteniendo ambas manos con una sola suya detrás de la espalda del muchacho y apuntar, con su mano libre, el cañón de una pistola que nadie había notado el momento en que la sacó. - Mira, tenemos visitas. - Dijo divertido viendo como inferiores a todos los que le regresaban la mirada con repulsión. - Ahora, tienen que seguir las reglas. - Informó con una sonrisa demente en el rostro, a la par que presionaba aún más el cañón del arma en la cabeza del pobre peliazul.

En busca de tu perdón. - Karmagisa -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora