UNO | Ojos color miel.

21 3 0
                                    

CAPÍTULO UNO:
        
Ojos color miel.






Los acordes de Wonderwall de Oasis resuena por todo el salón de música mientras mis dedos se deslizan con facilidad sobre las cuerdas de la guitarra entre mis manos, mis ojos se cierran cuándo comienzo a tararear la canción, disfrutando del momento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Los acordes de Wonderwall de Oasis resuena por todo el salón de música mientras mis dedos se deslizan con facilidad sobre las cuerdas de la guitarra entre mis manos, mis ojos se cierran cuándo comienzo a tararear la canción, disfrutando del momento.

Muy pocas veces me siento tan pleno como ahora.

Es maravilloso como algo tan simple puede quitar todo el peso que cargamos encima, cómo el estrés y la presión abandonan tu cuerpo cuándo haces algo que amas y te apasiona.  No piensas en nada, sólo te centras en ti, en regodearte de la increíble sensación que eso te transmite.

Hay personas que encuentran esa sensación de plenitud al leer, otras escriben, otras pintan, o bailan, otras simplemente van a su lugar favorito en el mundo, ese que no son capaces de compartir con nadie más.

Yo la encuentro en la música.

Aunque me dure muy poco la felicidad...

—Muy bien, Dean. — La voz de Martín, el maestro de música hace que salga de mi pequeño momento. Abro mis ojos y le doy una pequeña sonrisa de boca cerrada. — Por lo que veo, no es necesario esforzarme mucho contigo. — Bromea.

Mi sonrisa se ensancha.

—Suelo practicar en mis tiempos libres. — Digo, levantándome del pequeño banco, Martín se acerca.

Tiene un aspecto un poco hippie, sus pantalones y camisa anchos y de colores llamativos fue lo primero que captaron mi atención al llegar, me pareció gracioso.  Y más porque yo soy todo lo contrario, lo mío son las prendas oscuras.

—Pues, es un placer para mí informarte que estás dentro. — Él sonríe satisfecho. La emoción recorre mi cuerpo, y siento mis mejillas arder debido a la enorme sonrisa que debo tener justo ahora. — No solemos hacer excepciones, has llegado un poco tarde al nuevo ciclo, pero tu caso es especial, tienes mucho talento, y para mí será un honor ayudarte a explotar ese potencial, estoy seguro de que llegarás muy lejos, muchacho.

De pronto mi pecho se estruja. Las ganas de llorar me invaden. Parecerá una tontería, pero éste hombre no tiene una idea de lo mucho que han calado sus palabras en mí. Para muchos es algo normal escuchar eso de alguien, tener personas que les recuerdan cada día lo valiosos que son, que celebren sus logros, que les recuerden cada día todo lo que son capaces de hacer y lo lejos que llegarán.

En mi caso, a mi lado tengo un padre que lo único que hace es repetirme a diario lo mediocre que soy,  que en mí todo está mal. Todo por el simple hecho de no seguir sus pasos. Y que Martín me haya dicho eso me golpeó bastante fuerte.

Sin dejar de sonreír, me acerco y le doy un apretón de manos. — Muchas gracias, de  verdad. Te prometo que no te arrepentirás, daré todo de mí. — Mis palabras salen torpemente por lo rápido que las digo, Martín suelta una pequeña risa cuándo nota que estoy agitando nuestras manos con más  fuerza y rapidez de lo normal.

My Safe PlaceWhere stories live. Discover now