Compras

1.9K 153 30
                                    




Bufó molesto mientras se rascaba el trasero, ya llevaba bastante tiempo sentado esperando poder darle el visto bueno a su alumno. ¿Qué donde estaba?, ah, sí, debió empezar por aquello... Esa mañana su joven pupilo le había pedido que lo acompañara para elegir un traje para su entrevista de admisión a la universidad; hubiese querido negarse pero: primero, no era desagradecido y debía recompensar al rubio de alguna manera y segundo, era su deber de novio. Si, ya llevaba casi un año de haber puesto las cartas sobre la mesa y haberse declarado... sería un idiota si no, ¿quién en su sano juicio dejaría escapar a la persona más fiel, devota y enamorada?... Él era un idiota (no iba a negarlo), pero tampoco tanto.

– Se...seni– escuchó el seudónimo que Genos aún usaba a pesar de que eran pareja– me avergüenza salir, creo que no me queda bien– dijo sin salir del cambiador de ropa.

– Genos, no creo que se te vea mal, sal para poder decirte– lo invitó a salir intentando no sonar tan aburrido.

– De... de acuerdo– expresó algo nervioso.

Ok, recordaba haber leído un manga donde un maestro... Rochi sino estaba mal, veía a una mujer atractiva e inmediatamente su nariz sangraba; carajo, tal vez él era el Rochi de este mundo porque tuvo que limpiarse la nariz. ¿Cómo no iba a tener ese fuerte ataque de temperatura?, dios Genos se veía... se veía... creía que su pene parado podría explicarse mejor, pero de igual manera iba a intentarlo.

Su rubio estaba vestido con un smoking negro que se ajustaba demasiado ( demasiado para su gusto) a su adonis cuerpo; es más, podía verse ese bulto marcado entre sus piernas. Su trasero también estaba totalmente marcado, esa retaguardia que juraba que cuando llegaran a casa, la haría sonar como un tambor.

Tenía guantes blancos que hacían juego con la corbata y unas gafas ( que imaginaba que hacían parte del vestuario), que lo hacían ver demasiado sexy. También su nueva forma de peinarse de lado lo hacía ver endemoniadamente bien... por eso lo llamaban Demon Cyborg.

– Sa... Saitama... ¡ Saitama!– escuchó como el rubio lo llamó, mierda, ¿ cuánto tiempo se había ido de la realidad?

– ¿ Ah?– volviendo de sus pensamientos.

– ¿Me veo bien o es exagerado? – volvió a consultar.

Notó que algunas mujeres en la tienda se lo comían con la mirada, ok, podía con eso ya que estaba acostumbrado a su club de fans, pero mierda, ¿qué otros hombres vieran su trasero y se mordieran los labios?, eso sí que no. Aquel cyborg era suyo, únicamente SUYO.

Lo tomó de la mano y se metió con al cambiador de ropa, no iba a permitir que lo miraran más de la cuenta.

– ¿ Qué pasa?– consultó el rubio sin entender la actitud de su pareja.

– Lleva el traje, pero quítatelo ya–expresó con desespero.

– ¿Así de mal me veo?– indagó.

– No... mira– tomó la mano del cyborg y la llevo a su pene erecto– esto demuestra lo bien que te ves, pero no quiero que nadie más te morbosee.

– ¿Quieres que te ayude con eso?- preguntó con sensualidad.

– Vamos a casa, creo que sería capaz de romper la tienda sino me calmo.

Pagaron el traje y con urgencia (porque el calvo estaba súper urgido) corrieron prácticamente a su nicho. Más se demoraron en entrar a la casa, que en comenzar a desnudarse y besarse. El mayor estaba sobreexcitado, no iba a poder tener juegos previos esta vez; fue así, que subyugó a su rubio en el futón y lo puso en cuatro, levantando su trasero y sometiendo aquella melena dorada en la almohada.

– Mm... veo que alguien quiere rudo– jadeó el blondo.

– Siempre me pones al límite...– gruñó el calvo mientras pegaba con su pene entre los glúteos del menor.

– Intente regularse, recuerde qué pasó la última vez.

– Es... difícil hacerlo– respirando profundo para controlarse. ¿Cómo iba a olvidar aquella vergonzosa vez?, se había descontrolado y había roto la parte pélvica de Genos y lo más vergonzoso para ambos, fue tener que acudir donde el Dr Kuseno para las reparaciones. Pensar en eso le ayudó un poco... solo una pizca.

– Vamos, Saitama– comentó el ojidorado mientras movía su trasero– entra ya.

– Grr... no me ayudas así– expresó mientras ingresaba su glande, respiró hondamente y luego ingresó la mitad de su pene. Se agarró de la cintura de su novio intentando contenerse, tan solo haciendo pequeñas hendiduras en ese cuerpo hermosamente metálico– ah... carajo, te dejé marcado... – gruñó.

– Shh... está bien, lo estás haciendo bien, cielo– jadeó el rubio intentando disminuir la letal fuerza de su pareja.

– Hhmm... – gimió al terminar de entrar su pene. Genos usualmente no lo llamaba así, pero cuando lo hacía, tenía un efecto realmente tranquilizador. Salió de aquel cuerpo y volvió a entrar con lentitud, por más veces que tuvieran intimidad, el cuerpo de su cyborg siempre se acoplaba con esa avasalladora estreches– mhm... que rico me aprietas...

– Ahh...sen...sei– jadeó al sentir ese grueso y largo pene embestirlo– un poco más fuerte....

Asintió y aumentó la velocidad, como se había prometido, estaba golpeando ese interior produciendo sonidos como los de un tambor, paf... paff... pafff... era el sonido que rebotaba en las paredes de su habitación. Se llenó de libido cuando observó su miembro ser devorado por ese ducto; lo veía, no lo veía, lo veía, no lo veía... dios, que rico era tener sexo con Genos, que maravilloso amarlo y que sorprendente que el blondo lo hubiera aceptado.

El tiempo se desdibujó en ese momento, los jadeos de su amado y la almohada ensalivada le indicaban que aquel glorioso momento estaba por terminar. Arremetió con más velocidad, lo iba a llenar, iba a llenar ese cuerpo así como el rubio le había llenado el corazón con esa desbordante devoción.

– Ahh.... ¡ Saitama!– fue el gemido ronco que escuchó de su cyborg y excitado por él, finalmente se vino dentro. No salió de inmediato, estaba respirando hondo porque la sensación postorgasmo no se iba; pero pudo escuchar con atención y hasta sonrió, con el comentario de Genos:

– Tenemos que ir más seguido de compras. 

CotidianidadWhere stories live. Discover now