Después de crecer en un sombrío orfanato en la más espantosa de las ciudades, tanto tiempo en completa soledad, Edward nunca anticipó que Noa una chica con una extraña aparición pondría su vida patas arriba en un cuestión de minutos.
Noa Williams c...
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<Noa Williams> Mi madre y yo nos mudamos al apartamento de arriba hace un mes. Aunque ya tengo la edad suficiente para vivir por mi cuenta, después de que mi padre y mi hermano sufrieron una muerte muy repentina e inmerecida, realmente eran la única que se mantenía a mi lado. Su muerte fue causada por un robo a mano armada en las calles asesinas de Gotham. Francamente, lo había sentido desde el día que me mude aquí, pero este incidente fue la gota que rebasó el vaso de una vez por todas, creó un odio infernal por esta ciudad dentro de mi que probablemente solo podría resolverse quemando Gotham hasta los cimientos. Salir de la ciudad no era una opción por falta de dinero, por lo que ese profundo deseo era simplemente algo con lo que tenía que vivir.
Habían pasado 2 años desde el incidente, pero aún necesitaba mucho a mi madre y, por supuesto, a mi gato Ryan como apoyo emocional. Si bien valoré mi privacidad en mi propia casa, la familia siempre fue lo primero para mi.
Antes de que mi familia se mudara a Gotham en busca de mejores oportunidades profesionales, vivía en una hermosa granja en el campo. Lo extrañaba terriblemente, las mascotas que tenía, los hermosos jardines y, lo que es más importante, mi propio, aunque pequeño, campo de fresas. Mi madre había plantado las semillas conmigo cuando no tenía más de 7 años y había sido mi logro más orgulloso verlas convertirse en plantas. Manteniéndolos vivos durante los inviernos, comiéndolos durante todo el verano. Mi amor por la fruta escarlata nunca terminó, después de mudarme a Gotham City permanecieron como la forma más dulce de nostalgia, aunque siempre llevaron consigo un sabor amargo de arrepentimiento.
Mi madre al tener una mentalidad rural estaba interesada en que hiciera un pastel y me presentara a mis vecinos más cercanos. Odiaba el anonimato que venía con esta maldita ciudad. Mi pastel de fresa recién horneado me llevó por un camino directo no solo al apartamento 7.
Mi llamada fue muy entusiasta, después de cinco minutos ahí estaba, en el marco de la puerta, con el pelo castaño alborotado, los ojos cansados y las gafas ajustadas rápidamente. Intente limitar la vista a su desordenado apartamento, aunque eso no habría sido necesario ya que mis ojos estaban únicamente fijos en su cuerpo alto y rostro dulce. Parecía un ciervo atrapado por los faros defectuosos y físicamente sentía que mi corazón se saltaba un latido... o dos.
Inmediatamente arreglé mi postura y mi extraño vecino descuidadamente se puso los anteojos al verme, con la pinta de haber dormido una siesta vespertina.
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••Hola, volví a publicar la historia porque me decidí a terminarla♡
