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Sana era abrazada cariñosamente por Jihyo, seguían en la cama de la castaña, pero esta vez sólo se mantenían allí, en silencio. Sana se escondía en el cuello de la menor y esta acariciaba su espalda lentamente.

La japonesa dejó un leve beso en su cuello y Jihyo sonrió, bajando su mirada para verla. Volvieron a sonreír y unieron sus labios.

Alguien tocó la puerta al mismo tiempo, interrumpiéndolas. Sana miró extrañada en la dirección de la puerta de su habitación. Nadie iba a su casa, a parte de todos los que había escondido y asesinado en el lugar. Solo Jihyo había entrado con su permiso, y ahora que lo piensa, también Jeongyeon lo había hecho, pero eso solo fue para que Jihyo no sospeche nada de su actitud verdadera.

Sana se levantó de la cama y se colocó la bata que siempre usaba para dormir. Salió de la habitación y se dirigió a la entrada. Encontrándose con la esposa de Nayeon. Jeongyeon la saludó con naturalidad.

—¿Qué quieres? —preguntó seriamente.

—Vine por Jihyo —sonreía para que Sana no sospeche nada— supe que está aquí. Verás, Nayeon tiene un problema en el establecimiento y quiere que Jihyo vaya de inmediato. Yo estaba libre, así que pidió que la llevara.

En ese momento la menor salió ya vestida, había escuchado lo que Jeongyeon había dicho cuando iba saliendo. Sonrió a su amiga como saludo y llegó al lado de Sana.

—¿Qué problema hay? —preguntó dudosa.

—Si me permiten —interrumpió Sana— iré a cambiarme. Yo la llevaré —iba a volver al cuarto.

—No es necesario —apresuró a decir Jeongyeon— no tengo ningún problema en hacerlo. Por algo vine aquí.

Sana giró a verla y sonrió falsamente, aparentando serenidad.

—Dije que yo lo haré —se acercó a Jihyo y la besó en los labios. La castaña sonrió— espérame. —volvió a ver seriamente a Jeongyeon y entró a la habitación.

—Ella y tú...-

—Sí.. —Jihyo asintió con un sonrojo— bueno, creo que ya lo veían venir.

—Claro —asintió incomoda— bueno, necesito que vengas conmigo ahora mismo —tomó su mano, guiándola fuera.

—Espera, Sana no va a tardar tanto. Debemos esperarla.

—Es una emergencia, Hyo. Ella sabrá entender.

—Pero.. —llegaron al auto.

—En serio, Jihyo. Solo sube al auto, te explicaré luego.

La menor estaba confundida. Pero si su amiga estaba en problemas, tenía que estar allí para ayudarla. Asintió y subió al asiento del copiloto, siendo imitada por Jeongyeon quien puso en marcha al auto de inmediato.

No habían pasado ni dos minutos, cuando Jihyo recibía una llamada de Sana.

—Hola —respondió con una sonrisa.

—¿Puedes decirle a tu amiga que detenga el auto?

Jihyo giró a ver a sus espaldas y detrás del auto venía Sana en su propio coche. La rubia sólo le sonrió.

—Detén el coche —pidió la castaña.

—¿Por qué? —preguntó dudosa.

—Sana está detrás, iré con ella —guardó su celular— estaciónate en esa esquina —señaló.

Jeongyeon observó el espejo retrovisor y era cierto, Sana la observaba directamente a ella. ¿Sospecharía algo? No, era imposible. Pero tampoco podía no detenerse, no tenía un plan aún, sólo quería ver por la seguridad de Jihyo primero. No le quedó de otra que obedecer y disminuir la velocidad del auto. Se detuvo y Sana estacionó frente a ella. La rubia bajó del auto a la vez que Jihyo lo hacía y ella la observó dudosa.

—Solo sube. Ahora voy —avisó y la menor asintió sin sospechar nada.

Jeongyeon observó nerviosa a Sana quien se detenía a su lado, de inmediato aparentó calma cuando la rubia se inclinó hasta la ventana.

—¿Ocurre algo? —preguntó.

—Eso mismo te pregunto a ti, ¿Ocurre algo? —sonrió ligeramente, con un toque de malicia en su expresión.

—No comprendo —sonrió dudosa.

—Solo quería decirte que no es necesario que nos acompañes, puedes irte a tu centro de trabajo.

—Ah, está bien. Vayan con cuidado —sus nervios salían a flote.

Sana analizaba sus expresiones con disimulo. Asintió ante su comentario y se enderezó para poder irse a su auto. Discretamente había inspeccionando el de Jeongyeon, dándose cuenta que tenía un archivo colocado en el centro de los asientos.

La mayor las observó marcharse y sacó su celular de su chaqueta para llamar a su esposa.

—Cariño.. Sana y Jihyo están yendo para allá. ¿Podrías decirle a Sana que ya no necesitas de su ayuda? —esperó respuesta— luego te lo explico, sólo diles eso. Inventa cualquier cosa pero que sea creíble. Ok.. gracias amor, te amo —colgó la llamada.

***

Media hora después, Sana no dejaba de pensar en lo nerviosa que se veía Jeongyeon desde que había ido por Jihyo la segunda vez. En la primera no actuaba así, sus expresiones eran más naturales y más animadas. Detenía el auto frente a su casa y esperó a que Jihyo bajara, pero ella no lo hizo.

—¿Irás a algún lado? —preguntó con curiosidad.

—Tengo un asunto que resolver —Sana se encontraba tranquila— vuelvo en unas horas —puso en marcha el auto.

***

Eran las ocho de la noche. Jeongyeon salía de su centro de trabajo y se despedía amablemente del guardia mientras se abrigaba del frío con su chaqueta. Caminó solo unos metros hasta llegar a su auto que era el único estacionado. Rebuscó las llaves en su bolsillo y abrió la puerta, ingresando sin notar nada extraño.

La cerró y cuando estaba a punto de encender el auto, escuchó el seguro de un arma ser quitado para luego sentir la presión detrás de su cabeza. Jeongyeon se quedó inmóvil de inmediato.

—Muy interesante —la peliazul cerró los ojos con nerviosismo cuando reconoció aquella voz— así que tienes toda mi vida en los malditos papeles —Sana arrojó las hojas al suelo del auto y se asomó cerca de Jeongyeon, mostrándose realmente molesta. Presionó aún más fuerte el arma, lastimándola—- dime, ¿Qué planeabas hacer cuando llamaste a Jihyo? ¿Ibas a llevártela? ¿A contarle todo? ¡¿La ibas a alejar de mí?! —Jeongyeon se mantuvo callada. Sabía que no podía decirle absolutamente nada que la tranquilizara. Pero eso no disminuía su temor, estaba aterrada— enciende el auto y sigue mis instrucciones —mandó— Espero que te hayas despedido muy bien de tu linda esposa esta mañana, porque será el último recuerdo que Nayeon tenga de ti.

Bloody love - Sahyo G!PWhere stories live. Discover now