🍫Hace Diez Años🍫

427 38 18
                                    

Los flashes de las cámaras no la dejaban distinguir entre una persona y la otra.

Los periodistas se habían aglomerado en su casa de la noche a la mañana y todo por ese boleto.

Su mamá, por supuesto, los había dirigido a todos al cuarto de trofeos. Tenía un estante repleto de ellos. Si iban a salir en televisión mundial, pues debía mostrarles lo muy talentosa que era su hija.

—Claro que yo también tengo mis trofeos: por ser porrista —comentó su mamá, mostrando esa falsa alegría.

Violeta inhaló profundamente y siguió masticando el chicle. Aunque ese momento era suyo, su mamá siempre encontraba la manera de quitarle el reflector.

La gente no estaba conectada a sus televisores para ver cómo su madre intentaba recuperar sus días de gloria.

Estaban ahí para ver a Violeta Beauregard, la ganadora del Boleto Dorado.

Su mamá guardó silencio y le dirigió una mirada severa, aunque igual mantuvo a la vista su tétrica sonrisa de modelo.

El momento había llegado. Era hora de decir lo que tanto habían ensayado. No podía fallar, no estando en vivo.

—Yo sé que solo un niño ganará el premio especial, pero escuchen bien: no me importa quiénes sean los otros cuatro, yo seré quien lo obtenga.

—Diles por qué, Violeta —ordenó su madre.

—Porque soy una triunfadora.

Listo. Su madre asintió orgullosa y sonrió.

Eso era todo, había hecho la entrevista sin fallar un poco. Su misión había sido cumplida.

Su mamá giró de regreso a las cámaras y modeló unos segundos más.

Violeta se quedó de pie, masticando su chicle y esperando a que los desconocidos al fin se fueran para poder descansar.

Hubieron algunas otras preguntas más de por medio, pero no era nada que su madre no pudiese responder.

Solo tuvo que estar ahí media hora más, hasta que terminó.

—¡Y corte! —exclamó uno de los camarógrafos—. ¡Es todo, muchachos!

Las cámaras se apagaron, los micrófonos se alejaron de su cabeza y los periodistas cerraron sus libretas llenas de apuntes.

Y cuando supo que se acabó, un gran peso se esfumó de los hombros de Violeta. Era un peso raro, no lo había sentido al comenzar la entrevista pero siempre había estado ahí.

Sin embargo, no podía tirarse al abandono. Aún tenía muchas apariencias que guardar mientras sus visitantes se retiraban.

—Felicidades, pequeña.

—Eres la niña más afortunada.

—Ojalá seas la ganadora.

—¡Diviértete!

¿Divertirse? Eso era de perdedores. La gente como ella no podía darse el lujo de divertirse.

Todo debía salir bien, todo debía salir perfecto. Si se distraía en lo más mínimo, los planes de su mamá se irían por un caño.

—Hasta luego, gracias —los despidió su mamá desde la puerta—. Hasta luego, no olviden volver aquí cuando ella gane. Sí, gracias.

Violeta conocía tan bien a su mamá que había clasificado sus tonos de voz en categorías.

Ese tono, por ejemplo, era el de reina de belleza.

Su mamá había participado en esos concursos múltiples veces cuando fue joven, pero nunca consiguió el primer lugar.

🍫LA FÁBRICA DE CHOCOLATE 🍫|| RETELLINGOnde as histórias ganham vida. Descobre agora