Solo el cielo sabrá este secreto

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(...)

Minho no dijo ni una sola palabra.

Llevó a la joven de la mano paseando por el centro comercial como cualquier otra pareja con la que se cruzaban de vez en cuando.

Rosé tampoco pidió alguna explicación, porque ella lo sabía, ella sabía que formaba parte de una relación imposible.

Tal vez era mejor no pensar en eso, así que desvió la mirada hacia el escaparate de la tienda por la que pasaban y se detuvo al ver las hermosas y finas joyas exhibiéndose tras el cristal.

Al darse cuenta que Rosé se detuvo, Minho volteó a ver qué la había entretenido. La joven miraba aquellas joyas con una sonrisa animada.

-¿Alguno que te guste? preguntó observando cada una, desde collares, anillos, brazaletes y aretes.

Rosé soltó una ligera carcajada, pero no dijo nada, todas las joyas le parecían realmente hermosas y elegantes, eran objetos que no estaban hechos ella para y no estaban a su alcance. Ella respondió con la sinceridad de una mujer pobre:

- Ninguno.

Minho presionó la mano de la joven y la llevó al interior de la tienda.

La encargada de la tienda sonrió ampliamente y saludó con cortesía. Minho devolvió el saludo y buscó con la mirada alguna joya adecuada, y no tardó en encontrar un collar que resaltaba entre todas las joyas.

- Quiero ver este.

Era un collar plateado con cadenas finas y un rubí en forma de corazón rodeado por una fila de diamantes.

La encargada no tardó en sacar el collar de la estantería y mostrarlo al cliente, dando una resumida explicación de los detalles del collar:

- El collar es de diseño único importado de la joyería Garrat. Es un rubí birmano de veinte quilates en talla de corazón. Los pequeños diamantes que la rodean pesan un cuarto de quilate cada una, la cadena es de plata novecientos veinticinco. Y tiene un precio de quinientos mil.

Rosé estaba muy asombrada con el precio, y más cuando Minho pagó el precio sin titubear.

- Espera, Minho, eso es muy costoso - trató de persuadir.

Minho no tenía la intención de escucharla, así que tomó el collar y trató de ponérsela en el cuello, pero Rosé se removió rechazando el regalo.

- Ya lo compré, te lo pones o se lo obsequio a la primera mujer que cruce la puerta.

Rosé mordió ligeramente el labio inferior algo incómoda, pero ya no se negó, aceptando que el collar rodee su delgado cuello. Aquel collar se veía perfecto en ella, haciendo juego entre el brillante rubí y su vestido.

No había sido el primer regalo que recibió de Minho, pero era el que tuvo el precio más alto.

El resto del día continuaron una cita silenciosa y tranquila, soltándose las manos de ves en cuando. Cerca del atardecer ocupaban dos columpios en el parque, mirando a las personas del lugar mientras cada uno tenía un helado en la mano. La crema del helado de Minho comenzaba a derretirse por el tiempo que llevaba en su mano y las pocas veces que la había probado.

Rosé terminó su helado y miró al contrario.

Desde el comienzo de la cita, ninguno de los dos había vuelto a mencionar el asunto del día anterior, pero tampoco habían cruzado más palabras que para pedir una que otra opinión durante las compras o los lugares que visitaron.

Minho nunca fue muy comunicativo e incluso algunos no notarán la rareza de la situación de ahora, pero Rosé pudo notar que hoy estaba más callado que nunca.

El prometido de la familia Lee/MinsungWhere stories live. Discover now