El dragón está aquí- Ultima parte

10 2 0
                                    

-No te resistas más... Tú sabes bien quien soy yo... -comenzó a pronunciar el dragón- siempre lo has sabido. He estado contigo desde el momento en que fuiste arrojada a este mundo. Por tanto tiempo fui tu guardián, al principio silencioso, ya que necesitabas experimentar por ti misma los riesgos de la vida, riesgos que con el tiempo fueron aumentando debido a tu incansable espíritu aventurero, eras una pequeña indefensa... alguien tenía que protegerte
¿Acaso no te has dado cuenta de que yo soy para ti un simple protector? ¡Esa es mi función!, aunque mi aspecto natural sea el de erizarte hasta la última de las pestañas y provocarte las pesadillas más extrañas... yo, yo solo he querido cuidarte-

-¡¿Cuidarme, dices?! ¿Querías cuidarme cuando a los ocho años me hacías imaginar que a mis padres les había ocurrido algo malo cuando anochecía y demoraban en llegar a casa, o cuando imaginaba que al irse a trabajar ya no regresarían más? ¿O mucho tiempo después, aquellas veces en que quería salir corriendo de ese lugar que resultó no ser lo que había soñado y detenerme al pensar en que todo era mi culpa? Y todas las veces que deje pisotear mi dignidad y auto estima por dudar si tenía o no razón... esa horrible sensación en el pecho al pensar en la posibilidad de perder a lo más importante para mi, es la misma que siento cada que me encuentro en una situación en dónde creo que no tengo el control de las cosas, me vuelvo a sentir como esa niña que no puede hacer nada más que observar, es entonces cuando busco resolver y salvar, llenándome los hombros de cargas ajenas, solo eso alivia un poco la ansiedad, pero aún así, haga lo que haga, no te vas.

¡Así que, no me jodas! Tú no estás aquí para protegerme, estás aquí para obstaculizarme los sentidos y la razón, porque jamás me permites ver más allá-

-Exacto, querida. El problema es, que tú misma me has colocado  en un lugar que no me corresponde, lo hiciste inconscientemente todas las veces que no quisiste hacerte responsable de ti, que no quisiste escuchar más que tu verdad, que no quisiste moverte de tu zona segura y entonces me colocaste frente a ti, me responsabilizaste de tu inacción, me utilizaste.
Tienes que aceptar que es imposible deshacerte de mi, porque si lo hicieras estarías despojándote de tu humanidad y de siglos de evolución y preservación de la especie.
Mi lugar no es frente a ti, porque no te permito ver la realidad, ni tampoco es detrás, porque no me puedes observar, y la verdad, me necesitas un poco.
Mi lugar es a tu lado, a una distancia prudente, en dónde de vez en cuando alcances a escucharme y sentirme, pero seas tú y solo tú quien tome la decisión adecuada.

¡Uff! Esperé tanto para tener esta conversación y mirarte a los ojos, y, es verdad, al mismo tiempo en que tú crecías yo también lo hacía, pero sin haberte llevado hasta este límite tu conciencia no habría despertado como hoy lo ha hecho. Perdóname por favor-

...

Tirada en el suelo, con lágrimas brotando a caudales y la vulnerabilidad más grande que en mi vida hubiera querido sentir, lo dije, lo supe: -¡Miedo! ¡El Miedo vive en mi! ¡Siempre he tenido Miedo! ¡El Miedo ha decidido por mi! ¡El Miedo me ha paralizado! ¡El Miedo me hace evitar enfrentar! ¡El Miedo está aquí! ¡Tu nombre es Miedo!-

Y cómo si algo se desbloqueara automáticamente en mi al reconocer su existencia y los efectos que ha causado en mi, el Miedo ya no me dio más miedo. Comencé a recordar todas las veces en que efectivamente me cuidó, cuando me incitaron a probar ciertas cosas y el miedo me hizo decir "No", cuando en forma de pensamientos me alerto "algo no anda bien con este tipo, aléjate", cuando me dijo tantas veces "no lo hagas, piénsalo mejor, pide ayuda", "aléjate de la orilla", "agarra fuerte a tu mamá" "mira dos veces antes de cruzar" y como en una película las imágenes pasaban una tras otra, y todo era más claro.

Tiernamente, respetuosamente, se acercó a levantarme del suelo, me limpió las lagrimas, me acerco a su pecho y me susurró suavemente "Tranquila pequeña mía, confía en mi, yo me encargaré de encender la luz de alerta solo cuando sea necesario, si tú me prometes estar atenta mientras te encargas de SALIR A VIVIR"

Asentí, habíamos hecho las pases y un trato al fin.

...Y de pronto, desperté.

Aún me pregunto si todo habrá sido un sueño o fue real, porque así se sintió, pero ¡que más da saber eso!
Hoy me levanté con tanta energía para comenzar. Sólo que al llegar corriendo a la puerta una vocecilla me dice que estoy olvidando algo importante... ¡Ah, es verdad! ¡Las llaves no se me pueden olvidar!

Insomnio y diosidencias: El inconsciente en busca de salidas de emergencia.Where stories live. Discover now