Misión cumplida; Capítulo 31.

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Takemichi se removió sobre la cama con cautela, tan cómodo y calentito bajo su acolchada manta que temía hacer cualquier movimiento abrupto y arruinar su relajante sueño; por lo que solo se acurrucó sobre su costado envuelto en un aroma conocido que flotaba en el aire con tanta sutileza que le producía cosquillas en la punta de su nariz. Inconscientemente levantó una mano y pasó sus dedos por su rostro sacudiendo lo que fuese que le estuviese molestando, pero al hacerlo su codo tocó algo duro y terso muy cerca de él, intentó darse vuelta sin éxito, también había algo obstruyendo en su espalda.

Trató de no darle importancia al asunto, hasta que sintió una respiración uniforme en su nuca, silbando muy cerca de su oreja. Todos sus nervios se crisparon de golpe, irguiéndose sobre la cama con sus ojos abiertos en medio de la confusión, a pesar de la neblina en sus parpados pesados pudo detallar el cuerpo de Sanzu acurrucado cerca de su pecho, apresando sus rodillas con sus largas piernas, luego vio a Mikey o al menos, observó como los brazos de su alfa estaban anclados a su cintura como si fuese su almohada personal.

Aspiró una larga bocanada de aire calmando su repentina ansiedad, recordó porque ambos chicos estaban posesivamente alrededor de su cuerpo, pues había accedido a dormir con ellos muy a regañadientes, pero jamás imaginó que despertaría de esa forma; Takemichi se rio del hilarante momento, después se recompuso para levantar sus manos al aire y palmear las mejillas de ambos alfas, tenía que despertarlos de alguna forma, ¿no?

Casi se arrepiente al ver a Mikey con la boca ligeramente abierta, se veía adorable cuando no estaba siendo berrinches.

Lo que sucedió después fue un poco caótico, luchó minutos enteros para empujar a ambos chicos fuera del dormitorio. Mikey seguía con los ojos cerrados, pero no por eso no intentó defenderse del asalto, Sanzu estaba más consciente, pero en su rostro se dibujaba la confusión haciendo ruiditos de indignación. Acabó sacándolos a patadas, dejándoles en claro que eran unos alfas entrometidos.
— ¡Fuera ustedes dos! — exclamó el omega, resoplando por la nariz.

— Esta también es mi habitación— trató de razonar su compañero, bajando la cabeza al instante que Takemichi lo miró furibundo; tenía el ligero presentimiento que el omega no iba a dar su brazo a torcer.

— No me importa, no los quiero aquí.

— Takemicchi, quiero dormir— murmuró Mikey, ignorando su desafío, incluso quiso volver a la habitación, sin embargo Takemichi no se lo permitió. Sanzu tomó del cuello de la camisa a Mikey, evitando que la puerta que Takemichi les cerró con fuerza se estampara en su cara.

El retumbar de la madera los dejó a ambos atónitos.

Al estar a solas en la habitación, Takemichi soltó un chillido agudo y agarró sus mejillas calientes. Ese par de bobos lo había puesto en aprietos tan temprano. Le costó calmarse, acompasando el ritmo errático de su respiración y los latidos insistentes de su corazón. Mikey había estado tan cerca que aún podía sentir su aroma sobre él, no quería bañarse nunca para conservar lo poco que tenía de su alfa.

Dio vuelta sobre la cama un rato más, rememorando la forma tan hilarante de despertar esa mañana. Su piel se llenaba de cosquillas al recordar el calor de Mikey y Sanzu alrededor. Estaba ciertamente contento y lo atribuía a lo cómodo que se sentía delante de ambos alfas. Su felicidad no duró mucho pues recordó que día era y qué pasaría después.

Takemichi ni siquiera había empacado.

Sintió repentinas ganas de llorar y ahogó un sollozo en la almohada. Sabía que el día de volver llegaría, nada era eterno, sin embargo, no estaba listo para dejar de ver a Mikey, ni para perderse de la compañía de Sanzu, también extrañaría la atención que le daban los amigos de Mikey. Se tragó el nudo que se formó en su garganta cuando su labio inferior empezó a temblar por el llanto contenido.

Omega Impostor; Maitake.Where stories live. Discover now