CAPITULO VIII

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Celeste

-Trina, tengo que ir a casa, ya son casi las once.

-¡No seas aburrida Celeste!- refunfuño la rubia- solo espera a que se seque la pintura de tus manos.

Trina es mi amiga desde la primaria y cada cierto tiempo me invitaba a su salón para hacerme un tratamiento de belleza. A diferencia de mi, Trina desde niña soñaba con ser estilista y cuando cumplió quince se dedicó a trabajar, a aprender, asistió a cursos, a congresos sobre estilismo y cosmetologia, conoció a las mejores estilistas del país siendo prácticamente una niña, pero muy llena de talento. Su propósito fue montar su propio salón de belleza. Me alegra decir que hace un año, mi amiga pudo hacer su sueño realidad.

-Es que mañana tengo que ir al instituto y...

-Bla, bla, bla y tus tontas tareas científicas. Querida, te adoro, pero  parecias un espantapájaros cuando te ví. Agradece a Dios que tienes una amiga que te ama y le da color a tu vida.

Yo reí sonoramente. Trina en ocasiones, podía sonar muy vanidosa pero la verdad es que es muy divertida y al igual que Serena, siempre ha estado para mí.

-¿Estás diciendo que soy horrible?- soné indignada.

-Sí- contestó riendo- Claro que no niña, solamente estoy diciendo que eres una persona hermosa con serios problemas para tomar un peine.

Nuestros carcajadas sonaron en todo el salón y cuando terminamos de reírnos, la pintura de mis uñas finalmente se había secado. Ella hizo unos retoques finales en mi cabello, al que le colocó unas extensiones rojizas que eran exactamente iguales a mi color original, ahora el cabello me llegaba a la altura de las caderas. Cuándo estuve lista, me levanté del asiento y la abrace.

-Te quiero tanto, gracias por este día. ¿Cuanto te debo?

Rodó los ojos, como siempre hacía cada vez que le preguntaba aquello.

-Si vuelves a preguntarme eso la próxima vez que vengas, te golpeare. ¡Ya te he dicho siempre que no me debes nada, lagartija! Te quiero igual. Escríbeme al llegar.

Besé su mejilla y salí del salón, muerta de frío y buscando las llaves del auto en mi bolsa...pero, algo me detuvo y distrajo mi atención, enfocandola ahora en aquel chico.

Frente al salón de Trina, había una discoteca muy famosa y conocida en todo Brooklyn, específicamente en el barrio Bedford-Stuyvesant. Era de las más frecuentadas de la ciudad y la que mas fama tenía de escándalos policiales, sustancias ilícitas y una que otra muerte. Pero, lo que realmente llamó mi atención, fue ver que el chico que estaba a las afueras del bar, era Oliver Abshire, el amigo de Serena y el mismo que conocí esta mañana. Estaba a punto de abrir el carro e irme, pero noté que no estaba solo y que unos hombres un poco más altos que él lo llevaban a un cajellón obscuro y empezaron a golpearlo.

No era una superheroina y  seguramente apenas les llegaba por el ombligo a esos tipos enormes y pesados, pero aún así, me armé de valentía y corrí hacia donde él estaba, acto seguido les grité.

- ¡¡Hey, sueltenlo, sueltenlo ya!! Déjenlo en paz.

Mala idea.

De pronto en el transcurso absurdo de 10 segundos, aquellos mastodontes estaban frente a mi. Me miraban con sorna, con desprecio y a la vez con la suficiente malicia como para hacerme cualquier cosa que estuviera pasando por sus asquerosas mentes.

Del otro lado...Oliver estaba golpeado, tenía los ojos entrecerrados y su nariz y labio inferior sangraban, caminé  rápidamente rodeando a los tres hombres y  me arrodillé frente a él. No medí  mis acciones, ni las consecuencias de las mismas y mucho menos lo que podría sucederme. Sólo lo miraba a él y...eso era todo.

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2022 ⏰

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