Capitulo 12

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YOONGI estaba disfrutando tanto el ver a su madre y a su pareja que no se dio cuenta al instante que él mismo estaba bajo escrutinio. Cuando finalmente sintió el peso de los ojos sobre él, se volvió lentamente para enfrentar al pelotón de fusilamiento.

―¿Qué?

La esposa de su hermano lo observaba.

―¿Estás bromeando?

Le sonrió a Min Sieun, sólo para tener que levantar su mano para poder hablar con él.

―Papá,― Dijo con una carcajada, mirando hacia su padre.

―Es que no es justo, Yoongi,― Le gruñó a su hijo. ―He esperado más de veinte años para entrar en esa cocina, y él sólo se aparece aquí y ¿es invitado al primer día?

Todos estaban siendo ridículos.

―Creo que debes regresarlo a donde lo encontraste,― Su hermano Ben dijo puntualmente, abriendo sus ojos, mirando de reojo a su esposa para que Yoongi pudiera entender la severidad de su crimen.

―Eso sería difícil,― Yoongi le respondió a su hermano.

―No en realidad.― Ben dijo con conocimiento. ―Sólo un rápido viaje a través de un poco de niebla, ¿verdad?

―Basta.

Yoongi rió con su hermano, siendo objeto de burla de todos ellos, por su irritante familia, mientras que la puerta de cristal que separaba el patio con la sala se abría y las tres parejas, una mayor y dos más jóvenes, entraban en la habitación.

El padre de Yoongi, Min gong yoo, se levantó para recibir a sus amigos, Lee dong wook e Seyeong y sus hijos, a nombre de sí mismo y de su mujer Yang Ra. Iban a tener la casa llena por la cena de Navidad, y la casa ya olía maravillosamente. Cuando Seyeong se congeló repentinamente, su esposo se alarmó.

―¿Qué pasa, amor?

―¿Quién es él?― Preguntó Lee Seyeong , apuntando hacia Jungkook.

―Santo Cielo,― Wook soltó una carcajada, mirando hacia Gong yoo.

―Hay alguien en la cocina con tu esposa mientras se encuentra cocinando. ¿Acaso se da cuenta que tiene su vida en sus manos?

―Ni una sola vez en los veintidós años que llevarnos de conocernos, esa mujer me ha permitido entrar en su cocina mientras está cocinando,―protestó Seyeong. ―Es su lugar seguro, su asilo.

―Ella utilizó su voz de maestra para sacarme de ese lugar en las pasadas pascuas,― Ben les dijo a todos.

―Ella sólo me mira con esa sonrisa realmente indulgente hasta que me salgo,― Sieun se quejó.

―Oh, a mi me trata igual,― El padre de Yoongi intervino. ―Esa sonrisa condescendiente.

―Sí, ¿acaso no es genial?―, Sieun arrugó su rostro, su tono lleno de sarcasmo.

―Ella me arrojó un tomate la última vez que traté de ayudarla,― Wook dijo mientras continuaban con las risas. ―Por Dios santo, ¿quién es él?

―El nuevo novio de Yoongi,― Gruñó Min gong yoo, arqueando una ceja mientras que miraba a su hijo.―Lo odio. Todos lo odiamos.

Las carcajadas brotaban de Yoongi.

―Lo que pasa es que todos ustedes están celosos.

Y eso era cierto; ellos estaban celosos. Todos querían pasar tiempo con Min Yang Ra. Ella te hacía sentir bien con sólo estar alrededor de ella, y como le encantaba cocinar, todos querían pasar ese tiempo con ella, todos querían que les enseñara, el ser capaces de simplemente platicar casualmente con ella mientras que creaba piezas maestras culinarias. Pero era su tiempo para estar completamente sola; el cocinar le daba la paz y la soledad necesaria. Ella no le permitía a nadie estar cerca hasta que ella llamaba... hasta ahora.

Yoongi había visto a su hombre vagar en la cocina con su madre y casi se atraganta cuando ella le dio una cuchara a Jungkook para que probara el caramelo de castañas y el aderezo de cebollín que había preparado antes.

Por alguna razón, ella vio la necesidad que tenía el hombre de cuidados maternales y ella estaba lista para intervenir y llenar el lugar vacante en su vida.

Ella estaba lista para adoptarlo.

―Yoongi,― Seyeong y Mark, el hijo mayor de Wook, le preguntaron mientras le sonreían. ―¿Acaso tu novio es mágico?

¿Cuál era la respuesta real a eso?

En la cena, mientras Jungkook les explicaba de su negocio, Yoongi fue cuidadoso de no gruñir. El pasar por el estudio y salón de exhibición de Jungkook en Oak Park siempre ponía a Yoongi de mal humor. Y no era por otra razón sino porque siempre había el mismo tipo de gente. Jeon Jungkook era ardiente, y no sólo para Yoongi. Desde decoradores de interiores, diseñadores y amas de casa, todos enloquecían por el hombre y sus muebles rústicos que eran hechos a mano y diseñados para durar toda la vida.

Después de que su hermano Ben hubiera creado una identidad para Jungkook hacía un año, había sido el turno de Yoongi de hacer que su nombre se convirtiera en una marca para el hogar. Fiel a su palabra, Yoongi había lanzado una brillante campaña de mercadeo con un sitio web interactivo que no tuvo una sola falla desde el primer día. El negocio despegó tan rápidamente que Jungkook tuvo que contratar a otros dos artesanos, ambos más viejos y de apariencia más ruda que él. Él tenía a tres vendedores que trabajaban en la sala de ventas y una muy eficiente mujer de una de las mejores firmas contables de la ciudad quien pasaba una vez a la semana para encargarse de las finanzas.

Yoongi tenía que asegurarse las finanzas de Jungkook estuvieran en las mejores manos. Él quería que Jungkook triunfara, y nadie iba a evitarlo.

El problema rápidamente se convirtió en que el hombre lo estaba haciendo demasiado bien. La gente simplemente enloquecía por él, y él parecía ser demasiado accesible.

Tomemos por ejemplo el hermoso hombre que había estado hablando con el ex guardián cuando Yoongi llegó hacía tres noches para recoger a Jungkook para el trayecto hacia el aeropuerto.

El extraño tenía sus manos en los hombros de Jungkook mientras que lo miraba a los ojos. Era repugnante, al igual que la risa que surgía con cada palabra que pronunciaba Jungkook. Yoongi los vio por un minuto antes de ir con ellos e interrumpir, recordándole a Jungkook que tenían un avión que alcanzar. La malévola sonrisa que consiguió como recompensa le hizo saber que no estaba engañando a su pareja con su estilo enérgico y sus palabras cortadas. Jungkook se daba cuenta de los celos cuando los veía.

―¿Yoongi?

Volteando vio a su madre que le sonreía.

―Lo siento,― Dijo, dándose cuenta de que había estado gruñendo.

Era un hábito terrible.

Después de la cena, Yoongi se encontró en la cocina, siempre el primero en levantar los trastes mientras todos los demás aún disfrutaban del postre y del café. Cuando Jungkook lo encontró, Yoongi tenía la radio a todo volumen y bailaba junto al fregadero siguiendo la música. Jungkook se apoyó en el marco de la puerta en lugar de entrar, contento de simplemente observar al hombre que amaba. Luego de unos minutos, sin embargo, se dio cuenta de que su cuerpo respondía a los movimientos de Yoongi. La manera sensual en que balanceaba las caderas, la cabeza inclinada hacia atrás, los labios entreabiertos, todo le recordaba a Jungkook de ritmos más salvajes.

Los platos necesitaban quedar limpios para poder llevar a su pareja a la cama.

Mientras todos llevaban los platos a la cocina, fueron las mujeres quienes se dieron cuenta de lo denso que se estaba poniendo el aire en la habitación. Todos coincidían en que Yoongi y su nuevo novio hacían una bella pareja, el alto y musculoso artesano fabricante de muebles y su pequeño y ágil pareja. Jungkook con su obscura y bronceada piel, su cabello y ojos negros y la tez olivácea de Yoongi, los enormes ojos cafés y los rizos despeinados. La idea de ambos en la cama era candente, y cuando Sieun se lo mencionó a su suegra, Min Yang Ra gritó de horror antes de fingir que la golpeaba para que se fuera. Internamente no podía haber estado más contenta de que su hijo finalmente hubiera encontrado a alguien digno de él, digno de su corazón, digno de que lo cuidara.

Ella sabía desde el momento en que había conocido a Jeon Jungkook de que era alguien que merecía ser cuidado. Y él la necesitaba también, necesitaba amor maternal; era mejor de lo que pudiera haber soñado.

Era como si Jungkook y Yoongi hubieran sido hechos el uno para el otro.

Jungkook decidió que tener una familia era a la vez una bendición y una maldición. El ser aceptado e incluido era maravilloso, pero tratar de seguir a su pareja por las escaleras a donde se había retirado le resultó imposible.

Luego de otras dos horas en las que se pasaron dibujando y tirando los dados, la madre de Yoongi finalmente se compadeció del hombre y le dijo que subiera a acostarse. La manera en que él salió a toda velocidad del cuarto hizo que todos estallaran en risas.

―Ellos van a casarse el próximo mes en Vermont.― Yang Ra suspiró, mirando a la gente reunida en su sala. ―¿No es maravilloso?

Todos coincidieron en que lo era.

Jungkook llegó al dormitorio para encontrar a Yoongi dormido con un libro abierto sobre su pecho, confortable bajo un cobertor grueso de plumas. El se quedó un momento viendo a su pareja antes de entrar y cerrar la puerta detrás de él. Jungkook no pensaba que pudiera acostumbrarse de la simple dicha de arrastrarse en una cama cálida en una noche fría y nevada, para acurrucarse al lado del hombre que amaba. Le complacía que los padres de Yoongi hubieran insistido en que todos hicieran el viaje a Lake Tahoe para las fiestas navideñas, pues era agradable el que estuviera helando y nevando afuera y seguro y cálido adentro. Le sería difícil irse en otros dos días.

Dejando el libro en la mesita de noche, Jungkook se acostó y rodó a Yoongi sobre sus brazos, apagando la luz, el cuarto sólo iluminado con la luz de la chimenea. Yoongi estaba en sus pijamas, y había algo en ellas que Jungkook encontraba extremadamente exitante. Claro que no había mucho que Jungkook no encontrara sexy en Min Yoongi, especialmente la forma en que amoldaba su cuerpo en el de Jungkook inclusive al dormir.

La pierna cubierta de franela que se deslizó entre las suyas, rozando su pene en el proceso, hizo que Jungkook gimiera con necesidad. Pero Yoongi estaba cansado; así que Jungkook no lo tumbaría de espaldas, levantaría sus piernas sobre sus hombros ni se enterraría dentro de él. Era demasiado tarde; él simplemente necesitaba dormir. Pero incluso cuando Jungkook planeaba levantarse y cambiarse sus jeans y su camisa de vestir, supo que no sería capaz de cerrar sus ojos. Yoongi lo estaba atormentando, y el hombre no tenía idea.

Suaves labios presionaron la base de la garganta de Jungkook, pero estaba seguro de que el contacto había sido accidental. Una mano se deslizó por su abdomen, pero Jungkook se tensó y no reaccionó incluso cuando la cara de Yoongi se volteó de lado y su cálido y húmedo aliento se deslizó por su pezón izquierdo, endureciendo la protuberancia para dejarla como el granito. Rogó por tener fuerzas. El sonido que salía del hombre, casi un ronroneo, hizo que Jungkook rechinara los dientes. Cuando Yoongi finalmente presionó su duro y alargado miembro contra la cadera de Jungkook, rozando, necesitando la fricción para aliviar el ansia, Jungkook deslizó sus manos bajo el cordón del pantalón de la pijama y envolvió sus dedos a su alrededor.

―Oh,― Se quejó Yoongi, inclinando la espalda mientras que comenzaba a deslizar lentamente su miembro dentro y fuera del calloso puño de Jungkook.

Estaba sólo medio despierto, y a Jungkook le encantaba eso, amaba que incluso inconsciente, el cuerpo de Yoongi deseara el suyo, ansiara su toque.

Mientras que continuaba masajeando la aterciopelada dureza de Yoongi, podía sentir el pulso de Yoongi latiendo en su hinchado miembro.

―Voltéate,― Jungkook sugirió en el oído de Yoongi, sonrió malévolamente cuando la petición fue obedecida, Yoongi gimiendo en su sueño mientras que su deseo crecía.

Él apartó los cobertores, se quitó todas las ropas, tomó el lubricante de donde lo habían colocado bajo su almohada, y se posicionó cuidadosa y lentamente entre los muslos de Yoongi. Él calentó el lubricante entre sus palmas antes de cubrir su propio miembro palpitante. Jungkook sabía que ya estaba goteando líquido seminal; podía olerlo antes de ver las perladas gotas en la cabeza de su propio pene.

Jungkook se deleitó en la larga y sensual línea de la espalda de su pareja, en su curvatura y en las curvas de sus firmes y redondas nalgas. Incapaz de resistir un solo momento más, aflojó con un dedo el culo de Yoongi acariciándole el interior. El temblor instantáneo, acompañado por un gemido gutural le hicieron saber que sus atenciones eran deseadas, apreciadas y necesarias. Sintió el apretado anillo de músculo relajarse casi al instante, listo para recibir el segundo dedo que inmediatamente acompañó al primero.

El mirar el pequeño y apretado culo de Yoongi devorar sus dedos, habiendo rápidamente añadido un tercero, sintiendo la presión ejercida, viendo a Yoongi bajar su mano y masajear su propio miembro, era más de lo que Jungkook podía soportar. Cuando retiró sus dedos, Yoongi gimió y se quejó, el sueño retirándose lentamente mientras enterraba su cara en el colchón, le agarraban las caderas con fuerza e izaban su culo.

―Ruégame,― le gruñó Jungkook a su pareja, deseando como siempre escuchar tanto el permiso como la sumisión.

Yoongi volteó su cara hacia un lado, su cuerpo caliente y pulsante con necesidad.

―Por favor...― Tomó aliento. ―Oh, por favor...―

Jungkook apartó las nalgas de Yoongi, vio el agitado y rosado agujero, y presionó gentilmente en la entrada, preparándose para sumergirse profundamente dentro de su pareja con un brutal ataque. Al último momento, cambió de opinión y en su lugar se hundió lentamente en su entrada, un latido cada vez, sintiendo cada segundo de la ondulación resbalarse en el ardiente y apretado canal. Estaba seguro de que el ritmo iba a matarlo. Las sensaciones eran demasiadas, demasiado abrumadoras, y cuando Jungkook estuvo enterrado hasta la base en el culo de su pareja, se encontró a merced del deseo que emanaba de Yoongi como el vapor.

―¿Qué estás esperando?― La voz de Yoongi estaba estrangulada, temblaba de frustración mientras volteaba su cabeza para mirar sobre el hombro a su amante. ―Te necesito... necesito... Jungkook, por favor.

El "por favor" no podía ser denegado. El impulso hacia adelante, duro y profundo, hizo que Yoongi gritara el nombre de su amante mientras su próstata era masajeada en el proceso y con cada golpeteo subsecuente.

―Las palabras, cairn,― Jungkook demandó en el oído de Yoongi, ―dame las palabras.

―Te amo,― El quejido de Yoongi fue irregular. Su cerebro se apagaba, sobrecargado de sensaciones: su extendido y lleno agujero, la mano masturbándolo en un apretón fuerte y resbaloso, los labios en su hombre entes de los dientes. ―Por favor... más duro... Jungkook...

El ruego era como el cántico de las sirenas, irresistible. Jungkook apretó su agarre en las estrechas caderas en sus manos bajó dentro de su amante, empalando a Yoongi en el candente, duro, largo y enorme miembro, sólo para sacarlo y atacar de nuevo, el movimiento se repetía con golpes cada vez más veloces, cada uno más golpeado, rematado y brutal que el anterior.

La espalda de Yoongi se encorvó; su cabeza se lanzó hacia atrás mientras que se perdía en el desgarrador orgasmo, cantando el nombre de su amante como una letanía. Los músculos se contrajeron en el miembro de Jungkook, el orgasmo de Yoongi era maravilloso de ver, escuchar y sentir.

Jungkook llenó el estrecho canal de su pareja mientras encontraba su clímaxunos segundos después. Y él se quería mover, había pensado salirse del cuerpo tembloroso de su pareja, pero cuando Yoongi se colapsó sobre la cama, el miembro de Jungkook aún se encontraba atrapado en los apretados músculos del culo de su pareja. Dejar el tembloroso agujero mientras seguía sintiendo los estertores del clímax era algo que Jungkook no podía imaginar. Terminó aplastando a Yoongi debajo de él.

―Aire,― Yoongi se rió entre dientes, tomando aliento, sin aire por el sólido pecho en su espalda.

―Jungkook se retiró gentilmente de su pareja y se acostó sobre su espalda junto a él. ―Te aplasté nuevamente, amor... lo siento.

El hombre no lo sentía para nada, y Yoongi lo sabía y lo amaba.

―Está bien.― Yoongi exhaló, sus ojos se le cerraban, una sonrisa curvaba sus labios. ―Puedes aplastarme todas las veces que quieras.

Jungkook tomó a Yoongi, lo atrajo en sus brazos y lo sostuvo con fuerza. Se sentía tan bien el sostener a su pareja contra su corazón, sentir el cálido aliento en su garganta y la piel desnuda pegada a la suya. Algunas veces en la mañana tenía que despegar a Yoongi de él pues el sudor y el semen los había pegado juntos durante la noche. E incluso cuando Yoongi se quejaba de tener que ser despegado de su amante, Jungkook supo que él no lo cambiaría.

Era bueno saberlo, el saber con certeza de que todos sus sentimientos eran correspondidos, sin tener nunca que dudar si era amado.

Sólo la forma en que Yoongi lo miraba, lo tocaba al pasar, o lo besaba sin ninguna razón, enviaba olas de felicidad a través del hombretón. La ira de Yoongi le hacía sentir una sensación similar, mientras que le explicaba que no era la criada de Jungkook y que poner la lavadora de hecho no era tan difícil como para que el guardián lo entendiera. Cada vez que Yoongi discutía con él, le gritaba, o se enfadaba con él, Jungkook sentía un arrebato de alegría porque Yoongi se preocupaba lo suficiente por él como para despotricar contra él, lo cual le demostraba que era amado. Y Yoongi no podía permanecer enojado con un hombre que lo miraba con esos amorosos ojos, así que los destellos de calor se disipaban rápidamente, más frecuentemente disolviéndose en una lenta y sensual sesión de sexo de reconciliación. Jungkook era un fuerte defensor de resolver los conflictos en la cama. Se lo decía a Yoongi con frecuencia.

―No siento el haberte despertado,― Jungkook gruñó con aire de suficiencia, acariciando su cara con los sedosos rizos de Yoongi, ―y a ti no pareció importarte.

―No, tú puedes despertarme cuando quieras.― Sonrió Yoongi, cerrando sus ojos, amando la sensación de la mano de Jungkook deslizándose posesivamente arriba y debajo de su espalda, como si el hombre estuviera saboreando la sensación de su piel. Eso mandó un escalofrío por su columna.

Jungkook interpretó el temblor como frío así que alcanzó el cobertor, arrojándolo sobre ambos, envolviéndolos juntos en un capullo de calor.

―No tengo frío,― Yoongi clarificó somnoliento, percibiendo el almizclado olor de Jungkook, ―sólo estoy feliz. Tengo todo ahora, y todo te lo debo a ti. Pudiera morir contento justo...

―Tú no morirás.

Jungkook apretó al hombre con más fuerza en sus brazos. Algunas veces cuando Yoongi lo dejaba en las mañanas, marchándose para caminar hacia la plataforma del tren, algunas veces... sólo por un segundo... Jungkook no podía respirar. Había un flujo de ansiedad, un instante de terror de que la tragedia alcanzaría al hombre, y de que la vida de Jungkook se detuviera demanera estrepitosa. Le pasaba cada vez menos conforme transcurría el tiempo pero aún... de vez en cuando... a Jungkook le gustaría correr tras de su pareja y arrastrarlo de regreso al hogar a la seguridad de su casa de dos pisos en Oak Park.

Jungkook amaba su casa, amaba todas las ventanas y las chimeneas, y la manera en que la cocina daba al patio trasero, y sabiendo que cuando abriera la puerta al final del día Yoongi estaría ahí. La idea de que Yoongi no estuviera nunca más aterraba al hombretón.

―¿Qué estás pensando?― Preguntó Yoongi, devolviendo la atención de Yoongi de regreso. ―Pues estás a un millón de kilómetros de aquí.

―Tú siempre estarás conmigo, siempre,― Jungkook dijo con firmeza, apretando con más fuerza a Yoongi, presionándolo contra su pecho.

―Sí, lo haré,― Yoongi le aseguró, conociendo que el deseo de Jungkook de protegerlo y de cuidarlo nunca cambiaría. El gran hombre tenía el corazón de un guerrero, de un guardián, y no podía cambiar su naturaleza más de lo que Yoongi podía cambiar la suya.

No era que Yoongi se lo fuera a pedir jamás. Le gustaba la manera en que Jeon Jungkook lo amaba, contaba con él, lo demandaba, y lo necesitaba. El hombre le pertenecía al igual que su fiero corazón.

―Duerme ahora, cairn.― Jungkook bostezó, en paz nuevamente. ―Pues debemos levantarnos temprano para ir con tu madre a una venta.

Yoongi contuvo una carcajada.

―¿Disculpa?

―No estoy seguro de lo que...― Resopló Jungkook con un suspiro, dándole a Yoongi un último apretón antes de rodar sobre su espalda, frotándose los ojos. ―¿Qué es una venta de liquidación de fin de acción de gracias?

Yoongi volteó su cara para que Jungkook no pudiera verlo sonreír.

―Ella mencionó un Viernes Negro.

Jungkook lo hizo sonar como un mal presagio y Yoongi se mordió el labio para permanecer en silencio.

―Ella dijo que teníamos que levantarnos antes del amanecer para llegar al centro comercial. ¿Lo decía en serio?

Yoongi no pudo controlar la carcajada que surgió de él. Los otros estaban tan celosos de que Jungkook fuera el favorito de su madre, pero claramente había desventajas. Como despertarse a las cuatro y media de la madrugada para ir de compras con ella... sólo su favorito era invitado para ir con ella.

―Tú vendrás conmigo, desde luego,― Dijo Jungkook como si fuera un hecho, sin ninguna duda en su mente.

Yoongi soltó otra carcajada mientras se volteaba de lado y cerraba sus ojos.

―No lo haría ni aunque me pagaras.

―¡Min Yoongi!― Jungkook estaba horrorizado. ―¿Tú te mantendrías caliente en tu cómoda cama mientras yo me levanto para ir al frio sin siquiera una despedida o un poco de alimento?

―Ella se detendrá en el camino para tomar café, y si estás de suerte, te comprará una dona.― Yoongi se reía, sintiendo que Jungkook se acomodaba a su alrededor, el duro pecho en su espalda, los muslos musculosos contra su trasero.

―Te quiero conmigo,― Dijo Jungkook, trazando con besos una línea en el cuello de Yoongi.

Yoongi se rió suavemente.

―No, es toda tuya, camarada.

El gruñido seguido por un mordisco juguetón hizo sonreír a Yoongi.

―Hay otros medios para convencerte, cairn.

Yoongi supo entonces que la persuasión estaba a punto de volverse muy caliente y carnal. Supo, también que lo más probable es que se encontraría con cara de sueño y ojos rojos, falto de sueño, y apenas despierto, en el asiento trasero del Toyota Corolla de su madre a la mañana siguiente.

―Tú dirás que sí para mí,― Jungkook le dijo, besando una húmeda línea por la columna vertebral de su pareja.

―Sí,― Yoongi suspiró su consentimiento. Era verdad: él haría cualquier cosa por Jeon Jungkook, incluso enfrentar el centro comercial el día siguiente de acción de gracias. Y eso sería una experiencia aterradora incluso para un guardián.



Fin




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Gracias por leer esta hermosa adaptación.

Guardián Ángel •Kookgi•Where stories live. Discover now