𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧

2.1K 241 36
                                    

La tripulación corrió y se lanzó al tesoro, haciendo llover las monedas y rebuscando joyas entre ellas. Leah no se quedó atrás y se agachó en la orilla, tomando un puñado de monedas para apreciarlas, ciertamente todo le parecía muy surreal.

– Todo esto me suena mucho. No recuerdo porqué. – B.E.N observaba el lugar confundido y buscando en lo poco de su memoria algún recuerdo de aquel sitio. Jim miró a Silver caminando entre el tesoro y vió su oportunidad para escapar.

– B.E.N, vamos. Nos vamos de aquí y no nos iremos con las manos vacías. – Leah, que no se había separado demasiado de la entrada y se había encargado de llenar la bolsa en la que tenía su libro con lo primero que agarró, escuchó el plan de Jim y caminó hasta él, viendo que no muy lejos de ellos, en una montaña de monedas, se encontraba un barco pirata igual de repleto de tesoros que el resto del lugar.

Jim vió con desconfianza a la Meryn mientras se acercaba, y sin embargo, dándole el beneficio de la duda. Cuando la azabache estuvo a su altura lo miró nerviosa y jugando con los bordes de su chaqueta.

– ¿Crees que pueda acompañarte? – Jim la miró con el ceño fruncido.

– ¿Por qué lo haría? – Leah suspiró frustrada, sabiendo que no sería fácil volver a ganarse la confianza del chico.

– Jim, ya me disculpé y te dije por qué lo hice, no pienso repetirlo. Estoy cansada de vivir la vida de un pirata... De viajar de un sitio a otro, robando tesoros y haciendo lo que me viniera en gana. Por un tiempo fue divertido, pero después de este viaje... He decidido que tengo planes. – Ante la declaración, Jim descruzó sus brazos y escuchó con más atención. – Tengo planes y quiero que funcionen... Y si me quedo, no lo harán.

Jim la miró por un momento, había visto la sinceridad en los ojos rojos de la chica y a pesar de no querer admitirlo, la había perdonado.

En verdad no había tenido tiempo para pensar si quería perdonarla o no, pero estando ahí, viendo cómo sus ojos brillaban con un destello que recordaba haber visto en algún otro momento, no sentía ningún tipo de rencor hacia ella. Y fue entonces cuando los sentimientos que tenía hacia ella volvieron a golpearle, recordándole lo tonto que había sido al dudar de ella.

Jim le dió una breve mirada al robot, que al darse cuenta, alternó la vista entre ambos jóvenes un par de veces confundido.

– ¿Qué dices tú, B.E.N? – El robot se sobresaltó.

– ¿Quién? ¿Yo? – Jim asintió y la máquina miró nervioso a la chica, antes la había visto gruñéndole a los piratas y le tenía algo de miedo, pero ahora ella lo miraba sin entender por qué el castaño le preguntaba por su opinión. – Ah, pues... Yo no tengo problema en que venga, digo... no tengo idea de por qué se pelearon, pero no creo que sea correcto abandonar así a tu novia. No creo que seas ese tipo de chico ¿No, Jimmy? Yo te veo más sensible, seguro que te gusta que te rasquen la panza...

Ambos chicos ignoraron el resto y se sonrojaron ante las palabras del robot, más bien por haber sugerido que ellos eran pareja. Balbucearon un par de negaciones ante la idea y luego se callaron, sin saber cómo continuar.

– Tienes razón, B.E.N. – Dijo Jim decidido, sorprendiendo a la azabache. – No soy ese tipo de chico.

El castaño le dió una pequeña sonrisa a la chica que logró que su corazón diera un salto.

– ¿Qué tipo? ¿Sensible? – Interrumpió el robot, recibiendo una mala mirada de los chicos. – ¿Acaso eres de los rudos? Vaya... No me lo habría imaginado, galán.

B.E.N le dió un pequeño golpe cómplice en el brazo a Jim y él negó rendido. Cuando vieron que estaban perdiendo tiempo, los
jóvenes corrieron hacia el barco pirata, seguidos del robot y Morph, mientras Silver aún estaba inmerso en lo maravilloso del tesoro.

ᴍʏ ᴏɴᴇ ᴀɴᴅ ᴏɴʟʏ - ᴊɪᴍ ʜᴀᴡᴋɪɴsWhere stories live. Discover now